Una copia de Kratos en Warhammer

1. Primera impresión.

El hombre estaba sentado en la silla frente a la barra, sostenía la taza de hidromiel mirando el líquido amarillo con una expresión neutra, como si estuviera hundido en su cerebro, ignorante de las miradas que se fijaban en él. Las cenizas pegadas a su piel, el tatuaje rojo como sangre, las múltiples cicatrices que exponía al tener puesto solo una capa de piel de una bestia muy peligrosa para los otros, su altura de casi tres metros, y esa aura de poder y sangre que emite inconscientemente o no, atrae la atención de algunas personas en el bar.

No obstante, una mayor cantidad de personas lo ignoraban para prestarle más atención a mi figura de 3 metros, era tan grande que seguro el hombre apenas me llegaba a los pechos; mi constitución física no es igual al de otras mujeres, poseo masa muscular destacable y muy marcada pero a su vez, mantenía mi « feminidad » sin que me crezca una barba o que tenga una voz más gruesa como la de un hombre.

Bajé el barril de hidromiel, ahora vacía, hasta golpearla sobre la mesa. Hombres y mujeres guerreros levantaron sus tazas y sonrieron como locos salvajes, sonreí con ellos. Acabamos de regresar luego de conquistar una tribu de guerreros psíquicos muy poderosos. La batalla fue larga y frustrante, así que decidí celebrar nuestra victoria en el bar más grande en vez del aburrido palacio. En este bar hay mucho hidromiel, carnes exquisitas de las bestias que Fenris podría dar, y peleas improvisadas de dos borrachos.

Liberé una carcajada cuando uno de los peleadores vomito en la cara de su contrincante antes de que resbalarse hacia atrás para terminar en una mesa vacía. Las carcajadas de los demás no se hicieron esperar, tal escena no fue desapercibido por casi todos en el bar. Sin embargo, el hombre de cenizas no pareció importarle, y finalmente trago de su taza, volviendo nuevamente en su posición inmóvil.

Gracias a mis sentidos agudizados, pude oler el olor a metal en sus manos y espalda, además de la sangre y obviamente de las cenizas pegadas a su piel.

—¿Qué tiene tan importante ese tipo que llama tanto tu atención, Gran loba? —preguntó uno de mis guerreros, notando que le prestaba atención aquel hombre—.  ¿Lo conoces?

Todos a mi alrededor dirigieron su vista al hombre de las cenizas con curiosidad, algunos desviaron la mirada por la aura que desprende. Yo me límite a sonreír y contestar firmemente—. Algo me dice que es muy fuerte.

—Oh, vamos. Yo también siento que es fuerte, pero no lo suficiente como usted, mi señora—comentó el guerrero, luego bebe un poco de su hidromiel y seguir hablando con orgullo—. Usted tiene una fuerza incomparable, la destreza de un lobo, y la resistencia de los dioses; dudo mucho que un hombre pueda lastimarla.

Ignore esos comentarios/halagos tomando mi hacha, levantándome de la silla más grande que existía en el bar para posteriormente dar pisadas audibles hacia aquel hombre con mi arma colgando en mi hombro derecho. El ambiente tensa, podía sentir las miradas alarmantes de todos en mi y el hombre, viendo a dos bestias peligrosas a punto de pelear. Los inteligentes, o cobardes, se alejaron lo más posible de nosotros, incluso el barman dejó lo que estaba haciendo para irse al otro lado del bar lo más rápido que pudo, sin antes gritar « ¡No destruyan mi bar! ».

—Oye —pronuncie con filos en mi tono, clavando mi hacha en la barra cerca de su posición—. ¿No sabes que si la Gran Loba está presente, todos debes celebrar?

Espere unos momentos, de los cuales solo hubo silencio de parte del hombre. Pasando mi mano hacia su hombro, sostuve su capa y lo lancé hacia atrás, pero este giró sobre su propio eje, tomandome la muñeca con un fuerte agarre, y utilizando la fuerza con el que traté de lanzarlo, combinado con la fuerza de sus piernas y espalda, me azota de cara contra el suelo.