Efectivamente, me escape

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—  Por favor siga las reglas, señor. — ya era la tercera vez que la recepcionista del hotel le llamaba la atención por el ruido, lo peor era que el no estaba haciendo el ruido, era su vecino.

— Señorita realmente no soy yo el que está molestando, es el maldito de la puerta 510 — que ese maldito convenientemente paraba cuando la recepcionista subía.

— Mmhg, déjeme corroborar con los demás huéspedes — le dijo molesta la mujer ¿Porqué? ¡Si ni siquiera era su culpa!

— Claro — fue lo último que le dijo a esta antes de cerrar y volver a la cama.

— Jajajaja no puede ser, a dónde vayas la pasas fatal, ¿Tu suerte podría ser peor? — le dijo un albino en la pantalla de su teléfono.

— Ni que lo digas — realmente su día no estaba siendo el mejor.

— Escapaste de Dazai ¿Verdad? —  no esperaba que el otro le preguntara tan directamente y realmente no quería responder eso.

— Yo... — no dijo nada más, estaba apenado por su reacción tan infantil.

— Ya veo — un silencio incómodo le había dicho todo.

— Chuya no pue- — antes de poder decir algo más el albino recibió otra llamada — ¡Aaaaa! Es Akutagawa, deséame suerte. — fue lo último que le dijo el albino apurado antes de colgar.

— Suerte — justo después de colgar escucho la puerta, ya estaba cansado de la situación — Señorita ya le dije que- ¡Oh disculpe! ¿Qué sucede? — su reacción fue bastante rápida, estaba rojo de la pena. Y para terminar, el chico era bastante apuesto y sabía que lo conocía de algún lado, pero no sabía de donde.

Su cabello negro un poco largo, ojos violetas, alto y parecía ser bastante delgado, todo bastante normal, pero sus ojos... Parecían igual que cansados que los de Dazai, pero con un toque más frío y no tan juguetón.

— Vaya Chuya, que linda coincidencia, ¿Qué tal? — ¿Lo conocía? ¿Porqué le hablaba con tanta confianza? ¿Linda coincidencia? No podía darle respuesta a sus preguntas.

— Vaya, que sorpresa verte — dijo con una sonrisa incomoda. Sabía que lo conocía, pero aún no sabía quién era ¿Alguien del trabajo? No, lo reconocería de inmediato, ¿El de la tortillería? No lograba recordar su cara. Esto era malo, y el otro ya sabía que no lo recordaba.

— ¿Estás bien? Estás pálido — pregunto el mas alto con una preocupación falsa.

— ¿Dazai está aquí? Hace tiempo que no lo veo en el hospital, parece que huye de mi, ¿Acaso me tendrá miedo? Jaja es una pequeña broma. — pregunto, entrando a su habitación con descaro. Mierda, ya lo recordaba.

— Mucho tiempo señor Dostoyevski, ese idiota no está —

— No es necesaria tanta formalidad, ¿Están peleados? — no contestaría ninguna de sus preguntas.

— ¿Qué desea? — dijo el pelirrojo con clara irritación.

— Vengo a disculparme, el chico del 510 es un conocido y al parecer estaba molestando — le explicaba el más alto.

— ¿Molestar? Eso queda corto — dijo el menor.

— Por eso mismo vine a disculparme en persona, lamento los inconvenientes, ¿Qué tal un café? — dijo con un tono bastante coqueto, sentándose en su cama.

— Con la disculpa basta — le respondió indiferente.

— Conozco un buen lugar. — bien, era un descarado.

— Dostoyevski, estoy casado aún —

— ¿Aún? Vaya — maldición, no debió decir eso.

— Bueno, disculpa aceptada, adiós — intento apartarle de la cama sin éxito, era más fuerte de lo que parecía.

¿Por un flan?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora