Llegas tarde, Satoru

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Nanami siempre supo que llegaría el día en el que Gojo lo alejaría del mundo, era cuestión de tiempo. Hubo un tiempo en el que solo pensar en ser echado a un lado, como si no fuera más que un objeto para complacer al alfa, lo hacía enfurecer, en aquellos días era joven, se sentía fuerte, útil, y creía que podía hacer la diferencia.

Entonces, la vida le demostró lo débil que podía llegar a ser y le arrebató a Haibara, el único amigo de verdad que tuvo alguna vez. Fue un golpe duro para su ego y de no ser porque Gojo lo vigilaba cada segundo del día, quizás habría intentado hacerse daño. Apenas comenzaba a recuperarse, cuando otro golpe llegó, esta vez de mano de Geto; fue su turno para sostener al alfa y evitar una catástrofe aún mayor.

Nanami era el único omega del grupo y el primer dominante que la sociedad de jujutsu había visto en varios cientos de años, lo primero que le dijeron al llegar a la escuela, fue que su mano valía su peso en oro, si jugaba bien sus cartas, tendría la oportunidad de hacer que toda la hechicería se inclinara a sus pies.

A los quince años, Nanami no estaba interesado en el matrimonio, mucho menos planeaba tener hijos, pero comprendió que tenía que andar con cuidado. El cortejo no se hizo esperar, apenas dos días después de su ingreso, los pretendientes se abalanzaron sobre él como si no fuera otra cosa que un trozo de carne. Por supuesto, su compañeros se enteraron y unieron fuerzas para protegerlo; era una suerte que el próximo líder del Clan Gojo fuera un senpai más que dispuesto a ayudarlo.

Gojo nunca fue discreto con sus intenciones, mientras que a Nanami le gustaba mucho la atención que recibía (aunque no iba a admitirlo). Comenzó a coquetear con el poder, embriagándose de la sensación de sentirse deseado. Por supuesto no era estúpido, sabía que no podía confiar en los sentimientos volubles de un alfa, por ello, trazó una línea y construyó un muro al rededor de su corazón; decidio que le daría lo necesario par hacerle saber que lo quería, pero jamás tanto como para que creyera que estaría ahi para él sin importar qué. El juego funcionó, en pocos meses tuvo al poderoso Gojo Satoru comiendo su mano, sin embargo, Nanami cometió el error de enamorarse, así que también estaba justo donde el alfa quería tenerlo.

Duraron meses en ese tira y afloja, no actuaron en consecuencia, por el simple hecho de que sus amigos no estaban muy de acuerdo con algunas de sus decisiones; sin embargo, sin ellos para desalentar el juego del gato y el ratón en el que se enfrascaron casi desde el momento que se conocieron, no hicieron otra cosa sino estrellarse.

Fue una noche de otoño, en que Nanami despertó por la madrugada con todos los síntomas del pre-celo a flor de piel; no estaba pensado con claridad cuando salió de su habitación y arrastró los pies hasta el dormitorio del alfa, en el segundo piso de la residencia de estudiantes. Una parte de sí esperaba que alguien se diera cuenta de lo que planeaba y lo detuviera; pero en el momento en el que entró a la recámara de Gojo no hubo marcha atrás.

El alfa tenía un sueño desordenado, sus largas extremidades, ocupaban casi toda la cama; le costó un poco de trabajo hacer que se moviera, pero logró hacerse el espacio suficiente para acurrucarse a su lado. Estaba comenzando a quedarse dormido, cuando uno de los brazos de Gojo rodeó su cintura, y sintió sus labios contra su glándula odorífera en la nuca.

Hueles bien, Nanami-kun —dijo Gojo, con la voz rasposa por el sueño. El omega se estremeció, ya fuera por el aliento contra su cuello, o por el cambio en las feromonas del alfa—. ¿Por qué tiemblas así? fuiste tú el que se metió aquí conmigo —sonaba como si estuviera disfrutando de la situación, lo que hizo que Nanami sintiera la necesidad de demostrarle que era el que estaba a cargo.

¿Por qué no usas esa boca tuya para algo útil? —espetó con bravuconería.

Había un brillo de anticipación en los ya de por sí luminosos ojos azules de Gojo, quién sin decir una sola palabra más, se deshizo de las sábanas y se acomodó entre sus piernas, Nanami lo miró lamerse los colmillos antes de comenzar con la tarea de complacerlo.

Llegas tarde, Satoru [GoNana | Omegaverse | One-shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora