2.

124 19 1
                                    

Estados: actualizaciones de texto, fotos o videos compartidos por los usuarios de la aplicación.

________________

Eran las tres de la tarde aproximadamente, y el cielo despejado los observaba sigilosamente desde arriba. Hacía un calor infernal, y el sonido de las cigarras inundaba el ambiente veraniego. En un momento dado, se detuvieron en un pequeño puente de madera que estaba escondido en un hermoso jardín. Nobara yacía recargada sobre la barandilla del puente, anhelando, desde lo más profundo de su ser convertirse en una ínfima partícula para fundirse con el universo.

—Me gusta escuchar a las cigarras —dijo Nobara—, me recuerdan mi infancia.

Megumi miró el perfil delicado de la chica, y se preguntó qué hacían ahí, en qué circunstancias, para qué. Fue entonces que supo que los dos estaban huyendo.

—Solía escucharlas cada que el mundo colapsaba —continuó ella—. Eran como un refugio al que acudía cuando quería huir.

—A veces huir es lo único que te salva.

Nobara recargó su cara en la palma de su mano, sin mirarlo a él, y soltó un suspiro.

—Yo siento respeto por aquellos que huyen —confesó ella.

—¿Por qué?

—Por su facilidad para dejar toda su vida atrás y empezar de cero sin importarles absolutamente un carajo.

Megumi guardó silencio, pensando en cómo era su vida antes de Nobara, mientras sus ojos permanecía fijos sobre los dígitos que marcaban la hora en aquel reloj inteligente que tenía en su muñeca.

—¿Y si mejor nos vamos a otro lado? —preguntó ella, acomodando el olán de su falda.

—Tú elige.

Nobara sonrió y lo tomó del brazo, arrastrando a Fushiguro a su mundo.

***

Lo primero que Megumi descubrió al entrar al apartamento de Nobara, fue a un majestuoso gato pardo sentado en el alfeizar de la ventana, bajándose de un brinco en cuánto escuchó su nombre.

—Señor Nobunaga, ya estoy de vuelta —dijo Nobara agachándose para acariciarlo mientras se tallaba contra sus piernas.

El gato emitió un maullido. Inmediatamente después, otros dos gatos salieron de su escondite para acercarse a ella.

«Ella no detesta los gatos, los ama», pensó Megumi mientras observaba a Nobara. Esa era la mentira que él siempre supo.

—Señor Nobunaga fue mi primer gato —dijo mientras dejaba sus cosas sobre el sofá, y señalando a una hermosa carey, continuó—, ella es la señora Murasaki. Y el pequeño de ahí, se llama señor Onitsuka.

—Este lugar está lleno de personajes importantes —dijo Megumi, esbozando una sonrisa.

—Como debe de ser. Oda Nobunaga definitivamente es mi tipo ideal.

—Si hubieras nacido cinco siglos atrás, probablemente lo hubieras cautivado.

—No te burles de mí.

—No lo hago.

Nobara le dedicó una mirada fugaz, caminando hasta la cocina indicándole a Megumi que la siguiera  haciendo un ademán con la mano.

—Es tu turno —le dijo, intentando bajar un par de copas de vidrio de la repisa más alta en la alacena —No sé prácticamente nada sobre ti.

—Déjame ayudarte —repuso él, y se acercó a ella por detrás. Esa cercanía le llenó la piel de escalofríos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 13 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

She loves cats. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora