Capítulo 3

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–¿Vas a hablar o no?

–Eh... –Irene miró hacia la zona donde Nathaniel la tenía sujeta e inmediatamente, él la soltó y volvió a meter las manos en los bolsillos, alejándose.

–Sigo esperando –le exigió él.

Ella buscaba lugares por donde escapar, pero desistió al darse cuenta de que probablemente Nathaniel la alcanzaría en una carrera. Era un asco en deportes. Así que suspiró decidiendo enfrentarlo.

–No estoy obsesionada –Nathaniel enarcó ambas cejas, escéptico. – ¡En serio! No es lo que crees.

–El ochenta por ciento de las veces, esa frase no se aplica –rebatió él, dando la vuelta para irse. Irene fue por detrás.

–Bueno yo formo parte del veinte que sí –se defendió la chica a lo que él solamente negó sin creerle.

–¿Por qué estabas escondida atrás de ese árbol? –Nathaniel le dio una mirada de reojo y la detuvo por el brazo cuando ella intentó cruzar sin ver. Esperó a que dos autos pasaran y siguió. – Y para qué sepas, como criminal te mueres de hambre. Sos muy ruidosa.

Irene jadeó indignada.

–Si no me hubieran llamado, no me habrías descubierto y me estaba por acercar a hablarte.

–¿Para qué? –preguntó deteniendo el paso, haciendo que Irene choque contra su espalda. Se miraron unos segundos y al notar que la chica bajaba la mirada avergonzada, confirmó sus sospechas. – Entonces si te gusto.

Y siguió caminando como si nada. Irene corrió a alcanzarlo.

–¡No!

–No te creo, Cachorrita.

–¿Cómo sabes que me dicen así?

–Marcel te dijo así hace un rato.

–Bueno solamente ellos pueden decirme así. Vos no.

–No estás en condiciones de exigir nada, Cachorrita.

Irene bufó harta y adelantó unos pasos para ir a su nivel. De pronto miró todo a su alrededor y comenzó a preocuparse.

–¿A dónde vamos?

–Yo, a mi casa –contestó Nathaniel, encogiéndose de hombros como si fuera la respuesta más obvia del mundo.

–Alto –dijo la chica, deteniéndolo por la manga de su abrigo –, creo que estoy perdida.

Nathaniel la observó de pies a cabeza y por primera vez desde que la conoció, pudo estar de acuerdo en algo con aquella chica tan molesta.

–Sí, se nota.

Irene decidió ignorar su comentario malintencionado, y centrarse en su verdadero problema: falta de orientación.

–No, de verdad estoy perdida. No sé dónde estoy.

Al ver como los ojos verdes de la chica comenzaban a llenarse de lágrimas y miraba para todos lados asustada, decidió ser benevolente y ayudarla. Lo último que necesitaba era que se ponga a llorar ahí porque él no tenía ni la más pálida idea de qué hacer si eso sucedía.

–Usa el GPS –le aconsejó, liberando su manga de las garras de la chica. Ella se apartó y rebuscó en su morral hasta dar con su celular. Pero como ya estaba pronosticado que Irene le fue enviada como una prueba divina, ella le mostró la pantalla muerta de su celular, frunciendo los labios en una mueca triste.

–No tengo batería –llorisqueó. Nathaniel giró los ojos e intentó seguir caminando, pero nuevamente ella lo detuvo. – ¡Nathaniel! No seas malo.

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⏰ Última actualización: Dec 01, 2023 ⏰

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