Ayer fuí compadecida
Compadecida por el tiempo, quien en el punto en el que la luna misma besó las aguas que llenaban mis ojos, dejó de correr. Cuando la pasión y el honor nos doblegó a mi eterno orgullo como mi heredero y a mi misma a morar con humildad a los piés de tu corazón.
Ayer cuando perdí pero no el tiempo, si no el terror a la posibilidad, porque nada es posible en la tormenta de mi calma cuando tu mirada se posa entre quien soy y la verdad.
Ayer cuando se fundió con el hoy en un abrazo y por fin cayó el reloj pero yo ya no era la yo del ayer pues se fué para no volver, yo era quien debí en tus brazos antes que en la muerte y en la muerte entre la vida y el vientre de quien me trajo a la misma.
Porque yo frente a todo soy para ti, a si mismo como soy parte de el "tu" que te hace tu, soy el yo por el que ruegas al compás de las gotas de agua que besan el manto estelar en la retirada del alba.
Yo fuí para quien seré pero no seré para quien fuí porque quien fuí nunca tendrá el honor de conocerte a ti.
Fuí compadecido para tener por un minuto tu presencia, que pena que era tan delicada que solo rota pude sostenerla.