CAPÍTULO 3 "¿Por qué carajos?"

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Diego:
  Llevo tantas horas subido en este avión que ya perdí la cuenta. No puedo creer que vuelva a la tierra donde nací y donde me derrumbé. Solo que ahora vuelvo como un hombre nuevo. Quiero pensar que volver serán como unas vacaciones relajantes, después de estar tanto tiempo en la ajetreada ciudad de Boston. Me hará bien respirar aire fresco y alejarme de la civilización un rato. Por eso acepté la oferta de trabajo de mi viejo amigo, de trabajar en la acienda de su familia. En cuanto me bajo del avión voy por un café a la cafetería del aeropuerto, tengo las piernas adormecidas pero lo menos que tengo ahora, es tiempo para descansar. Al salir me encuentro con mi nuevo coche gris, listo para estrenarlo y agradezco infinitamente al internet por hacer mi vida más fácil. Pongo el rumbo en el GPS y enciendo la nave. Al llegar a mi destino me encuentro con el lugar más triste que he visto en mi vida, solo que ya lo he visitado tantas veces que estoy acostumbrado a su soledad. Me acerco al lugar donde tantas veces me derrumbé y aparto las hojas secas.

- Hola mamá- me cuesta trabajo pronunciar las palabras porque siempre mi yo más joven, pensó en todos los escenarios posibles menos en este.

- Lamento no traer tus tulipanes pero es que recién me bajé de un avión. Pero te traje esto, que se que te va a gustar más que las flores- saco de mi abrigo una vieja foto familiar que encontré hace un tiempo entre cajas olvidadas. Refleja el tiempo donde mi vida era perfecta y conocía el verdadero significado de felicidad.

- ¿Recuerdas ese día?- hago una pausa y continúo. - Toni estaba muy feliz porque papá le había comprado su tan ansiada caña de pescar y cuando fue a probarla un pez lo jaló demasiado y fue a parar al río. Quedó todo empapado- Puede parecer ridículo pero siempre que hablo con mi madre espero obtener una respuesta de su parte. Pero nunca sucede y mi lado racional me dice que una lápida no puede hablar, pero no es cualquier lápida, es mamá.

  Al salir del cementerio, voy rumbo al hotel donde me hospedaré los próximos días. Mi móvil suena y me pongo los auriculares para poder contestar sin tener que interrumpir mi camino.

- ¿Bueno?

- Estoy yo- contesta una voz familiar al otro lado de la línea que me hace sentir en casa.

- Ya extrañaba tus bromas hermano.

- Creo que eres el único que las extraña- suelta una carcajada y continúa -Te llamaba para saber cómo ha ido el vuelo.

- Pues ya que no se ha caído el avión, creo que bien.

- Te digo que yo extrañé más tus bromas. Pero bueno también te llamaba para decirte que mañana hay una fiesta en la acienda y mi padre me ha pedido que te invite.

- Entonces si el no te pide que me invite no lo hubieras hecho. ¿Eh?

- ¿Sabías que eres un idiota? Claro que lo hubiese hecho de todas maneras, pero papá está muy emocionado de volver a verte, y mucho más de que trabajes con nosotros.

- No te prometo nada pero voy a hacer lo posible por asistir.

- No te estoy presionando, puedes tomarte el tiempo que quieras para descansar. Mi padre lo entendería.

- Tranquilo, estoy bien. Creo que yo necesito más que descansar, relajarme. Y qué mejor lugar que la acienda Halcón.

- En eso tienes razón idiota. Entonces mañana te espero para darte tu tan esperado abrazo de bienvenida.

- No puedo esperar para verlo- lo escucho reír mientras corta la llamada.

   La tarde transcurre tranquila, ya me siento aclimatado a esta ciudad, y solo llevo unas horas aquí. Dudé un poco cuando me ofrecieron el puesto en la acienda, pero después lo pensé mejor y me dieron ganas de regresar. El hotel es bastante cómodo y la vista es maravillosa, tanta es la tranquilidad que no me cuesta quedarme dormido en el sofá de la habitación. No sé cuántas horas transcurren pero cuando despierto ya es de noche y la ciudad está perfectamente iluminada por la luna y las múltiples luces de los focos de la calle. Creo que es hora de dar una vuelta por la ciudad. Tomo mi chaqueta de cuero porque a pesar de ser verano, la temperatura baja un poco en las noches, y salgo del cuarto de hotel que ya me estaba asfixiando.
Tal y como veía desde la ventana, la ciudad está llena de luces por todos lados. Pero me llama la atención después de caminar un poco, un establecimiento con un cartel con luces neón, que supongo que sea un bar. Al entrar busco la barra y pido un trago de vodka porque de verdad lo necesito. Una chica de cabello riso y curvas peligrosas se sienta en la silla de al lado y le da un sorbo de su bebida, mientras me mira coquetamente. Puede que sea una noche entretenida.

