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Solía meterme a una casa de los sustos antigua y vieja, creí que ya no había nadie, pero siempre aparecía un payaso y me perseguía hasta que ya no me veía...

Creo que a partir de eso se me generó mi miedo por los payasos, pero siempre era lo mismo, yo entraba, salía rápido de ahí porque lograba pasar los obstáculos, corría a mi casa y me dormía.

Pero está vez fue diferente... Había dos caminos por los cuales podía salir, y ahora, el payaso salió antes, pero ninguno de los dos sabía que no estábamos cerca.

Yo aún no salía de ahí y me estaba desesperando, hasta que encontré la salida y corrí por otra parte, no quería que me alcanzará por nada del mundo, me daba mucho miedo lo que pudiera suceder.

Corrí hasta mi calle, pero el payaso estaba ahí, buscando entre las casas, obviamente él estaba más adelante que yo, y tuve tiempo de esconderme.

Mi mamá sabía lo que pasaba, y el hecho de que yo le tenía miedo al payaso. Ese día ellos estaban afuera, en la cochera, haciendo carne asada. Y yo aún no llegaba, ya era de noche.

Corrí a la casa y me metí a mi cuarto, estaba muy asustada. Me queria dormir, pero sentía que alguien me observaba.

En mi casa había un mini patio, y pues, teníamos una perrita chiquita, la cuál estaba con mi mamá en ese momento.

Yo me confié, y estaba leyendo, hasta que ví que algo alumbró mi ventana, pensé que tal vez era mi mamá, pero no... No sé escuchaba como las pisadas de mamá, además de que la risa de mamá venía de la cochera.

Me alteré de mil formas y grité hasta que me quedé sin voz, mi madre fue por mi y me llevó con ella afuera. Yo le señalaba que ahí estaba, que el payaso estaba ahí. Porque por suerte, yo sabía lenguaje de señas y mi madre las entendía.

Ella entendió y me abrazó hasta quedarme dormida. Cuando desperté estaba sola... Con sangre a mi alrededor, la cabeza de mi madre al lado de la mía y su cuerpo deshecho. No podía ser cierto, él los había matado.

Lloré hasta el cansancio hasta que escuché su risa y unas palabras provenir de su boca.

-¿Te gustó el espectáculo?— negué lentamente mientras lo miraba.— ¡Que bueno! Porque es el último que verás de mi parte. Eso te pasa por meterte en la casa esa y no dejar de hacerlo.

Sentí como el cuchillo me atravesaba el abdomen, lo sacaba y después seguía con mi cuello... Al fin, no tendría que preocuparme por el dolor. Lágrimas recorrían mi cara, mientras sucedía eso. Al parecer nadie ayudaba. Oh, esque estamos adentro ahora. Mierda.

>><<

Desperté sudando, me dormí porque me dolía la cabeza, al parecer había pescado un resfriado, y no sabía si soñé eso porque me tocaba o porque estaba enferma.

Estaba tan alterada que estaba temblando y lo único que pude hacer fue revisar si tenía mensajes de mi madre, porque no quería que le pasara nada a ella.

Estaba tan preocupada por ella, que olvidé que no podía caminar en ese estado, me levanté y caí directamente al suelo. Ahora estaba jodida por un sueño, que mal día, ¿No?

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