Viendo follar a mis padres

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Eran pasadas las cuatro de la tarde cuando uno de sus profesores comunicó a Denis y sus compañeros que podían retirarse, ya que los docentes de matemáticas e inglés estaban ausentes por permiso. A pesar de la insistencia de sus dos inseparables amigos para acompañarlos a las salas de videojuegos a unas tres cuadras del cole, Denis, un joven de 18 años que cursaba el quinto año de bachillerato por parasistemas, optó por regresar a casa. No quería generar más problemas y preocupaciones a sus padres; perder el año y no poder graduarse había sido una enorme decepción para ellos, todo debido al descuido en los estudios.

Vivía cerca del colegio, se tardó menos de 20 minutos como solía hacerlo, caminando. Al llegar a casa lo hizo de manera sigilosa, emulando las formas del counter strike, se adentró poco a poco sin hacer ruido, simulando llevar en sus manos un AK-47, pues, le gustaba hacer este tipo de bromas a sus padres y hermana. Le sorprendió que la puerta de la sala estuviera entreabierta. Se adentró por los pasillos que llevaba a las habitaciones de sus padres, la de su hermana, la suya, el baño, el patio.

Entró a su habitación y cuando estaba a punto de tirar el bolso a la cama de mala gana oyó un gemido femenino. Con cuidado colocó el bolso en el closet y abandonó sigilosamente su habitación.

Al primer gemido lo acompañó otro y otro, se le hizo fácil adivinar la voz de su madre.

—¿Te gusta, verdad? ¿Te encanta así, duro, de pie?

Esa era la voz de su padre, se oía jadeante, excitado.

—Sí, sí, dame bien duro.

Oh, Dios, esa era su madre. Estaban follando, adivinó.

Se acercó a la puerta de la habitación de sus padres, estaba abierta por muy poco, algo de lo que no se percató al principio. Se olvidó del counter strike y se asomó por la rendija.

Podía verlos comodamente, ambos estaban follando de pie. Su padre completamente desnudo sujetaba a su madre desde atrás por los brazos pero lo que más le impresionó fue la manera en la que estaba vestida su madre, además de tener una venda en los ojos. Vestía unos zapatos negros de tacón alto, lencería de color rojo con tirantes pero sus pechos estaban descubiertos y tambaleaban al ritmo de la violenta penetración de su esposo.

—Puta —oyó decir al papá—, Perra.

Para Denis aquella escena le generó un impacto brutal. Nunca había visto a sus padres tener sexo, ni siquiera a nadie, unos pocos videos porno era lo más lejos que había llegado a experimentar una escena vouyerista.

Las sensaciones que experimentó también eran ineditas, le excitó ver a su madre semi desnuda siendo empalada por su papá que además de sujetarla de manera agresiva ahora la llamaba "puta" y "perra".

Se quedó pensativo por un momento, su papá estaba enfocado en la penetración, su madre estaba vendada, ambos gemían, su papá le decía morbosidades, ella respondía entre gemidos.

Denis se llevó la mano a su entrepierna, para entonces la erección de su pene ya le incomodaba. Desabrochó su cremallera y sin dudarlo comenzó a masturbarse.

Su mente fue invadida por pensamientos incestuosos, se jalaba la polla imaginándose en el lugar de su padre, sujetando a su madre como su padre lo hacía, penetrándola con su ya muy bien desarrollado pene, un pene largo de unos 19 centímetros, virgen y sin experiencia, pero no virgen del prepucio que ya había estirado de tantas pajas en su habitación y en el baño sino virgen de no haber experimentado el sexo aun con chica alguna.

Se mantuvo ahí durante unos minutos mientras disfrutaba de la escena, su mano iba y venía sobre su pene mientras disfrutaba de la sumisión de su madre, de los dulces gemidos que salían de su boca mientras papá la violentaba.

—Te voy a romper el culo como la semana pasada, zorra —dijo su padre.

Denis no daba crédito a sus oidos.

—Sí, pero en la noche, cuando Denis y Sabrina estén durmiendo.

—No, zorra, te voy a culear ahora mismo.

—No, ahora no —decía su madre entre gemidos.

Era un juego, el juego de la seducción inversa, de la que no quiere la cosa, del esposo que adora las respuestas negativas de su mujer por el morbo que le genera dominarla, subyugarla.

Denis continuaba la masturbación, el diálogo que mantenían sus padres lo estaba llevando directo al orgasmo, a la eyaculación.

—Cállate, puta, te romperé toda —dijo papá.

Denis no aguantó, era demasiado el morbo y su madre tenía un bonito cuerpo y unas hermosas tetas que se balanceaban y lo volvían loco a pesar de ser solo un expectador.

El orgasmo llegó a su cerebro que lo repartió por su sangre hasta llegar a su prostata que empezó a liberar la eyaculación, Denis tuvo que sufrir en silencio el delicioso placer que ofrecía el orgasmo, tuvo que tomar el pene por la punta y cubrirlo con el prepucio mientras este descargaba chorros de semen.

Cuando estaba a punto de retirarse a su habitación una voz femenina diferente a la de su madre le brindó un susto tremendo.

—¿Qué coño haces?

Se giró a la izquierda. Venía su hermana llegando de clases y fue tanto el susto que le produjo tal sorpresa que apartó la mano de su pene, lo que provocó que derramara todo el semen que caería entre su pantalón y el suelo.

Como pudo, Denis se cubrió el sexo con ambas manos y caminó trastabillando hacia su habitación mientras la hermana incrédula por lo acontecido y con una risa entre burlesca y desconcertada abría intencionalmente la puerta de la habitación de sus padres tan enfocados en el acto sexual que ni siquiera se habían percatado de la presencia de sus hijos.

—Mamá, papá —dijo Sabrina sorprendida...

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