Bailar

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Sinopsis.
 Jack baila con la música alta en la cocina, ahogando los gemidos ruidosos que le rompen el corazón.

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The strokes - The Adults Are Talking


Mueve sus extremidades en el aire, baila de forma liviana, dejándose llevar por el volumen del reproductor de CD's. Sube el volumen, con el pecho apretado de escuchar los gemidos de Tyler y de Marla tantas veces. Cierra sus ojos en algún punto, dejándose llevar mientras baila, se siente bien, tan bien como puede estar un corazón adolorido. Se olvida de lo grasoso que está el suelo y de la forma en que se desliza con sus pantuflas, se olvida del dolor de su rostro tras una nueva paliza, se olvida de que Tyler está con Marla.

Baila, gira, ríe sin aliento mientras siente el cosquilleo de una buena canción.

¿Cuándo fue la última vez que se dio cariño? ¿Un momento para él? Gira ahora abriendo sus ojos y observando los ventanales grises, la leve luz del sol entra y lo acompaña. Siente sus dedos fríos y gira su cuello exponiéndolo sin preocupaciones mientras vuelve a cerrar sus ojos. La música retumba en su pecho y el dolor se ahoga.

Gira y observa ahora su taza de café vacía, sigue movimiento su cabeza de forma rítmica mientras una sonrisa de dientes le hace sentirse extraño, pone una cafetera de mal aspecto tanto como él. La canción termina para su desgracia y no sabe si la disfrutó lo suficiente, entonces vuelve a apretar el botón del reproductor para que comience de nuevo.

El café gotea y la música vuelve a resonar fuerte en las paredes y gira, encontrándose con Marla que lo mira con su camisón roído, tiene su cabello desordenado y el maquillaje corrido por el sudor, ella lo mira con la pregunta en sus ojos, un cigarrillo sin prender en sus labios.

No le da tiempo a reaccionar.

Toma a Marla de las manos mientras se sigue moviendo y ella parpadea perpleja, siguiéndolo con sus manos frías.

Bailan, tan bueno como dos deteriorados pueden hacerlo, ella sonríe con dientes grises y a él no le importa, sólo quiere seguir el ritmo, hace que ella gire y luego la balancea como dos borrachos. Ella ahora salta siguiéndolo y la toma de sus antebrazos para que no caiga, mientras ríen. No hay más gemidos, sólo son dos personas arruinadas y una música de fondo lo suficientemente fuerte como para hacerles olvidar.

Cuando ella se suelta y gira en su lugar sintiendo la música fuerte en su persona, él se acuerda del café y lo vierte en dos tazas dejando una a Marla que acepta con una sonrisa. Ella se olvida de su cigarrillo, ni siquiera recuerda que iba a fumar uno.

Entonces la música empieza a terminar y él siente el cansancio en sus huesos lastimados, toma su taza de café y sale fuera tan pronto visualiza a Tyler entrando a la cocina con su bata rosa y lentes de sol. Se escurre como una rata, pero una rata tratando de no terminar la buena sensación que le dejó su momento.

Toma su café, caminando entre la vegetación reseca y viendo algunos monos espaciales trabajar bajo el tenue sol.

Es curioso que una canción haya hecho más por él que una charla con algún jefe de los grupos de apoyo. Se siente ligero, con sus pies firmes en el pasto, camufla el aroma de la humedad y algo más con el de su taza con café e ignora que la puerta de la casa se abre.

—¿Terminaste tu rutina de baile?

Por alguna razón su voz suena molesta, pisadas pesadas en escalones húmedos, no va a dejar que lo arruine. Se gira a Tyler, manteniendo su taza de cerámica en sus manos, el calor del café lo mantiene en su lugar. Él está mascando algo, probablemente un chicle.

—¿Qué pasa?— dice ahora sorbiendo el líquido amargo—¿Te distraje?

Tyler para dos pasos antes de llegar a él, interrumpe brevemente su acción de mascar chicle, pero se recupera en segundos. Eso sólo hace que una mueca de sonrisa intente formarse en su boca, pero lo disimula girándose y dándole la espalda, mira los monos espaciales una vez más. Es... divertido jugar con Tyler, pero sabe que esto no irá a ningún lado, no es recíproco y ambos los saben.

Toma lo último de su café dándose cuenta que la canción ya dejó de sonar hace mucho tiempo.

—Bueno... veré si Marla hizo más café...—dice resignándose a mirarlo, el café en su lengua se siente melaza y la arenilla del liquido mal colado entretiene sus dientes. Ve a Tyler cruzado de brazos y algo lo enferma, su estómago apretándose. Es aquella mirada, es su presencia que hace que se inquiete en su lugar. Todos quieren ser como Tyler Durden.

Pero es una sorpresa cuando no alcanza a pasar por su lado, que escucha que el otro hombre escupe y luego siente que lo tiran hacia atrás desde la parte posterior de su cuello.

—¡Tyler que-

Cierra sus ojos esperando el golpe, pero la suavidad de un par de labios y la dulzura de la cereza lo toma por sorpresa.

La taza cae al pasto reseco y es un milagro que no se rompa en pedazos, pero poco importa en este momento cuando siente las manos de Tyler apretar su piel debajo de su camiseta blanca sin mangas, su mano es cálida y le hace algo de cosquillas. Su otra mano está ajustada en su cuello, evitando que su cabeza se desmorone de su agarre por el beso apasionado. Se inclinan y él abre su boca. Se deja acurrucar por sus manos y presiona las propias en el cuello de Tyler, disfrutando de aquél beso come almas.

Tyler tiene unas increibles pestañas. Su lengua es tan dulce por el chicle de cereza, se siente tan caliente de pronto que gime en su boca olvidándose del mal estar anterior. Entonces Tyler lo suelta y él tambalea.

El otro hombre lo mira como nunca antes, relamiendose los labios rojizos y aún sosteniendolo por sus antebrazos, a sólo un par de centímetros de distancia.

—¿Estás bien?—dice como si estuvieran en una charla casual, Tyler lo sostiene cerca, pero nada más ocurre, está seguro de que debe tener su rostro rojo y poseído por la lujuria.

—Si...—murmura tratando de no gemir como un cachorro en busca de sus labios nuevamente, la cereza del chicle aún está allí y se le hace agua la boca. Está tan confuso.

—Deberíamos entrar— dice Tyler presionando sus antebrazos mientras lo endereza en el suelo sin quitarle la mirada, hay algo allí, hay definitivamente algo en aquellos ojos celestes crudos y pupilas grandes.

Asiente a él, en una mueca de sonrisa no queriendo hacerse ilusiones, el otro hombre acomoda su ropa y eso lo desconcierta. Llega a la conclusión de que Tyler está nervioso.

Cuando entran a la cocina Marla está leyendo el periódico y tiene un cigarro en la mano que no sostiene el papel, una taza humeante de café en la mesa. Ella no los observa pero está sonriendo cuando finalmente lo mira, específicamente a su persona. Tyler titubea y pasa dando zancadas hacia la nevera.

Ella escuchó todo.

Su cabeza está confusa.

¿Tal vez sí sientan algo? 

Fragmentos (TylerxNarrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora