Capítulo 2

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Con pavor menciono su nombre y un suspiro se escapo de sus labios pálidos y quebradizo. "Emma", fue lo que salió de su boca, casi como un murmullo. Las gotas de sudor recorrían su rostro y caían con lentitud, estrellándose en el suelo verdoso. Sus ojos color canela brillaban y pequeñas lagrimas ansiaban partir.

El frio recorría en su cuerpo descubierto combinándose con los nervios, sus labios temblorosos revelaban su ansiedad.

El silencio era lo único presente, salvo el suave murmullo de la corriente de agua y el canto de los grillos, ¿porqué no respondía aquel hombre más alto?, miles de pensamientos se precipitaban como cascadas en su mente, pero todas fueron interrumpidos cuando una voz angelical y sorprendentemente grave pero con un tono bajo, habló como si cuidaba de una criatura invulnerable.

"Es un lindo nombre para una pueblerina como tú" dijo el con una sonrisa, posando su mirada en la mujer que yacía frente a el.

El frío se intercambió con calor, y sus mejillas, que antes tenían un color palido, ahora estaban adornadas con un tono rosáceo, recordando a los pétalos de una rosa recién florecida. Sus ojos grandes brillaban como dos estrellas, y las emociones eran indescriptibles, además de ser confusas, eran la sensación más dulce que habia sentido.

Minutos después pasaron, y el tenso silencio desespero al hombre, quien soltó un largo suspiro y se incorporó despojandose de las prendas que llevaba, colocándola cuidadosamente alrededor de los hombros de la mujer.

Nunca había imaginado que aquel hombre, el emperador que gobernaba todo este lugar y el que tantas mujeres desearían tener un momento como este, pudiera ser tan amable y atento

"Tal vez tengas muchas dudas" dijo el, con una voz que resonaba como una melodía "Necesito tu ayuda".

Las palabras de aquel hombre se adentraron en lo más profundo de sus pensamientos. Aturdida aún por los eventos de aquella noche, no sabía cómo responder a su solicitud, ¿porque querría que me hiciera pasar por una baronesa?, el favor parecía trivial y fuera de lo común, pero la desesperación en su rostro era palpable.

Recordaba haber oído rumores sobre el rey, que estaba obligado a encontrar una mujer para tomarla como esposa y que, según el chisme, Adara, una duquesa de gran belleza, sería su elección. Sin embargo, el rey no estaba interesado, pero sólo accedía por órdenes de sus padres, al menos encontrará a alguien que realmente le atraiga. Aunque no podia confirmar si esos rumores estaban relacionados con la petición del hombre, sabía que no era la persona adecuada para el papel, no sólo no pertenecían a la realeza, si no que fingir ser una baronesa podría ser extremadamente peligroso para ella.

A pesar de su confusión, no podia olvidar esa noche fria en la que el hombre, con su calidad sonrisa, había suavizado el hielo que la envolvía. Sus elogios, a pesar de no conocerse bien, habían dejado una impresión duradera en su corazón.

El simple cruce de miradas y las palabras intercambiadas le hicieron preguntarse si realmente era la indicada para el papel que le proponía aquel hombre. La situación parecía apresurada y, a pesar de la cortesía que el le mostraba, ella temia de meterse en algo desconocido y riesgoso. El miedo a dejar atrás su hogar y a enfrentarse a un trato incierto la mantenía en vilo.

Suspirando profundamente, trato de despejarse de sus pensamientos y concentrarse en sus tareas diarias. Necesitaba más tiempo para conocer al hombre y comprender el verdadero alcance de su propuesta antes de tomar una decisión.

En otro lugar, la tensión era palpable

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En otro lugar, la tensión era palpable. Una voz alta y exigente resonó en la habitación "Tienes que pedirle matrimonio a la duquesa. Su familia es muy prestigiosa y la presencia de esa Dama servirá en el trono" El tono imperativo y los movimientos decididos de la mujer reflejaban la seriedad de sus instrucciones. Las cortinas celestinas ondeaban con el viento, acentuando el ruido y el caos que emanaba de la figura de la mujer mayor que dictaba órdenes con firmeza.

"No puedo aun, no estoy listo.." dijo el joven con un tono de frustración.

"Que tontería. Desde que ascendiste al trono, no has buscado el matrimonio. Tu padre estaría decepcionado de ti" respondió la mujer con odio y enojo, levantándose de su asiento con arrogancia para enfrentar a su hijo frente de ese enorme espejo "Entiende, hijo, debes buscar la mano de una dama. Si no lo haces, yo me haré cargo de nuevo. Tú decides".

"¿Y si te digo que tal vez tengo a la chica indicada, que no sea Adara?".

La expresión de la mujer cambio de inmediato. La intriga se reflejaba en su rostro, aunque las dudas sobre esta nueva candidata sería adecuada para el palacio y para su hijo empezaban a surgir.

"Adara es la mejor opción; incluso su familia esta de acuerdo. Pero ¿quien es esa mujer que mencionas" pregunto la mujer, con una mezcla de curiosidad y escepticismo.

Al escuchar estas palabras, el hombre se dio cuenta de la gravedad de la situación. Los nervios comenzaban a acumularse en el, listos para estallar como un volcán apuntó de hacer erupción.

"Si sobre eso, ella no es de estos lados. Esta chica es del pueblo vecino y es hija del Barón Caleb Garza" explicó el hombre.

"No sabía que los Garza engendraron una niña, solo sabía sobre su hijo. No importa presentame la algún día y miramos si ella es la indicada".

El amargo recuerdo de sus acciones lo atormentaban. La desesperación era clara; necesitaba una mujer dispuesta a casarse con el, pero no de su entorno. Con nervios y desesperación, recorría el castillo de los Garza, con la esperanza de encontrar una dama, pero lo que su madre le había dicho resultó ser cierto; ellos no tenían una hija.

"Lamentablemente, no pudimos concebir a una hija, pero estamos felices con nuestro hijo. No comprendo su Majestad ¿para que queria saber si teníamos una hija? ".

"Señora Garza, ¿estarían dispuestos a ayudarme?" pregunto su Majestad con una mezcla de diligencia y esperanza. observo a la matriarca de los Garza esperando un signo de comprensión.

"Su Majestad, estamos complacidos de que haya tomado este viaje para visitarnos, pero ¿a que viene todo esto?" La señora Garza fruncio el ceño, evidentemente intrigada con las palabras de su majestad.

Con un profundo suspiro. Su Majestad respondió "Permítanme explicarles. Desde que ascendí al trono mi madre me ha estado presionando para que busque una esposa y asegure la estabilidad del reino. Sin embargo la pretendiente que me han propuesto no es la indicada".

Los Garza compartieron miradas entre ellos claramente intrigados por la propuesta que tiene en mente su Majestad "¿Y que tiene que ver nuestra familia en todo esto?" fue la última pregunta antes de decidir si estaban dispuestos a ayudar o no.

Asintió con compresión ante la validez de esa pregunta "He encontrado a la candidata que creo que puede ser adecuada ante mis peticiones. Ella es una pueblerina pero dado que no han podido concebir una hija, me resulta más fácil implementar mi plan.

La señora Garza asintió con compresión "Comprendo, su majestad. Para considerar adecuadamente su petición, sería conveniente que nos conceda unos días para reflexionar sobre la situación. No obstante, con gusto le ofreceremos nuestra ayuda".

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