CAPÍTULO 2 "¿Es acaso mi Romeo?"

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Tarareo una canción mientras me dirijo a mi vestidor y tomo el vestido rojo de tirantes finos, que ya había apartado para la inauguración de la feria, que es un poco más formal porque se reúnen los asendados para hablar de negocios. Al ser inicio de verano hace mucho calor por eso opto por hacerme una coleta alta, que resalta mis pendientes y el maquillaje. Me asomo por la ventana y miro hacia el jardín trasero, decorado completamente de blanco y rosas rojas que le dan el contraste perfecto. Hay que admitir que a papá se le da bien la decoración, entre otras cosas. Me entretengo un poco contemplando la festividad desde las alturas y me interrumpen unos toques sutiles a mi puerta.

- ¿Quién?

- El lobo feroz- contesta la dulce voz de mi hermano Leo.

- Debes saber que el chiste es muy anticuado.

- Pero aún así me gusta. Bueno como va esta futura diseñadora de moda jinete de caballos de la acienda Halcón.

- Pues, no estoy muy segura de que eso sea una profesión de verdad, pero me gusta- le contesto con una innegable sonrisa.

- Vine a ver si estabas lista para ir a saludar a los invitados.

- Solo tengo que ponerme los zapatos y listo- digo mientras me apresuro a buscar mis zapatos de tacón mega ultra espacial intergaláctico porque caminar en sancos es muy cómodo y lo más normal del mundo.

- ¡Wow!, ser mujer debe ser difícil, pero no tanto como caminar en esos tacones hermanita.

- Es cuestión de acostumbrarse.

- Bueno pues permítame acompañarla a la fiesta, bella dama- dice mientras hace una reverencia muy graciosa.
Y yo lo imito y le tomo la mano para no caerme por las escaleras con mis simples tacones de tres pisos.

Al llegar al jardín todos hablan y se saludan armoniosamente y yo solo quiero que empiece la carrera. A lo lejos veo a mi papá que nos hace una señal para que nos acerquemos. Se ve muy guapo con ese traje formal pero a la vez se me hace un cuarentón muy sexy. Bartolo está a su lado bebiendo una copa y con su sonrisa de medio lado, hay que admitir que se bañó antes de salir porque se ve un poquito mejor que nunca.
- ¡Muñeca!- me saluda mi padre con su sonrisa abitual.

- ¡Esto está increíble!- me apresuro a decirle y después le beso la mejilla.

- No tanto como tú.

Saludamos a algunos invitados y mantenemos conversaciones triviales con ellos. Mis hermanos huyen de las esposas de los señores, que los miran descaradamente. Y después me quedé a solas con mi papá, mi parte favorita del día. Conversamos sobre los despampanantes vestidos de algunas señoras y sobre la calvicie de un mesero. Mientras reía de las ocurrencias de mi papá, mi mirada se encuentra con una melena larga y negra que viene acercándose a mi.

- ¡Pajarita!- dice mi esclavo, alias novio, cuando está lo suficientemente cerca. Mi papá me mira en su fallido intento de contener la risa cuando voltea a ver a Peter Pan.

- Usted debe de ser el señor William, padre de mi novia- le habla Peter a mi papá con un tono formal muy gracioso, mientras se acomoda su larga cabellera detrás de la oreja.

- Hija, no sabía que eras lesbiana- me dice mi papá muy divertido y yo ya no sé cómo contener la risa.

  Después de ese épico momento incómodamente gracioso, Peter fue a buscar unas copas y mi papá me mira con una ceja enarcada y una carcajada a punto de salir.

- Está como curioso, ¿no?- le digo mirando al esclavo y después a él.

- Pues yo creo que necesita una rinoplastia de emergencia.

- ¿A quién se le ocurre ir a una fiesta en esas fachas?

- Parece que anda en pijama- reímos a carcajadas y seguimos manteniendo una conversación entre padre e hija, donde cada uno daba su cero venenosa opinión, acerca de Peter Pan.

  La fiesta transcurrió entretenida, cuando se acercaba la hora tan esperada, me fui a la habitación para cambiar mi ropa. Sentada en las gradas la adrenalina corre por mis venas. Estoy más relajada ahora que soy oficialmente soltera. Si señores, terminé muy amablemente con el Peter Pan. Miro hacia todos lados, ansiando que comience la carrera y la vocina anuncia que ya es el momento. Cuando salen todos los caballos y sus jinetes, me encuentro con uno de los panoramas menos esperados. Bartolo está encima de un caballo... Bartolo va a competir y yo...  Busco a papá con la mirada y al verlo, camino a pasos agigantados mirando a un punto fijo.

- Papá ¿que hace Iván encima de ese caballo y en la línea de salida? Se supone que este año no íbamos a competir.

- Fue una decisión de último momento, muñeca.

- Ya, pero podías haberlo consultado conmigo. Sabes que yo...

- Ya lo hemos hablado muchas veces, Sol.

- Lo haz hablado tú papá, pero yo no he dicho suficiente.

- Cariño mejor ve a las gradas que ya va a empezar la carrera.

- Pero...

  Ni siquiera pude terminar la frase porque mi papá desapareció entre la gente. Esto es muy injusto, yo soy mucho mejor jinete que Bartolo, por qué el puede y yo no. Ya no puedo ni siquiera concentrarme en la carrera y lo único que quiero es alejarme de todos. Me encamino hacia el jardín de la casa, para beber algo porque lo necesito. Mi enojo es evidente, me siento impotente, traicionado y discriminada. Tomó una copa en mis manos y la vacío en mi garganta. Pero aún ni es suficiente, tomo otro trato y repito el proceso hasta perder la cuenta. Ahora si que estoy relajada. Me quito las botas y me siento en la hierba, que hace cosquillas en mis pies. No puedo parar de reír y aunque no puedo abrir los ojos del todo, me siento feliz sin ninguna razón. O quizás la razón sea las tres botellas de champán vacías al lado mío. Cuando los ojos se me cierran plenamente, siento que mi cuerpo se eleva. ¿Será que estoy volando? No sabía que era uno de los efectos del alcohol. Que bien se siente. Pero cuando entreabro los ojos veo un hombre muy guapo frentea mi. Parece que ya estoy en el cielo porque un ángel me lleva en brazos. ¿Quién es mi ángel? ¿Es acaso mi Romeo? ¿O son los grandiosos efectos del alcohol?

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