La Hermana de la Doctora Snow. (The Flash)

Capítulo 1.

Me desperté otro día más en mi aburrida vida sin nada de emoción, siempre estudiando, siempre sacando buenas notas y siempre a la sombra de mi querida hermana, Caitlin Snow, la preferida de mis padres, pero aún así, la quería. Nos llevamos unos cuantos años, pero la gente se asombra con cuanto nos parecemos ella y yo.

Miré la hora del móvil, todavía era temprano por lo que no me preocupé mucho por el tiempo y me senté al borde de la cama mirando al infinito, como siempre. Bostecé un par de veces antes de dejar de fantasear y levantarme de una vez por todas bastante cansada. Ya me había sacado la carrera de Bioquímica y Biología Molecular a los 19 años, gracias a mi, como decía mi ex-profesora: "súper-inteligencia". Sonreí al recordar las ocurrencias de esta y fui en busca de mi hermana por toda la casa, hasta que me acordé que se había ido a trabajar a los laboratorios donde lo hacía.

Desayuné tranquilamente y me puse a pensar en que debería encontrar un trabajo para mantener mi mente entretenida después de todos esos años de estudio. Suspiré algo cansada y dejé el vaso sucio del desayuno en el lavaplatos.

Fui al salón y en la mesa encontré un taco grande de papeles y junto a ellos, un marco con una foto de mi hermana y su difunto marido, Ronnie y un termo en el cual quedaba un poco de café. Me acerqué al marco, lo cogí con las dos manos y sonreí tristemente.

Se les veía felices en la foto, era una instantánea del día de su boda. Mi hermana estaba guapísima y estaba tan emocionada aquel día que casi se desmayó cuando se dio cuenta que un día como era ese, se casaba. Ronnie la hacía increíblemente feliz y a mí también, era un gran hombre. Pero unas semanas después de casarse, hubo una catástrofe en los STAR laboratories al encender el acelerador de partículas, y Ronnie murió. De ese fatídico día hacía ya casi diez meses, pero a Caitlin le seguía doliendo como el primer segundo en el que supo que al hombre al cual amaba, lo había perdido para siempre.

Dejé el marco de nuevo en la mesa mientras me temblaba el pulso y miré la pila de papeles, sabía que no debía fisgonear porque eran asuntos de STAR labs., pero aún así, le eché un vistazo rápido porque la curiosidad me mataba. Se trataba de unos informes que hablaban de lo que podía haber fallado en el acelerador para que estallase. Los papeles tenían un contenido importante, por lo que decidí llevárselos a mi hermana a los laboratorios.

Me fui a vestir y me puse unos shorts vaqueros de tiro alto con unas medias negras debajo ya que empezaba a hacer frío, un jersey gris clarito, unas converse rojas y me dejé el pelo suelto. Cogí los papeles y los metí en una mochila negra, en la cual metí también dinero, el móvil y las llaves de casa.

Salí bastante apresurada porque no sabía verdaderamente si esos papeles eran importantes, pero si lo eran, se los tenía que llevar a Caitlin.

Andé un buen rato por las calles de Central City y pasé por la cafetería Jitters a por un café. Me atendió una chica morena de piel y de pelo, muy maja, Iris ponía en el cartelito identificativo de su camiseta; luego seguí mi camino hasta Star laboratories.

Mientras iba caminando, un destello rojo y brillante pasó a gran velocidad por mi lado e hizo que mi pelo se moviese violentamente hacia delante y que mi jersey se levantase un poco. Me quité el pelo de la cara lo más rápido que pude y me quedé observando atónita la estela roja que dejaba aquello que fuese esa cosa que iba tan rápido.

Cuando llegué, entré en el recinto fácilmente ya que me conocían por mi hermana. Algo bueno tenía que haber en tener una hermana que trabajase allí. Paseé por un gran pasillo dirigiéndome a la sala principal.

-Cait.-La llamé.- Te has dejado en casa estos pa...-Dije mientras entraba en la gran sala principal, solo que no me encontré con mi hermana, ni con Cisco, ni con el doctor Wells. Había dejado la palabra a medias ya que me encontré ahí en medio a un chico con un jersey azul y una camisa de cuadros por dentro del jersey. Estaba de espaldas a mí, pero en cuanto traspasé la puerta, se giró para mirarme.