Dulce ❥ Sasamiya

Capítulo único

AVISO: Este escrito contiene yaoi (relaciones entre hombres) y lemon (contenido sexual explícito). Si no es de tu agrado, no sigas leyendo. Los personajes que realizan estas acciones son mayores de edad.

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El frío acampaba en el ambiente. Aun así, esto no era impedimento para que decenas de parejas -y también grupos de amigos- transitaran las calles de la ciudad nipona.

Hasta hace un momento estaba nevando; eso ocasionó que los árboles y bancos de la calle tomaran un fino manto de color blanco. Aquello, junto con los adornos y las luces de fuera de las tiendas mostraban una bonita tarde invernal.

Un pelirrojo paseaba junto a un chico más bajito que él, moreno. Llevaba un rato queriendo tomarlo de la mano, pero algo lo  frenaba siempre. Miyano diciendo algo de repente, distracciones, y el recuerdo de que al menor no le solían gustar las muestras de afecto en público. Pero aquello era solo un apretón de manos, ¿no? Hasta los amigos lo hacen a veces, no tiene nada de malo, y cuando hacía tanto frío era algo casi mandatorio. Entonces, ¿por qué Miyano parecía avergonzarse tanto con ese tipo de cosas?

Pararon frente a un escaparate; al menor le llamaba la atención los adornos navideños que vendían tras él.

     —¡Qué bonito!

     —¿Te gusta mucho la Navidad, Myaa-chan?

     —Sí —contestó él, mirando a Sasaki como un niño al que acababan de darle un juguete. Sus ojitos de miel brillaban.

De pronto, el mayor atrae con un brazo el cuerpo del otro a su pecho, y mira con algo de molestia al grupo de personas charlatanas que acababa de pasar por allí y que casi chocan con Miyano si no hubiera sido porque Sasaki lo salvó. El pelirrojo suelta un suspiro.

     —Hay que ver... La gente no tiene cuidado. Lo siento, Myaa-chan, es que iban a chocar contigo.

     —No importa... Gracias —sonó la avergonzada voz del menor, opacada por los ropajes del mayor.

     —Ya se han ido, sabes. Puedes separarte.

     —Un poco más... Déjame estar así un poco más.

El más alto de los dos se impresionó un poco ante aquella petición. Yoshikazu agarró con fuerza el jersey del pelirrojo. Su cara estaba completamente enterrada en su pecho y no se movía un centímetro. El pelirrojo sonrió y posó ambas manos en la espalda del menor con delicadeza.

     —¡Ah! La película está a punto de empezar, tenemos que irnos ya —exclama Miyano, separándose esta vez sí.

     —Más importante, Myaa-chan, tienes la nariz roja y estás tiritando... Lo sentí cuando te pegaste a mí. ¿Tanto frío tienes?

     —Ahora que lo pienso, se me olvidó ponerme los guantes, y la bufanda, y el gorro... En el pronóstico no dijeron que haría tanto frío.

     —En ese caso vamos a mi casa.

     —Pero... ¿y la película? Tenías muchas ganas de verla.

     —Podemos verla otro día, pero mi casa no está sola en muchas ocasiones... —farfulla Shuumei, algo sonrojado. Admitía para sí mismo que le encantaba aprovechar los momentos a solas con Miyano, pues era de las pocas veces que podían ponerse más cariñosos.

     —¿Y tu familia?

     —Todos tenían algún recado que hacer.

     —Bueno... Está bien.