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— ¡HEY! DEJA DE CORRER RATA DE ALCANTARILLA!

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— ¡HEY! DEJA DE CORRER RATA DE ALCANTARILLA!

El sonido de los pasos acelerados abriendose entre la multitud fueron la única respuesta que el príncipe heredero había recibido de aquél ladrón.

— ¡Si no quieres pudrirte en una celda por el resto de tu miserable vida será mejor que te detengas!

La persecución había sido de ya aproximadamente dos kilómetros y ni uno ni el otro estaba dispuesto a detenerse, ciertamente Wilbur tenía una resistencia física excelente debido a los variados entrenamientos que obligaban a realizar al príncipe heredero, por otro lado aquel ladrón sabía cómo escabullirse entre la multitud de una forma impresionante, por lo que ambos tenían cierta ventaja en esta persecución.

Hasta que el perseguido ingresó a un Pub doblando la esquina, Wilbur no dudó en seguirlo, no lo iba a dejar en paz hasta que le devuelva aquello que le había robado.

Las personas dentro hacían espacio para que Wilbur pudiera caminar sin ser estorbado, mientras este escaneaba a cualquier persona de una estatura baja para encontrar a su objetivo hasta que lo logró, al parecer este se se había acorralado a sí mismo en un lugar sin salida.

— Ya no tiene sentido que intentes correr. — Cantó con una sonrisa victoriosa.

El contrario se dio la vuelta lentamente con las manos arriba en señal de rendición respirando agitadamente.

— Cómo… ¿Cómo demonios puedes correr tanto?

— Entrenamientos constantes.— Mencionó secamente.— Ahora devuelve lo que robaste.

— ¿Y por qué debería? — Respondió descaradamente.

— Mmh… tal vez porque si no lo haces, haré que en este mismo instante los oficiales te arresten, no lo sé, para mí sería una buena razón.

El más bajo lleva su mano a un bolsillo de su tapado y de este saca un anillo con un diamante brillante, y finos detalles grabados en la circunferencia para luego "inspeccionarlo" cerrando un ojo.

— No puedo creer que su alteza, príncipe heredero Wilbur Minecraft esté haciendo un escándalo solo por un anillo, uno de la infinita cantidad que probablemente tenga usted. —Wilbur rió sin gracia ante el comentario.

— Estás en lo correcto. — Se acercó a unos centímetros de distancia del rostro del más bajo, casi podía sentir su respiración agitada debido a la carrera.

— Estamos haciendo un escándalo innecesario, todas las personas alrededor nuestro están observándonos. — Lo último lo dijo susurrando.

Tomó el brazo del contrario y lo jaló hasta la salida del Pub ignorando los reclamos y quejas que recibía del ladrón mostrás hacia todo lo posible para liberarse del agarre y las miradas de los demás en aquel lugar.

Cuando por fin estuvieron fuera del local, devuelta en las calles frías y casi solitarias soltó al más bajo y este se frotó la muñeca con el ceño fruncido mirando al príncipe en completo silencio.

— Bien, es hora que devuelvas ese anillo.

En este momento, bajo la luz del sol podía distinguir correctamente las características de la persona frente suyo. Tenía ojos color miel, tan profundos que de tan solo mirarlos por un periodo breve de tiempo podrías desentir una fuerza invisible empujandote más cerca de sus pupilas como si de un agujero negro se tratase, cabello color azabache que caía hasta casi llegar a los hombros, casi la mitad del cabello era cubierto por una gorra azul marino, con puntas desiguales al llegar al final de los mechones y un montón de pecas, no … lunares, eran lunares esparcidos irregularmente por el rostro, y con esta cercanía podía darse cuenta de la altura que le sacaba, una cabeza aproximadamente.

El príncipe fue sacado de su trance al momento en que el azabache exhaló dramáticamente mientras una de sus manos se dirigía al bolsillo de su abrigo sacando nuevamente el diamante extendiendo su mano hacia Wilbur.

— Aquí tienes, su alteza real. — puso el anillo en la palma del príncipe y luego realizar una reverencia exageradamente falsa y burlesca.

— Así es, agradezco que me haya devuelto MI anillo.— Dijo haciendo énfasis en que era suyo.—¿Me permite saber su nombre?

El más bajo abrió su boca pero la cerró rápidamente al igual que un pez, parece que se tragó sus palabras abruptamente.

— Es muy apresurado su alteza, tal vez si me concede una caminata podría considerar decirle mi nombre. — Dijo mientras sonreía con una chispa desafiante en su mirada

¿Quién se creía que era este chico como para actuar de esta manera tan arrogante?

¿Quién se creía que era este chico como para actuar de esta manera tan arrogante?

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