CAPITULO 3

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Ciudad siete….. Casa de Gerardo…

Ya han pasado veinte días desdé que empezó la exterminación de los  Dragones en los barrios bajos, poco a poco van quedando menos, pero los que quedan  son los más fuertes e inteligentes. Pese a ser nuevos en este negocio han adquirido fuerza y algunos seguidores. Josafat aún sigue ayudando a su papá, al final es la orden del Señor.
Algo en Josafat cambio esa primer noche, aquella donde por primera vez vió la verdad de su padre, una persona fría y sin corazón, El se a distanciado de su papá, todavía no puede creer que haga algo así, quitar una vida como si nada, ellos también tenían familia al igual que su papá, pero poco importaba, la orden del Señor era la prioridad y lo más importante.
Gerardo por su parte, se sentía mal por llevar a su hijo a ese camino, aquel camino dónde ya no hay retorno.
Gerardo se sienta en la sala y se pone a leer el periódico, pese a tener televisión a él le gusta leer.
Mientras leía vio una nota sobre un par de cuerpos encontrados cerca de la ciudad ocho. La nota decía

[Este lunes fueron encontrados  los restos de dos cuerpos masculinos, ambos cuerpos cuentan con disparos en la cabeza y uno de ellos en el corazón, posiblemente sea hecho por una banda delictiva o algún asesino. La policía decidió no dar más información por el momento]
La nota se extendía más, pero Gerardo decidió no terminar de leer esa nota y continuar con las siguientes páginas. Antes de terminar de leer el periódico se encontró con una parte que dice [Frase del día ]
Y le interesó, dicha frase era la siguiente.
[ La humanidad está tan dispuesta a tenerlo el todo, que lo pierden todo, incluyendo su propia humanidad]
Esa frase hizo que Gerardo se pusiera helado y mientras cerraba el periódico dejó escapar unas lágrimas, por un segundo sintió dolor y tristeza por aquellos que él les arrebató la vida.
Se limpió las lágrimas y fue a la habitación de Josafat.

(Toca la puerta)
– Pasa — dijo Josafat —
– ¿ Cómo estás hijo ? Sé que han sido noches difíciles y no estás acostumbrado a esto pero …. —lo interrumpió Josafat —
– Tranquilo papá todo está bien, sé que es parte del trabajo y ya. — le dijo sin mirarlo a la cara —
– Hijo, realmente lamento que tengas que pasar por esto y sobre todo que tengas que ver esta parte de mí, sé que te sientes incómodo al hablar conmigo.
– Lo siento papá, pero ( unas lágrimas empiezan a rodar por su mejilla) nunca imaginé que hicieras eso, siento que no eres mi papá, te veo y la imagen que noto es la de un monstruo sin sentimientos , alguien tan infame.

Gerardo abraza a Josafat, él sabe que es difícil para un chico de su edad ver qué su padre es un asesino, pero al final son órdenes de alguien con un poder mayor al de ellos.

– Hijo ( le seca sus lágrimas) siempre estaré para protegerlos a ustedes, los amo, vamos a desayunar.

Ambos bajan las escaleras y llegan al comedor, desayunan todos juntos.
Al terminar de desayunar, llegan dos muchachos, uno de ellos aparenta tener unos veinte años y el otro un poco más, tal vez unos treinta años, son trabajadores que están bajo el mando de Gerardo, los tres salen al patio a charlar.

– ¿Qué ocurre muchachos ? — preguntó Gerardo—
– Superior hemos ubicado el escondite de los Dragones, lo raro es que no están llamando a más personas, no se cómo explicarlo, pero no están reponiendo fuerzas, más bien están dejando que nuestros planes sean más fáciles — comentó Johnn—
– ya veo, eso quiere decir que hay algo más, algo que no estamos viendo ( cruza los brazos ) ( deja de tener los brazos cruzados y le pone la mano en el hombro a Johnn) sigue vigilando, en diez días llegaremos al final de esto. — le ordenó Gerardo — y tú William ¿qué ocurre? — se quedó mirándolo a los ojos—
– Lo que pasa es que en la zona Oeste ha habido mucho movimiento de los Dragones, no son tantos ellos pero si han estado de aquí allá y están vendiendo su mercancía también. — dijo William con cierto miedo —
– Entiendo, ¿Cuántos hombres tienen por esos lados?
–Solo somos cinco Jefe — se lo quedó mirando —
– Son muy pocos, llévate cinco de los nuevos reclutas, diles que es una órden mía y que no piensen en desobedecerla, entendido — lo dijo con voz amenazante—
– Sí señor… lo interrumpió Gerardo
– Yo soy tu superior y solo tenemos un Señor que es el jefe de todos, que te quede claro muchacho ( le da dos  palmadas  en su mejilla)
– Entendido superior — dijeron los dos —

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