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Abrí los ojos lentamente, enfrentándome a una habitación desconocida. La luz del sol se filtraba a través de las cortinas, revelando detalles que no podía reconocer. Mi cabeza latía con fuerza, y una sensación de confusión se apoderó de mí. ¿Dónde estaba? Traté de recordar la noche anterior, pero todo era un borrón difuso de luces, música y emociones entrelazadas.


Me incorporé con cuidado, sintiendo el peso de la resaca y la incertidumbre. La habitación estaba vacía, y no reconocía ni un solo objeto. Busqué mi teléfono instintivamente, pero no lo encontré. Mi mente luchaba por reconstruir los eventos que me llevaron hasta aquí. ¿Cómo llegué a este lugar desconocido?


Al levantarme de la cama, noté que vestía ropa que no recordaba haber usado antes. Las piezas de la noche anterior comenzaron a encajar, pero solo vagamente. Me dirigí hacia la puerta, abriéndola con cautela. El pasillo estaba desierto y totalmente silencioso. Un aroma delicioso a comida logró cautivar mis fosas nasales.

Cuando bajé las escaleras, me encontré con una escena inesperada en el salón. Había un chico recostado despreocupadamente en un sillón, ocupando el espacio con una actitud relajada. Sus piernas se extendían cómodamente, y su cabello despeinado sugería que había pasado la noche ahí.

Vestía un pijama holgado y tenía una apariencia inocente. A pesar de la postura relajada, sus rasgos faciales eran definidos y mostraban una mezcla de despreocupación y misterio.

Al verlo, noté que mi presencia no parecía afectar al chico. Estaba profundamente sumido en un sueño o en un estado de letargo, con los ojos cerrados de forma firme, ajeno al mundo que lo rodeaba. Ni siquiera el ligero ruido de mis pasos parecía perturbar su sueño.

Dejé de prestarle atención al rubio cuando sentí una pesada presencia por detrás mío; una fuerte mirada pegaba en mi nuca.

- ¿Hola? - Y cuando giré, no era específicamente a quien quería encontrarme. Georg me miraba expectante y asustado. - Entonces me equivoqué... ¿Qué haces con la ropa de...? - No pudo continuar debido a que alguien se asomó por la puerta de la cocina.

Llevaba un delantal blanco con costuras verde manzana, una linda sonrisa y en sus manos un tarro con una mezcla de harina y huevos.

- ¿Cómo estás, dormilona? - dijo Bill, sonriendo ampliamente. Extendió el tarro hacia mí y continuó: - ¿Descansaste? Traigo crepes para el desayuno. ¿Te sirvo unos cuantos? -

Solo lo admiré, se veía increíblemente tierno. Y cuando estaba a punto de responder, unas increíbles ganas de vomitar llegaron como un torbellino. Supongo que Georg entendió porque me señaló rápidamente el baño.


Después de limpiarme, noté que no tenía mi teléfono encima. Las chicas debían estar súper preocupadas. Salí del baño apresuradamente, y mientras ambos chicos me miraban fijamente, logré divisar un reloj colgado sobre la pared: 4:25 pm.


La ausencia del teléfono me preocupaba, así que decidí preguntar a Georg y Bill si sabían algo al respecto.


- Oigan, ¿han visto mi teléfono por aquí? Lo he extraviado y me deben estar llamando - pregunté, esperando que alguien tuviera alguna pista sobre su paradero. La expresión en sus rostros denotaba sorpresa, como si no tuvieran la menor idea de dónde podría estar.


Hasta que hice memoria de anoche y me di cuenta de que no había agarrado mi teléfono.

- Disculpen chicos, estoy hace muchas horas en la calle, y mis amigas no saben nada de mí. - Me acerqué a saludarlos y le dejé un beso a Bill en el cachete. - Gracias. - Le sonreí.

Bill, con una sonrisa amable, se ofreció a llevarme a casa. Agradecida, acepté la oferta y nos dirigimos hacia su auto. Condujo con destreza por las calles mientras intentaba aliviar mi desconcierto. El suave murmullo del motor proporcionaba un trasfondo calmante mientras las luces de la ciudad pasaban rápidamente. En medio del silencio, decidí abordar el tema que me carcomía.

- Bill, ¿puedo preguntarte algo?

- Claro, Ellie. Pregunta lo que quieras.

Inhalé profundamente antes de continuar, sintiendo la necesidad de entender lo que sucedió la noche anterior.

- Anoche... no recuerdo cómo terminé así. ¿Puedes decirme qué pasó?

Bill asintió con comprensión, sus ojos fijos en la carretera.

- Encontré que estabas en una situación difícil en un barrio alejado, por suerte no muy lejos de mi casa. Parecías perdida y desorientada, así que pensé que lo mejor era llevarte a un lugar seguro. No quería dejarte sola en esa situación.

Su respuesta me tranquilizó, pero aún quedaban lagunas en mi memoria.

- ¿Algo más? ¿Recuerdas en qué estado me encontraste? ¿Estaba con alguien?

Bill frunció levemente el ceño, como si estuviera tratando de recordar detalles específicos.

- No tengo todos los detalles, Ellie. Encontrarte fue un poco repentino, y mi prioridad era asegurarme de que estuvieras bien. ¿Recuerdas algo antes de ese momento?

Cerré los ojos, intentando recuperar fragmentos de memoria, pero todo seguía siendo un borrón.

- No, la verdad es que no. La noche es un poco borrosa para mí.

Evité dar unos cuantos detalles, por más que realmente no recordaba en su gran mayoría las cosas, había varias que tenía bastante claras. Porque por más que mezclé alcohol y éxtasis, algunas imágenes de la noche seguían estando. No sabía cómo iba él a reaccionar a eso.

Bill ofreció una sonrisa comprensiva.

- A veces, las cosas pueden volverse confusas. Lo importante es que estás a salvo ahora. Si necesitas hablar más o tienes más preguntas, estoy aquí.

Agradecí sus palabras y dejé que la conversación se disolviera en el suave murmullo del motor. Mientras nos acercábamos a mi casa, mi mente seguía trabajando, tratando de desentrañar los misterios de esa noche enigmática y entender cómo me había encontrado en medio de la oscuridad, con Bill como mi único faro.

GSPg - Bill KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora