Primavera

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Hacía mucho, se decía que existían unos seres misteriosos que protegían el bosque encantado, asi como a las criaturas que habitaban el mismo. En un principio, no creía en esos cuentos que parecían muy tontos e infantiles, hasta que llegó ese día.

No recuerdo bien que ocurrió, pero terminé atrapado en aquel lugar de alguna forma, lastimado y sin poder moverme. Solo estaba ahí tirado, observando las hojas de los árboles meciéndose tranquilas con el viento, recordando toda mi vida hasta ahora.  Varios problemas familiares y una relación no tan buena con los pueblerinos, nada en lo que me gustaría profundizar.

Después de un rato, me desmayé, no sé cuanto tiempo estuve así. Sin embargo, al despertar, me percate de que me encontraba en un sitio diferente, más claro por la luz de sol de aquella tarde de primavera, donde la conocí.

Apareció de repente, cargando unas frutas en sus brazos, con una cara de sorpresa en su rostro, se notaba que no esperaba que despertará. Aunque luego esta cambio  a una expresión aliviada y feliz, mientras me mirába de cerca.

Aquel comportamiento era extraño, no obstante, podía sentir una calma alrededor suyo, algo demasiado atrayente, no solo por tal belleza, sino por aquella amabilidad suya, ofreciéndome algunas de las frutas que había traía consigo. Así que las acepte y comí, en lo que me observaba, con una sonrisa, una que jamás olvidaré.

El resto de días eran similares, seguía llevándome comida, o también cosas que encontraba por ahí en el bosque, como piedras brillantes o diversos objetos, a pesar de que no ser de muchas palabras, la comprendía muy bien.

Todo siguió así, hasta que se curaron mis heridas y quise caminar por los alrededores de la parte más profunda de aquel bosque, pues no la reconocía con facilidad. Sin embargo, en vez de estar preocupado por no poder volver a casa, pude experimentar verdadera comodidad.

Incluso en el momento en el que la chica apareció de la nada para acompañarme, causando que me sorprendiera, al verla salir de unos arbustos sin previo aviso y que la aceptará sin reproches, llegando a hablar conmigo. Todavía recuerdo lo primero que me dijo, además de aquella. voz.

"Entonces, ¿Ahora ya estás bien…?"

Era tan dulce que me tranquilizo el corazón de solo escucharla, sumado con su timidez y torpeza, las charlas se volvían realmente entretenidas.

Y así, estuvimos de esta manera durante varios días,  no parecía ser alguien del pueblo de donde yo venía, o algún otro, es más, conocía muy bien el bosque en general, en sus propias palabras: 

“Me gusta cuidar de este lugar, y de todos los animales de alrededor.”

Llego a admitir que observaba de lejos a otros humanos que pasan por la zona, le parecían interesantes, según ella, a decir verdad, no me lo creí en principio. Pero había una parte de mí, que de alguna forma confiaba en ello, aun cuando nunca fui de hacerle caso a esas cosas tontas y fantásticas.

Sabiendo que era animada, torpe y no supiera de qué hablar en la mayoría de las ocasiones, estaba convencido de que estar ahí, no me molestaba el quedarme aquí para siempre.

Estuvimos de esta manera por los siguientes tres meses, caminando y observando el paisaje, con los árboles, con las flores naciendo por todas partes, con el nacimiento de una nueva flor, aumentaba mi amor por ella, no tenia duda de ello.

De este modo, el clima comenzó a hacerse más cálido, clara señal de que el verano iba a llegar. Ese mismo día, se encontraba dormida debajo de un árbol, yo estaba a su lado, admirándola, hasta que despertó, algo pensativa.

Luego de un rato, intentando saber que ocurría, quiso hablar conmigo seríamente, al parecer, era el espíritu de la primavera, que llega para cuidar al bosque durante ese tiempo y cuando está acabara, llegaría el espíritu de la siguiente estación para poder hacer el resto de su labor.

Aunque en un principio, no quería aceptarlo, eventualmente lo hice, luego de que limpiara las lágrimas que caían de mis mejillas con sus suaves manos, mientras que me daba un tierno beso para después, desaparecer, dejando bellas flores a su paso.

Desde ese día, decidí ir a otro pueblo, a empezar desde cero, tampoco me importaba saber o recordar algo de mi pasado, excepto a ella, incluso si no se trate de un ser humano, es más humana que muchas otras personas.

Durante el resto de las estaciones, sigo recordándola, tan bella como las plantas, tan tranquila como el viento que corre por las hojas de los árboles de aquel bosque donde la conocí, al cual siempre voy. Porque sé que no fue un sueño, fue tan real como la calidez que llega tras el frío invierno que llevaba dentro de mí desde hace tiempo, esperando cada primavera que viene, confiando en que, podré verla de nuevo y estar a su lado otra vez.

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