No planeado

I

 (Tiempo después...)

Beatriz detuvo su exposición para observar a su jefe, quien estaba con la mirada perdida en algún lugar de la sala de juntas. El reloj marcaba las 7:47, el cual anunciaba que el horario de trabajo ya acababa y los murmullos de todos los empleados que se oían desde los pasillos lo confirmaba. Todos comenzaban a marcharse para descansar en la calidez de sus hogares.

Todos menos Armando y Beatriz.

Desde ya hace algunas horas se encontraban trabajando en el plan que llevarían a cabo para sanear la empresa lo mas rápido que pudieran. Estaban de afán y con razones.

- ¿doctor? -llamo ella- ¿doctor, me escucha?

Con algo de timidez, se atrevió a acercar su mano hasta la suya, la cual se encontraba apretando su pequeña pelotita anti-estrés. El toque de su asistente hizo que volviera a tierra nuevamente, quitandolo de todos los desolados pensamientos que se anidaban en su mente. Levanto su mirada, encontrándose con el rostro femenino lleno de preocupación de Betty. El encuentro de sus ojos hizo que ella alejara su mano con pena, como si hubiera cometido un pecado por tocar una pieza sagrada de museo.

- ¿si, Betty? -pregunto despreocupado, sin ponerle demasiada importancia al contacto que tanto le había avergonzado a su acompañante- disculpe, me estaba hablando?

Ella hizo una mueca. Por supuesto que le estaba hablando...hace alrededor de veinte minutos. Aun así no podía culparlo, conocía muy bien cual era la angustia que llevaba dentro, la conocía mas que cualquiera.

Después de que Armando decidiera confiar en Beatriz, todos los sucesos económicos y laborales cayeron como fichas de domino, uno tras otro, hasta la fatídica junta de septiembre donde no alcanzo con aquel balance perfectamente maquillado o la defensa del mismo, el destino estaba escrito hace tiempo. Daniel Valencia los expuso sin miramientos frente a todos los presentes gracias al boletín de Camara y Comercio. No hubo excusa ni motivo que valga, los tres habían hecho trampa y debían pagar por las consecuencias. Por mas resistencia que Armando pusiera, Beatriz fue despedida con brutalidad mientras que el fue expuesto por su padre frente a todo el mundo como la peor decepción que sintió en la vida y advertido sobre su presencia en la empresa: no quería verlo poner un pie en Ecomoda nunca mas.

Recibir aquellas palabras del hombre que mas admiraba, por el cual había hecho todo lo que hizo, solo dejo el mas profundo de los dolores en su corazón. En aquel momento de desesperación, tras el despido de Mario y de Beatriz y bajo la exposición de toda la junta, lo único que le quedaba era el ultimo manotazo de ahogado: casarse con Marcela.

Si bien la menor de los Valencia estaba tan confundida y herida como muchos de los presentes en la mesa, no había pensado ni por un momento cancelar el matrimonio con el hombre que amaba. Habia perdido la confianza entera sobre el en términos románticos...y ahora se había perdido los laborales, pero no lo soltaría, no lo dejaría en bandeja de plata para ninguna aparecida pues sabia muy bien que de esas había muchas. Su relación con ella no había cambiado en absoluto mas que los repentinos cambios de humor que aveces percibía en el, y de los cuales ahora entendía la razón, pero mas allá de eso, no había motivos para botar a la basura tres años de lucha. Marcela Valencia no era de las que se rendía con facilidad, así sea mantener una relación repleta de desconfianzas e inseguridades.

En septiembre, la pomposa boda se efectuó. Los invitados mas finos de toda Bogota habían asistido para celebrar a la pareja recién casada, hubo comilona, hubo entrega de regalos, hubo una gran recepción, pero lo que nadie supo fue que falto algo...la noche de bodas. Ambos se mostraban felices pero realmente eran todo menos dichosos, aun la traición estaba latente y se podía palpar. Uno lo hizo por seguir batallando...el otro para no generar mas disgustos entre sus seres queridos. No hubo luna de miel, simplemente fue una rápida mudanza hacia el nuevo departamento cerca de la zona escolar.