chapter II

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La confusión aumentó cuando Jun vio a personas correr en dirección contraria al supuesto "refugio". Observó la desesperación en sus rostros y, al escuchar los disparos resonar en el lugar, comenzó a retroceder.

Se dio cuenta de que todo estaba perdido al ver a los soldados disparando a todos lados, hiriendo incluso a los civiles. Dudó un momento, pero rápidamente tomó a la niña en brazos y comenzó a correr en la dirección opuesta.

Si no tuviera a nadie que proteger, habría optado por dar la vuelta y ayudar a sus "compañeros", que más que eso, eran asesinos disfrazados de sobrevivientes.

Sin ninguna pizca de empatía.

Cuando vio que las personas subían a diferentes camionetas, buscó la más fiable. Ninguna lo parecía. Sus ojos se fijaron en un pequeño auto rojo brillante. Una sonrisa inconsciente apareció en su rostro y corrió hacia él. Dejó a la pequeña detrás del vehículo y suspiró.

—Escondete bajo el asiento, no salgas de aquí hasta que vuelva —dijo, colocando una mano en la cabeza de la niña y sonriendo—. Volveré pronto, mi deber es ayudar a la gente, así que no te preocupes. Estaremos bien.

Cuando se dio vuelta para irse, la menor tomó su brazo, haciendo que su corazón diera un vuelco. Había olvidado que él era la única cara conocida para ella.

—No me dejes sola —rogó la pequeña con lágrimas en los ojos—. Por favor, no te vayas.

—Volveré —prometió falsamente—. No te muevas y cuídate.

Cerró la puerta del auto y suspiró, tomando el mango de su pistola y caminando en dirección contraria a la multitud. Los cuerpos chocaban con el suyo, todos aterrorizados.

Volteó una última vez hacia el auto y suspiró, acelerando el paso. La caminata rápida se convirtió en trote y, finalmente, en una carrera.

Cuando vio a una criatura extraña, se detuvo. Esta tenía a una pequeña niña entre sus manos. Apuntó como los otros soldados al fenómeno, pero su mano comenzó a temblar al hacer contacto visual con la criatura. En esos ojos grandes, vio más vida que en los de los humanos en ese momento. Bajó el arma al recordar la sonrisa de su madre en esos ojos. Dio dos pasos atrás y regresó al auto. Lo mejor sería irse de allí.

Ignoró las órdenes de sus compañeros y regresó junto a la pequeña, sabiendo que la verdadera amenaza no era ese monstruo.

Entonces, un hombre vestido de negro chocó con su cuerpo. Jun observó sus ojos y suspiró, escuchando suavemente "lo lamento tanto". Parecía ser el único soldado con modales.

Vio al monstruo correr con la niña en brazos y al hombre anterior regresar corriendo. Jun tomó su brazo y frunció el ceño.

—¿Qué crees que haces? —preguntó Jun—. Te recomendaría tomar una camioneta y huir lo más rápido posible.

—¿Me estás incitando a desertar? —preguntó el desconocido, quitándose el pasamontañas.

—Te estoy invitando a ser coherente —respondió Jun con firmeza—. Los pocos sobrevivientes están en peligro. La mayoría se preocupa más por sí mismos que por las personas. Dime —acercó el pasamontañas al rostro del hombre—, ¿quieres ser uno más de esos egoístas?

Mon amour |  Park Chan-youngDonde viven las historias. Descúbrelo ahora