Mi eterno rival

Capítulo 5. Haciendo las paces

Seth decide intervenir.

—Profesor, ¿cree que podría ponerme a trabajar con alguien más? Tampoco me agrada ese sujeto.

—Pues tú me desagradas aún más.—Le respondes con un tono agresivo.

—A ver, basta los dos.—Les llama la atención el profesor Adams.—¿Se puede saber cuál es el problema entre ustedes?

—Ninguno profesor, simplemente no quiero verle la cara a este idiota.—Dices mirando de manera despectiva a Seth.

—Yo tampoco quiero verte la cara, niño raro.—Él te responde de manera hostil.

—¡Ahora verás malnacido!

Te paras de tu asiento e intentas golpear a Seth, pero el profesor te detiene.

—¡Regresa a tu lugar! ¡Ahora!

Regresas a tu asiento mientras ves que Seth te saca el dedo medio y te enojas.

—¡Los dos trabajarán juntos les guste o no!—Habla el profesor en tono alto y severo.—Tal vez así con eso arreglen sus diferencias y logren llevarse bien.

El profesor continúa dando su clase, mientras que tú y Seth se miran todo enojados.

Al terminar las clases, estás en tu habitación tratando de hacer el trabajo solo.

—Puedo hacer esto solo. No necesito a ese imbécil.

En eso, oyes la puerta de tu habitación abrirse y es Seth ingresando.

—¿Pero qué? ¿No dejé la puerta cerrada?

Ambos se quedan un buen rato en silencio mirándose con seriedad.

—Terminemos esto de una vez.—Seth rompe el silencio.—Lo bueno es que son dos semanas y no tendré que volver a ver tu cara de nuevo por aquí.

—¡HMPH!—Reniegas.—Bien, adelante.

Seth y tú empiezan a hacer el trabajo juntos.

—Así que estabas tratando de avanzar algo.—Alude él.

—Sí, pero después se me hizo complicado. El profesor lo dejó muy difícil.

—Por algo dijo de dos personas, ¿no?

No le respondes y lo miras con seriedad.

Ambos siguen trabajando. De repente, volteas a mirar a Seth y este se da cuenta.

—¿Qué tanto me miras?

Pones una actitud toda soberbia.

—Já, qué voy a estar mirándote yo. No te creas la gran cosa.

—¡HMPH!—Se amarga—En verdad que tu ego me irrita bastante.

—¿Ah sí? Pues no es mi culpa que no estés a mi altura.

Seth comienza a reírse.

—Jajaja, tú más bien no estás a mi altura. Soy más alto que tú.

—¡Cállate! ¡No te rías!

—Quieres sentirte superior, pero sólo estás quedando en ridículo. Me da risa la gente como tú, se creen la gran cosa, pero solo dan pena ajena.

—Argh, maldito idiota.—Intentas golpear a Seth, pero este agarra tus brazos y te inmoviliza.—¡Oye, suéltame!

—¿Seguro? Muy bien.—Seth te libera lanzándote contra el suelo.—A ver si con eso se te quita lo arrogante.

En el suelo, ves la tarjeta que Seth había roto y tú habías tratado de unir los pedazos.