Yo (no) muerdo

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Sicheng podía sentir los ojos de Yuta fijos en su rostro, no era inusual pero era algo que hacía que Sicheng se sintiera raro... a veces. Tal vez porque Yuta tenía ojos negros muy profundos y penetrantes, tan oscuros que hacían que Sicheng se sintiera abrumado e impotente.


Todos los fines de semana pasaba lo mismo.


La fraternidad tendría una fiesta y Sicheng iría porque a su mente se le ocurriría alguna excusa como querer tener algo de sexo, haber tenido una mala semana o que Jaehyun necesitara un compañero para un estúpido torneo de beer pong. Luego, como si se tratara de una especie de gato, Yuta se movería a su alrededor y si estaba de buen humor, le ofrecía algo más que una sonrisa traviesa y una mirada feroz.


En realidad nunca habían intercambiado más que un par de palabras, ambos eran algo así como ¿conocidos? Yuta estaba en la fraternidad y en el equipo de fútbol de la universidad, junto con varios de sus amigos. Y, aunque algunas personas lo describieran como "intimidante, pero amigable" y aquello era algo que Sicheng realmente no entendía.

Para él, Yuta era una mezcla misteriosa que hacía que su corazón se acelerara y lo hacía sentir pequeño y expuesto, como si estuviera desnudo en medio de un mar de gente.

"Te follaría", había dicho Yuta una vez rompiendo el silencio que los rodeaba. "Eres bonito. Yo definitivamente  me follaría algo tan bonito como tú".


Yuta siempre usaba juegos de palabras precisos, palabras que quedaban atrapadas en la memoria de Sicheng una y otra vez con el mismo tono sensual que Yuta solía hablar. Aquella vez Sicheng se había sentido abrumado y sus mejillas se habían puesto rojas. 


¿Se suponía que eso era un cumplido? En la mente de Sicheng era más bien una estupidez sin sentido. Nunca se follaría a otro hombre, no podía, sólo le gustaban las chicas.

"Estuviste genial en el ensayo de baile, eres un buen chico", otras veces era "Te ves lindo cuando tienes miedo, ¿sabes?" E iría acompañado de una risita que resonaba en Sicheng. "Un mordisco no te haría daño, ¿sabes?". ¿Qué carajo se suponía que significaba eso? Otras veces solo eran pequeños roces en sus hombros o antebrazo, Yuta hacía que todo su sistema nervioso pareciera colapsar y era vergonzoso y estúpido.


Sicheng sabía que Yuta era tan peculiar como parecía. No era nada nuevo para Sicheng ni para nadie más en el campus que Yuta pudiera follar cualquier cosa que le diera su consentimiento y tuviera un hueco donde él pudiera poner su polla. Sicheng no lo juzgaba, pero sentía una pesadez en el estómago cuando pensaba en cómo se sentiría follar con otro... hombre.

Yuta era atractivo, aquello era obvio. Su cabello oscuro de ébano enmarcaba su rostro delgado y afilado, sus pómulos altos lo hacían parecer incluso capaz de cortarte si pasabas tus dedos sobre ellos. Sus piernas largas y delgadas siempre usaban jeans oscuros lo suficientemente bajos para mostrar su piercing en el ombligo y los tatuajes en sus caderas. Sicheng había admitido que eran buenos dibujos los que adornaban su piel y solía admirarlos en secreto siempre que podía. La tinta era bonita y a Yuta parecía gustarle mostrarlas también porque la mayor parte del tiempo Yuta usaba camisetas cortas que Sicheng deseaba que le quedaran mal.


Como ahora, cuando Yuta parecía llevar brillo de labios y jeans negros que contrastaban con su piel lechosa. Sicheng deseaba que Yuta no pareciera tan atractivo o que lo dejara de ignorar con tanta naturalidad como lo hacía ahora mismo.

Yo (no) muerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora