Prólogo

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Armando observo a Beatriz con detenimiento, todos aquellos movimientos que elaboraba mientras seguía hablando con naturalidad sobre aquel tema que el sabia muy bien que venia estudiando hace mucho tiempo: franquicias y maquilas. Movió con lentitud el liquido ardiente alojado en aquel vaso de vidrio, a la vez que pensaba en como la niña de grandes gafas bordo se había calado tanto en su ser. Ella, completamente ajena, leía y pasaba los papeles que tenia en sus pequeñas manos, exponiendo los beneficios del posible negocio para su jefe. Su corazón se encogió al verla allí, junto a el, tan inocente y brillante. La respuesta a aquella incógnita que lo tenia sin dormir hace días, se hizo presente en su mente con luces, señales de alto y cintas policiales.

Si el se dejaba llevar por todas aquellas inseguridades que su compañero le estaba implantando en su, ya perturbada, cabeza, terminaría por acabar cometiendo el peor delito que alguna vez haya obrado contra el genero femenino. Eso o tal vez solo era el hecho que no podía hacérselo a Betty...no a ella. Ya hace mucho tiempo había llegado a la conclusión que el jamas podría hacerle algún daño a esa niña que entregaba la vida por el cada día desde que había puesto un pie en la empresa, lo mínimo que podía hacer era cuidarla, protegerla, inclusive del pervertido de Calderon.

Engañarla de esa forma iba en contra de cualquier principio que tuviera para con ella.

Betty era sagrada, aunque no lo admitiera en voz alta...aunque le avergonzara un poco.

Se bebió el ultimo trago de whisky que llevaba en su mano con decisión. No lo haría. No la traicionaría de esa forma y menos si provenía de el morboso de su mejor amigo.

- Betty, Betty -hablo de pronto Mario Calderon, quitando al presidente de sus propios pensamientos- yo creo que lo mejor es suspender -extendió sus brazos de forma exagerada- estamos todos agotados. Mire, por mas que sean buenas ideas, ninguna nos va a entrar

Ella asintió con la cabeza, aferrándose mas a sus carpetas.

- mm, entonces levantamos la sesión -dijo al momento que se acercaba a la mesa para tomar el resto de sus cosas-

- si, si -respondió con rapidez mientras volvía a estirar sus brazos con mas exageración- por un rato, yo creo que deberíamos salir, deberíamos comer algo, tomar aire y después retomamos -propuso con falso desinteres-

El observaba a Beatriz y a Armando con rapidez, no llegaba a comprender el silencio de su amigo. Sabia a la perfección que no le caía nada bien tener que efectuar ese plan, pero también sabia que era por el bien de todos y necesitaba que cooperara también.

- ah, bueno -se adelanto ella- entonces yo los espero en mi oficina -aseguro acabando de recoger todas las carpetas-

-no, no, no, betty -insistió- los tres. Yo creo que los tres deberíamos tomar aire -volvió a mirar a su amigo, quien tenia la mirada perdida-

- ¿los tres? -pregunto la asistente, completamente confundida por aquella extraña invitación. El vicepresidente comercial asintió con falsa seguridad- y...¿a donde?

- pues por ahí encontramos algún sitio, no se preocupe -respondió con seguridad-

- mm -titubeo, buscando la mirada de su jefe quien le había estado evitando ya hace rato- pero yo creo que a estas horas no encontramos ningún sitio

- Betty, no importa. Ahí vemos a ver que encontramos , tranquila -empujo con sutileza a Armando con su pie izquierdo, buscando algo de apoyo en el-

- o prefieren que les pida algo de comer -propuso con mas seguridad. Bajo todas las luces, eso era lo mas sensato-

Finalmente, Armando miro a Mario, quien a su vez hizo lo mismo. El vicepresidente pedía ayuda a gritos...pero no seria escuchado.

-Betty los tres queremos salir -afirmo, casi con hartazgo- creo que nos conviene a los tres, cierto? -volvió a mirar a Armando nuevamente con sentimientos reprimidos. Ambos caballeros sabían que la muchacha no saldría de allí hasta que su jefe se lo pidiera-

No planeadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora