CAPÍTULO 1 "Ridículos"

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No hay nada más hermoso que despertar mientras el sol entra por la ventana de la habitación. Esa ventana que permite descubrir la belleza de la mañana, el rocío en las hojas de las flores del jardín, demostrando la frialdad de la noche anterior. A lo lejos se escucha el relinchar de un caballo y me doy cuenta que estoy donde quiero estar. Quizás no tengo todo lo que amo, o a todos los que amo, pero no es señal de que no ame mi vida.

-¡Sooool!- una voz familiar me hace despertar de mi ensoñación. Y corro hasta acercarme a donde provienen los gritos.

- ¡Nanaaa!- imito su tono de voz y me causa gracia que la asusté un poco, tal vez demasiado, al alzar la voz. Provocando que una de sus preciadas cucharas de madera caiga al suelo. Me mira con cara de querer asesinarme y no puedo contener la risa.

- Se puede saber que hacías?- me pregunta con una ceja enarcada mientras me mira fijamente, y yo solo puedo responder lo mismo de siempre.

- No estaba durmiendo, lo juro- digo mientras me llevo una mano al pecho y otra a la espalda, cruzando los dedos. Lo he hecho tantas veces que ya me sale natural.

- Se puede saber por qué aún no te haz cambiado?- no puedo evitar notar su tono de enfado.

- Vaya, esta mañana estás muy curiosa, nana- Le respondo, ganándome un jalón de orejas de su parte y un "responde". Y yo solo me limito a observarme de arriba a abajo mis pantuflas, mi cabello desordenado y mi no-sexi pijama de estrellas. Agradezco que mi hermano Leo haga acto de presencia en la cocina para evitarme otro jalón de orejas tan temprano.

- Buenos días bellezas- dice mientras se acomoda en una de las sillas de la mesa de la cocina, que está repleta de deliciosa comida, que a propósito no me había dado cuenta. Quizás porque una señora me estaba jalando las orejas.

- Te vez muy hermosa con tu pijama hermanita, pero no creo que a papá le haga mucha gracia que no respetes el código de vestimenta de la fiesta, aunque seas la rebelde de la familia- escucho decir a mi hermano mientras se lleva a la boca una dona. Pero cómo enfadarme con él si es más dulce que lo que se está comiendo con tanto empeño, a pesar de que solo él entiende sus bromas para nada graciosas.

- ¡Hello hello!- entró el payaso a la cocina con sus peculiares intentos de dar los buenos días y antes de que pueda decir algo me mira de arriba a abajo y suelta una carcajada un tanto estruendoso. - ¿ Qué es ese disfraz que llevas puesto Soledad? - vaya, cuanta mierda en una sola frase.

- Pues es un pijama Bartolo, se usa para dormir- le respondo fingiendo un tono bastante infantil.

- ¡No me llamo Bartolo!- espeta enojado.

- Pues yo tampoco me llamo Soledad, y tu empezaste así que ahora no te molestes en molestarte.

- Vaya, que ingenioso de tu parte sister, además de fea, stupid

- Pues tu te vez ridículo con tus intentos de inglés forzado.

- Y tu te vez más ridícula siendo un intento de diseñadora promedio- Auch, eso dolió poquito muchote.

- Pero tu te vez mucho más ridículo rogándole a Cris que vuelva contigo- en tu cara perra.

- ¡YA BASTA!, esto ya se convirtió en una competencia para ver quién es más ridículo- dijo mi nana, ya desesperada por la naciente pelea entre Bartolo y yo. Leo solo se concentraba en su desayuno y en leer el periódico.

- Mejor vayan a cambiarse antes de que lleguen los invitados.

   Con una sensación de victoria observo a Bartolo marcharse con el rabo entre las patas, mientras murmura un "me las vas a pagar" y yo le contesto mi habitual "lo espero con ansias".

- Sol, también estaba hablando contigo niña.

- Pensé que el regaño era para Bartolo por ser tan ridículo- contesto haciéndome la tonta.

- No le digas así a Iván, ya sabes que se molesta. Y antes que me digas que él empezó, mejor subes a tu habitación porque ya es bastante tarde.

- La nana tiene razón Solecito, papá acaba de enviarme un mensaje para decirme que está todo listo y ya están llegando los primeros invitados.

- Vale ya subo- respondo antes de tomar una dona y apresurarme a las escaleras para subir a mi habitación.

  Okay, debo admitir que estoy un poquito emocionada, o tal vez muy emocionada por la fiesta que organizó mi papá. Porque más que una fiesta, es una feria donde los dueños y empleados de aciendas vecinas, vienen a la nuestra para pasar un día en familia y divertirse. Pero lo que más me emociona es la tradicional carrera de caballos, uno de mis sueños es competir en ellas. Puedo decir humildemente que soy muy buena jinete pero papá dice que todavía no he encontrado el caballo adecuado. Y yo pienso que si lo he encontrado, solo que todavía no he podido montarlo, porque el caballo de mamá solo puede montarlo él.
  Entro al cuarto de baño y reproduzco una canción en mi teléfono para amenizar la mañana. Mientras me cepillo los dientes y me hato el cabello en un chongo, pero después me arrepiento y lo desató para lavármelo.
Después de múltiples resbalones, tres conciertos y un baño de nueve horas y media, salgo de la ducha y escucho mi móvil sonar. La pantalla nombra a mi intento de novio.  Peter Pan Llamando...

- Hola- contesto mientras pongo el altavoz para agarrar el secador de pelo.

- ¡Pajarita te extrañé!- contesta una voz empalagosa al otro lado de la línea que me va a hacer vomitar la dona del desayuno. Pongo los ojos en blanco y trato de pensar una respuesta inteligente.

- Estaba en el baño- bravo Sol, que ingenioso de tu parte, aunque literalmente no es mentira.

-¿Desde la semana pasada?- bla bla bla

- Fue un largo baño.

-¿Podemos vernos hoy?

- No puedo, hay una fiesta en la acienda y no voy a dejar solo a mi papá.

- ¿Puedo ir?- no sé qué responder, me quedé con la mente en blanco.

- Vale, nos vemos en una hora pajarita, adiós- y antes de que pudiera decir una palabra, colgó el teléfono.

- ¡Qué bien! Me espera una gran fiesta- me digo a mi misma para darme ánimo.

  

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