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_________________Fue en el cruce de Shibuya donde la vio por primera vez, una tarde calurosa de primavera de regreso a casa tras una larga jornada universitaria.
El mundo pareció detenerse durante un segundo cuando la vio vestida con una falda larga que se ceñía a su cintura y que ondeaba con el viento.
Se preguntó a qué se dedicaría esa chica desconocida y a dónde se dirigía con ese andar despreocupado. Se movía grácilmente con cada paso que daba en esos zapatos deportivos.
La vio bajar a la estación del metro, sosteniendo una conversación telefónica. Y entonces imaginó cómo sería su voz, qué palabras usaría y con quién hablaría; o si esa persona al otro lado de la línea le robaría el sueño, le haría tener despistes y sonreír de vez en cuando a solas; o si era la dueña de sus suspiros o de sus deseos de vivir la vida.
Megumi imaginó tantas cosas en ese momento, y ni siquiera sabía por qué esa chica había llamado tanto su atención.
Se subieron al mismo vagón, y cuando ella se sentó, sus movimientos fueron tan positivamente seductores de manera que él no podría explicarlo, y ella ni siquiera trataba de seducir a nadie.
Tampoco lo miró, y aún así, llamó su atención. La chica misteriosa se bajó en la siguiente estación, dejándolo con el deseo de escuchar su voz y saber su nombre.
¿Qué clase de nombre adornaría su bello rostro?
Pronto desechó todas las fantasías de volver a coincidir con ella en esa enorme ciudad infestada de rostros extraños, y siguió con su vida.
Y entonces sucedió. La probabilidad ínfima en un mundo lleno de cientos de probabilidades.
Fue en el Mugi no Oto donde los presentaron, en un Tokio contemporáneo de 2018. Cuatro meses después de aquél efímero encuentro, ¿y quién lo diría? Tenían a conocidos en común y hasta ese momento lo supieron. Ella llevaba su cabello recogido y vestía una falda que se amoldaba perfectamente a su silueta, con un estilo puramente bohemio que él adoró.
—¿Te gusta la cerveza? —le preguntó ella, y bebió un trago. Pero no obtuvo respuesta inmediata. Megumi miró el movimiento de los delicados dedos sobre el cristal del tarro en el que ella bebía, quien al sentirse observada, sonrió disimuladamente—. Yo, prefiero la oscura. Es más amarga —repuso, haciendo un guiño.
—Me gusta la oscura —le dijo.
—Bien. Entonces bebamos. Hará que toda la parte de la seducción sea menos repugnante —propuso ella, y se empinó el tarro para beber todo su contenido. Inmediatamente después, se echó a reír—. Es una broma. Debiste ver tu cara.
Pero no hubo risa, y eso pareció molestarla. Arrugó el entrecejo y decidió beber dos tarros de cerveza lo más rápido que pudo, como si buscara emborracharse sin sentido, luego, se encendió un cigarro, arrojando el humo entre los dos.
Ante el silencio de Megumi, hizo un mohín, mirándolo como si lo analizara. Sus miradas hicieron contacto durante algunos segundos, y él se preguntó ¿qué habría detrás de esos preciosos ojos grandes, orgullosos y vacíos?
Aquella mirada ámbar le resultó excepcionalmente enigmática y oscura, y le recordó a la manera en que mira un gato.—¿Por qué me miras de esa forma? ¿Nunca habías visto a una mujer beber como yo?
Volvió a arrojar el humo entre ellos.
—Nada de eso.
—Y entonces, dime ¿por qué estás aquí? No pareces encajar en estos ambientes —preguntó, un tanto engreída e impaciente—. Apenas y abres la boca.
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She loves cats.
Fanfiction«Por supuesto te lastimaré. Por supuesto me lastimarás. Por supuesto nos lastimaremos el uno al otro. Pero esa es precisamente la condición de la existencia misma. Convertirse en primavera, implica aceptar el riesgo del invierno. Convertirse en pres...