Capitulo 1

54 12 3
                                    

Esos vestidos, adornados de perlas y costuras finas de una tela radiante, acogían en sus cuerpos delgados. Los rostros, refinados y delicados, lucían labios carnosos de un color rojizo. La musculatura de cada hombre destacaba, envuelta en las ropas más costosas del reino.

El olor a vino llenaba la estancia mezclándose con el embriagador aroma de perfumes caros. Leves risas resonaban en el ambiente. Aquel hombre, vestido de las costuras más finas, deslumbraba su bella sonrisa en su pálido rostro. El brillo de sus ojos irradiaba de pura esperanza y amor hacia su reinado.

"Arrodillense ante el emperador"
Se escucho, el silencio y tranquilidad
se hicieron presente con la llegada
de su Majestad..

Las puertas de aquel castillo se abrieron, revelando aquellos ojos verdes como esmeralda. Su cabello negro como carbón, enmarcaban una piel fina, con pómulos que desprendía un delicado tono rosáceo y una sonrisa refulgente.

Cada persona presente admiraba la hermosura de aquel hombre, arrodillándose con cada paso que daba como muestra de respeto. Las mujeres se acercaban en busca de su atención, pero una bella dama, mostrando seguridad, abrió paso entre la multitud.

"Damos paso a nuestra querida duquesa Adara " Se anuncio, las sonrisas cesaron y todas las miradas se dirigieron hacia ella, las expresiones negativas no se hicieron de esperar, y los susurros en la sala aumentaban.

Aquella mujer sonrió con un ego que era palpable, su sonrisa maliciosa iluminó su rostro fino y hermoso similar a una perla recien pulida. sus ojos azules, como un par de zafiros, brillaban más que el mar bajo la luz del sol.

Con voz alta, dijo "¿Como esta Majestad? ", su mirada mostraba una inocencia pura y plena, contrastaba con el brillo de sus ojos azules. Mientras extendía la mano hacía el hombre que estaba frente a ella. Sin embargo su sonrisa desvaneció, al recibir su respuesta "Eres desagradable" su mano cayó, y aquellas dos palabras destrozaban su frágil ego..

"jaja" Tu sonrisa engañosa mostraba lo destrozada que estabas, pero lo ocultas agarrando su mano y estrellarla contra tu pecho "Como siempre tan bromista". Con fuerza te solto y, en un brutal silencio, te dejo. Las lagrimas brotaban de tus ojos cristalinos y caían lentamente, mientras el enojo se acumulaba.

Acomodaste tu vestido de perlas y, con indiferencia, te marchaste sin mirar a los lados pasando, con un ego que deslumbraba a tu alrededor. La habitacion se lleno de silencio, mientras la musica seguía sonando, los presentes miraban con confusion, mientras otros se burlaban.

"Que decepcion que nuestra querida Adara no haya podido hablar con su majestad" decía alguien con pizca de burla, mientras los presentes se reían.

Las risas pequeñas sonaban como una melodia. "Que triste que el emperador no haya querido estar con una mujer tan bella como ella" expresaba otros, mientras algunos solo encontraban gracia a la situación.

Todas anhelaban estar con ese hombre, pero su actitud cortante y fria lo impedía. Claro, todas las de alto rango lo deseaban como esposo, pero el deseo era difícil de alcanzar .

Con el amargo sabor que dejo la escena, algunos se retiraron, mientras que otros se quedaron a disfrutar.

El olor a rosas se mezclaban con la espuma que caía,mientras el chapoteo de las prendas se escuchaba a la distancia y las quejas de aquella dama aumentaban

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El olor a rosas se mezclaban con la espuma que caía,mientras el chapoteo de las prendas se escuchaba a la distancia y las quejas de aquella dama aumentaban.

"Que aburrido el tener que ver siempre como este castillo esta repleto de personas importantes" Con pequeños pucheros y susurros se desbordaban de su canto" Como desearía ser uno de ellos".

Con anhelos, reflejaba sus ilusiones,lo deseaba con lo mas hondo de su pecho, pero solo era una simple plebeya sin las minimas oportunidades.

"Y si doy un vistazo al castillo" pensaba con un pequeño deseo y nervio. El miedo y la emocion crecía, mientras suspiros aspirantes partían de su bezo y una pequeña sonrisa se manifestaba. El simple hecho de imaginar las probabilidades de solo verlo hacia que su pecho se expandiera y brincara de exitacion.

Con determinación, partiste aunque temblabas con miedo. ¿Era emocion? ¿Miedo? O quizas un complemento de emociones que revoloteaban; esas que se conocen como "mariposas en el estómago", la sensación era a la vez desagradable y reconfortante como un abrazo que te recuerda a la realidad.

"¿Esta bien ir y no haber terminado mi deber como mujer en mi hogar? " no sabría responder, pero lo desconocido es tentador.

El crujido de las pisadas se escuchaba en el silencio reinante. Los nervios se ensanchaban; a pesar de los pensamientos negativos, ella mantenía una pizca de esperanza de verlo. Aunque parecía una locura ir, había visto a otros visitar el castillo y lograr ver al emperador, aunque fuera de lejos.

A solo a unos pasos, trago saliva y respiro hondo. El lugar era grande y majestuoso, y las luces le daban un toque de alegria. Ansiosa, acelero el paso, pero fue abruptamente detenida. Tratando de sostenerse para no caer, observo confundida.

"No esta permitido el paso" exclamó con autoridad, mientras te alejaba con firmeza.

Cierto, no podia entrar. Con tristeza apartaste el paso, recogiste el paño que se había caido y te alejaste del brillante lugar, dirigiéndote a casa con decepcion. Sin embargo, un leve ruido llamo tu atencion. Con pasos pequeños te acercaste ,tocando las hojas de un arbol verdoso.

Al abrir el paso, descubriste un rincón donde aguas cristalinas brillaban bajo la luz de la luna, que caía como cascadas. El color verde pintaba la estancia, y luces amarillas titilaban. Allí ,en medio de ese paisaje encantador se encontraba un hombre, cuya belleza era inigualable. Su vestimenta era bellisima y, su rostro tan delicado como un cristal y fino como una flor floreciente.

"¿Quien eres?" preguntó con voz grave, mostrando autoridad mientras se perdía en sus ojos. Sin respuesta, repitió la pregunta. El sudor caia de los nervios, pero al ver el rostro sereno del hombre y tras tragar saliva, te tranquilizaste. Con voz clara y fuerte, finalmente hablaste.

"Me llamo Emma.. ".

El Sueño De Una Plebeya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora