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Felix jugaba con el corto césped del lugar disfrutando de Hyunjin jugando con su cabello, el mayor le confesó que ya a tocado su cabello y, aunque al principio aquello le causó inseguridades al pelirrubio, Hyunjin aseguró que era lindo, suave y amaba acariciar las rubias hebras.

El sol comenzaba a desaparecer ya permitiéndole a la luna tomar su lugar y las nubes a las estrellas, aún se notaba el sol despidiéndose de ellos por el horizonte dónde el color amarillo, naranja y un azul algo obscuro se mezclaban formando un cálido paisaje digno de admirar.

Hyunjin podía ver algunos de sus compañeros de la preparatoria merodeando por ahí, algunos fumando, otros bebiendo, y por último estaban las parejas que al igual que ellos disfrutaban de la calidez del poco sol.

Hyunjin tomó tres mechones rubios y los cruzó entre sí, el cabello de Felix era algo largo por lo que podía hacerle una pequeña trenza o tal vez dos, bueno, tres. Hyunjin recogió tres pequeñas flores, les quitó la raíz y con el delgado tallo ató cada pequeña trenza tratando de no ser tan brusco para romper la flor.

Felix aún jugaba con mariposas o plantas que tenía a su alcance dejando a Hyunjin hacer lo que sea que este haciendo. Lo sintió moverse y segundos después escuchó un curioso sonido acompañado de una luz detrás de él.

— ¿Qué haces? — Felix volteó la cabeza y de nuevo el sonido y la luz se hicieron presentes tomándolo por sorpresa.

Hyunjin sonrió y le mostró una foto que había tomado, la foto de las tres bonitas trenzas atadas con pequeñas flores blancas que le daba un aspecto más que precioso.

— Cuándo mamá está trabajando yo me ocupo de peinar a Yeji para el colegio, ella dice que le gustan las trenzas y papá no sabe hacerlo, por eso decidí aprender para peinarla — Contó con admiración ante la atenta mirada de Felix.

— Es ... es muy bonito — Respondió viendo las pequeñas trenzas caer por distintos lados de su cabellera rubia, tocó cada una con cuidado de no estropearlas, admiraba cuánto sabía Hyunjin, inclusive sabía de peinados por su hermanita de siete años.

A Felix le hubiera encantado tener un hermano mayor, uno que lo defienda, al que le puede contar hasta sus secretos más profundos. A escuchado decir que los hermanos pueden llegar a pelearse pero siempre están para ellos cuando más lo necesiten, Felix quería eso, alguien disponible para él las veinticuatro horas.

Felix se perdió un momento en sus pensamientos, tanto que no notó cuando Hyunjin se había levantado.

— Sígueme — Pidió en un susurro tomándolo de ambas manos.

Felix se levantó e hizo lo pedido, el mayor lo guiaba hasta unos arbustos brillantes debido a diversas luciérnagas revoloteando por encima, varios brillitos amarillos aparecían y desaparecían iluminando algunas flores y hojas que se encontraban ahí, la noche caía de a poco por lo que se notaban cada vez más las lucecitas voladoras.

— Son lindas — Habló Felix sentándose en el pasto para disfrutar mejor del espectáculo de luces que los insectos le daban.

— ¿Nunca habías visto luciérnagas? — Hyunjin le siguió sentándose a su lado.

— No, el lugar donde vivo es ... espeluznante — Hizo una mueca ante su comentario — Hay muchas cosas podridas ahí, más cosas cafés que verdes, no pasan animales y apenas hay un farol que ilumina la calle.

Hyunjin miró con tristeza a su amigo aunque este parece ni darse cuenta de sus propias palabras, simplemente apreciaba las luciérnagas que por puro milagro no se habían espantado.

Hyunjin pensaba en lo afortunado que era, uno que otro día se quejaba por algo que sus padres hacían o decían, Felix no podía quejarse, su padre seguro lo golpearía. Felix tenía varios hematomas en su cuerpo y él ... él solo tenía heridas de caídas. Felix está roto y aún así, sigue de pie, sigue vivo, sus pulmones aún logran tomar aire, su corazón palpita cansado pero aún palpita.

Always with you ʰʸᵘⁿˡⁱˣDonde viven las historias. Descúbrelo ahora