Prólogo

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Era una mañana fría, en un cuarto pequeño se escuchaba el sonido de una alarma, la cual fue apagada, el responsable se levantaba mientras se frotaba los ojos y se levanta de la cama. Se tomó algo de tiempo para que se le vaya el sueño con una ducha fría, el agua corría por su musculatura, había disminuido un poco, además de algunas cicatrices.

Al secarse, se vió al espejo, notando una mirada fría, aunque también algunas ojeras, no habría problema pero recordó algo e inconscientemente los dedos apoyados en la luna, terminaron por sonar un ligero crack, parte del espejo se rajó, simplemente dio un chasquido y se retira de ahí.

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¡HEY, NECESITAMOS MÁS SACOS! – gritaba alguien mientras estaba usando una mezcladora, el pelirrojo con puntas negras se acerca mientras cargaba con 3 sacos de cemento sobre su hombro.

¿Algo más? – preguntó mientras se limpiaba el sudor.

Por el momento no, pero mantente alerta cuando haga falta más, Kenichi. – el pelirrojo tan sólo asiente y sigue ayudando con la construcción.

Desde que se instaló en la ciudad de Lima, se dedicó a un trabajo en donde no tenga que llamar la atención, además, era construir una casa o un edificio, seguías las indicaciones del ingeniero, terminabas y te preparabas para el siguiente. Algo que lleva acostumbrado por casi 12 meses. Siguió por un rato más hasta que se escuchó una alarma.

¡Hora del almuerzo! – muchos se alegran y toman de sus mochilas rosadas o de su bolsa de lonchera su táper, casi la mitad llevaba su almuerzo, otros preferían irse a donde los locales donde hacen menú, con una buena entrada y segundo que te deja satisfecho, bueno, casi a todos.

El pelirrojo deja su casco y sale del lugar limpiándose el sudor nuevamente, toma su vehículo y se va a un restaurante en específico, afortunadamente había algunas mesas libres.

¡Hola Ken, toma asiento, te atiendo en un momento! – el pelirrojo levanta el pulgar y se sienta, mira a su alrededor por unos segundos para luego ver la carta, en eso llega el mesero con una jarra de refresco.

Kenichi: ¿Quedó sopa?

Sí, queda caldo de mote todavía. – el pelirrojo asiente.

Kenichi: Dame eso con un combinado. – el mesero asiente y se retira, el pelirrojo podía entretenerse escuchando la música de fondo o también ver el televisor, pero no estaba interesado en farándulas, además que estaba malhumorado por una derrota más de la selección.

Por tal motivo, el pelirrojo saca su móvil y se pone a ver videos, cosas que le entretenían aunque sea un rato en lo que se tarde su almuerzo, sin embargo, nota algo en las notificaciones.

"Usted tiene 10 llamadas perdidas."

El número era desconocido, así que decidió bloquearlo, en eso llegó su caldo así que procede a comer mientras se entretiene con un canal de deportes. Si no comía ramen, disfrutaba de un rico caldo de mote, hasta sería capaz de comerlo en su desayuno, pero prefiere no hacerlo, si lo repite varias veces, se pierde ese toque.

Una vez que terminó su almuerzo, notaba que aún le quedaban 20 minutos, por lo que se sentó en el parque y sacó un cigarro, el olor de la nicotina era algo que pasó de uno a dos veces por 2 a 3 meses a uno o dos por semana. Nuevamente toma su celular y escucha algo de música.

Hola amigo. – el pelirrojo mantuvo una expresión seria mientras ve a un chico con una caja de golosinas. – Tranquilo no pasa nada, sólo pedía una colaboración.

Kenichi: Esta vez no, ya pagué mi almuerzo. – el sujeto se acerca en plan "amigo".

Vamos, colabora. – se acerca más. – Tengo un fierro y no quiero usarlo, así que colabora amigo.

Este ahora es mi hogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora