LISANDRO MARTÍNEZ.+18
Writen by lu!
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—. ¡No, Lisandro! ¡Te dije que no vayas con esa sucia!— le grite enojada yo.
—. ¡Pero, amor! Yo no hice nada con ella— dijo el con un poco de tristeza en su voz.
—. Esta bien, hace lo que quieras, siempre igual vos, haces lo que no te pido que hagas. Me voy a la mierda— me fui de ahí con amargura para mi pieza.
Lisandro iba siempre una vez por semana iba a la kinesiologa obligatoriamente por el club, cuestión que había una que le re daba mal, y siempre se aprovechaba y le tocaba de más. Una vez quiso sobre pasarse mal y le pidió si podían coger, que yo no iba a enterar. Obvio que le dijo que no, pero yo le dije que por mi comodidad se atienda con otra chica y pero el siguió con ella.
La puerta se abrió bruscamente dejando ver a un Licha todo enojada.
—. Veni para acá, pendeja— me agarró del brazo y me llevo hasta abajo.—. Arrodíllate ya.
—. ¿Que?— le dije sin entender.
—. ¡Que te arrodilles pelotuda!— me agarro de los hombros y me tiro para abajo.
Se bajo el pantalón y el bóxer dejando ver lo caliente que estaba.
—. Chupa dale. Para que te des cuenta que esto es tuyo y de nadie más.— con fuerza agarro mi pelo y lo hizo una colita y me acercó más q el.
Con mis manos lo agarre y empecé a chupar su punta, puso su mano en mi nuca y mi boca fue de una allá, me dio una arcada, pero seguí igual.
—. Ves, ¿ves que esto es tuyo y de nadie más?— dijo entre suspiros.
Se vino en mi boca y me tragué todos sus fluidos.
Me agarro de los ante brazos y me tiro de un golpe en el sillón, me saque mi pantalón rápido junto a la tanga.
—. No...— dijo él al verme que me estaba acostando en el sillón—. Por atrás.
Abrí los ojos muy grande.
—. Me va a doler...— le admití
—. ¿Y a mi que me importa? Date la vuelta, dale— suspire pesadamente y me puse en 4.
—. ¿Si me duele vas a parar?— le pregunte al sentir como se ponía atrás mío. Chasqueó con la lengua en respuesta.
Me agarro de la cintura y entro despacio,
—. ¡Ay, amor!— grite del dolor, pero el siguió
Sinceramente el dolor se mezclo con el placer. Apretaba todo lo que podía encontrar.
—. Basta, Lisan... basta— le dije porque empezaba a doler otra vez y me cansé.
—. No te aguantas nada— rio y salió de mi yéndose al baño.
Me reí y me paré, no podía ni caminar.
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Amén hermanas, amen.
