CRIMINAL (Kim Seokjin)

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Un maldito bastardo, sin alma. Así es como la mayoría de la gente describiría a un asesino, ¿pero realmente es así? ¿Qué motiva a una persona a quitarle la vida a otra? Esas y muchas otras preguntas se hacía Gisel mientras estudiaba la ficha psicológica de su nuevo paciente.

Kim Seokjin había sido catalogado como un psicópata, había asesinado sin compasión a un hombre y no mostraba señales de arrepentimiento y ahí es donde entró ella. Había sido designada como su terapeuta particular, para lograr una confesión por parte de él.

El problema.

El problema era que mientras veía la fotografía del expediente no podía pensar en otra cosa que no fuera en probar esos labios que parecían pintados. El hombre era increíblemente atractivo y su cuerpo de hombros anchos y torso firme sumado a unos brazos perfectamente delineados prometían noches enteras de placer.

Miró el reloj sobre su escritorio y comprobó que en cualquier momento llegarían los custodios del penal acompañando al hombre. Y como si leyeran su mente, el sonido de la puerta le hizo saber que ahí estaba ya, les cedió el paso y enfocó su vista en el hombre de traje naranja, inconscientemente se lamió los labios, en definitiva una foto no le hacía justicia.

—Déjenme sola con el paciente por favor —pidió con voz ahogada, acción que fue registrada por el criminal que sonrió de lado levemente, mientras los guardias lo sentaban en el sofá frente a ella.

—Buenas tardes, señor Kim…

—Jin.

—¿Perdón?

—Dime Jin, el señor Kim era mi padre.

—Ah… ok… entonces Jin, ¿Sabes por qué estás aquí hoy? —preguntó Gisel tratando de ocultar el nerviosismo que la invadió nada más con oír su voz.

—Sí, porque quieren que le diga a usted porque maté a ese hombre. Pero no hay nada que decir, doctora.

—Gisel… puedes llamarme por mi nombre.

—Nombre bonito para una mujer hermosa…

A partir de ese momento las cosas cambiaron, las dos horas que duró su sesión, no consiguieron una confesión por parte del criminal, pero sí que una conexión se formará entre doctora y paciente. Seokjin no era ningún tonto había notado la turbación de la doctora en cuanto la vio, y sabía que no había sido por qué el fuera un preso, y mucho menos un psicópata.

Había sido por él, por su presencia. Siempre había sabido el efecto que causaba en las mujeres y había aprendido a sacarle provecho para su beneficio y Gisel no sería la excepción. Con cuidado y sin que ella se diera cuenta, había logrado que se olvidara de que frente a ella estaba un criminal en vías de ser juzgado, y viera solo al hombre que la podía hacer subir al cielo y bajar al infierno al mismo tiempo.

Tenía poco tiempo para hacerlo y no podía prolongar demasiado su juego así que en la segunda sesión, dió inicio su plan de  seducción.

—¿Por qué no te sientas aquí a mi lado? ¿Te doy miedo? Hablar contigo detrás de ese escritorio me hace sentir incómodo —le preguntó de pronto mientras la miraba con cierto deje de inocencia.

—Si así lo prefieres, me sentaré en el sofá.

La doctora se puso de pie y caminó con tranquilidad a su lado, Jin pudo apreciarla bien, era bella y muy deseable, sería más que placentero para él seducirla, y si tenía oportunidad porque no, hacerla suya.

—Ahora dime, ¿Cómo fue que conociste al hombre que mataste? —le preguntó con voz baja, queriendo infundir un cierto toque de complicidad.

—Nunca antes en mi vida lo había visto, hasta esa noche —respondió Jin mientras se acercaba sutilmente hacia ella.

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