  

   Suena el despertador y me remuevo en la cama perezosamente y mi cuerpo se encuentra con una chica morena que duerme plácidamente entre mis sábanas. La cabeza me duele un poco, debe de ser producto de todos los vasos de vodka que bebí ayer. Me levanto de la cama y el mareo me ataca, ¿se puede saber cuánto bebí anoche? Me ducho y me pongo mi traje formal para salir a hacer unas diligencias. Antes le pido el desayuno a la chica, que ni siquiera sé si nombre, porque sobretodo soy un caballero. Estoy unas horas en la calle y casi olvido la dichosa fiesta hasta que recibo un mensaje.

Leo:  No te olvides de la fiesta.
Aún está en pie lo del abrazo ;)

                                         Yo: Nunca me olvidaría
                                                  De ti, bombón ;)

  Suelto una carcajada y pongo en marcha el auto, sé que me espera un largo camino hasta la acienda, pero estoy emocionado porque voy a ver otra vez a mi único amigo de verdad. Sí, porque Leonardo Ponce es más que un hermano. Es la persona que me ayudó a sobrevivir en una ciudad donde no conocía a nadie y donde todo me parecía superficial. Aunque conduzca lo más rápido posible se que no voy a llegar temprano a la fiesta, pero almenos veré la famosa carrera. Salgo de la ciudad y me aproximo a la autopista, ya se respira un aire diferente, más puro y limpio. Los árboles le dan un aspecto misterioso a los alrededores, pongo la radio para amenizar el camino y termino tarareando una canción de Abraham Mateo sin darme cuenta. Ya empiezo a ver caballos y vallas por todos lados, y se que me estoy aproximando a la acienda de los Ponce. Respiro aliviado porque el sol ya se está ocultando y evito conducir de noche por sobre todas las cosas.
   A lo lejos diviso una mansión de dos pisos pintada de blanco y con una gran fuente en la entrada, tal como la recordaba. Subo las escaleras y toco el timbre, me recibe un señor de unos cincuenta años y me invita a entrar. Al recorrer la entrada no puedo evitar observar todas las decoraciones antiguas pero a la vez tan modernas. Llego a la sala y me detengo cuando veo una foto familiar que es antiguo, ya que Leo se ve como un adolescente y sus hermanos un poco más chicos. Las ventanas panorámicas de la sala me muestran las hermosas decoraciones de el jardín trasero, donde imagino que se celebró la recepción, aunque ahora está completamente vacío. O eso creía hasta que percibo un movimiento en la hierba y me acerco para ver de qué se trata. Resulta que el movimiento en la hierba no era una anaconda ni nada por el estilo, sino que una chica de cabello rojo vino se removía por todo el suelo. A su lado estaban sus botas y tres botellas de champán vacías. Parece que se divirtió bastante porque el olor a alcohol era más que evidente. A juzgar por sus botas y su sombrero parece que es una empleada de la acienda, y si vamos a ser compañeros de trabajo, lo mejor es que la ayude a levantarse antes de que caiga a la piscina en una de sus volteretas.

- Disculpa, ¿puedes levantarte?-pero la chica solo murmuró cosas ininteligibles. Y yo como caballero que soy me dispuse a cargarla en brazos. Veo un sofá en una caseta resguardada con sábanas blancas y me acerco para acomodarla.

-¿Yaa stoy en er cieelo?- murmura arrastrando las palabras y yo ahogo una carcajada.

   La recuesto en el sofá y cuando estoy a punto de irme, ella agarra mano y hace que me siente en un espacio del sofá junto a ella. Durante un rato dice cosas incoherentes sobre ángeles y Romeos, que me causan mucha gracia. Y cuando intento volver a ponerme de pie, me jala hacia ella y hace lo que menos me esperaba. Me besa. Y no un beso cualquiera, sino un beso delicado que a pesar del sabor a alcohol, se percibe la ternura en el roce. Parece concentrada en lo que hace, pero está borracha, y yo no soy un aprovechado. Entonces ¿por qué carajos no me aparto?

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⏰ Última actualización: Dec 07, 2023 ⏰

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