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Cuando era pequeña mi padre nos hacía jugar a las "olimpiadas", era el juego favorito de mis hermanas

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Cuando era pequeña mi padre nos hacía jugar a las "olimpiadas", era el juego favorito de mis hermanas. A mí nunca me gustó, por varias razones. 1, no era nada buena en deportes, solía ser muy débil y frágil cuando era pequeña; 2, siempre perdía; 3, los juegos parecían siempre estar en mi contra.

Recuerdo una tarde, que mi Padre se sentó conmigo luego de horas de juegos: "Si no puedes ganar, no deberías jugar. Es la manera inteligente de actuar". Yo me sentí feliz, pensé que me estaba aconsejando por primera vez en mi vida.

Mi primer momento significativo padre-hija.

Enredó un mechón de mi cabello en su dedo medio, mi lacio cabello, lo que más me diferenciaba de Becca (físicamente) y continúo hablando; "Si no vas a ser hábil físicamente, mínimo deberías ser hábil mentalmente. No quiero ninguna hija inútil. Aprende de Becca..." mi sonrisa se esfumó.

Nunca había escuchado la palabra inútil hasta ese día, pero sabía que no era nada bueno. Inútil. Hija inútil. "No creo que debas jugar más con Robin y Rebecca, solo las retrasas. Ya veré qué pasatiempo busco que encaje en el rango de tus limitadas habilidades". 

Yo tenía diez, no sabía el significado de ninguna de esas palabras. Eso no evitó que mi corazón se rompiera. No necesitaba saber que quería decir, porque etendí lo importante: no eres suficiente.

He vivido mi vida pensando que no soy suficiente. Después de todo, soy a la que exiliaron. Culpo a mi vacío emocional por mi rechazo a las personas que dicen quererme. No creo que nadie pueda realmente quererme, al menos no para siempre.

Soy una chica de momentos, no una chica de toda la vida.

Llevo toda el día tirada en mi cama, escondida de mis padres, escondida de la realidad. Las clases comienzan en un par de días y no quiero perder la poca confianza que tengo, la necesito para el lunes.

La playlist en mi teléfono se detuvo unos segundos. Alguien está llamándome, ¿A las 12am? Miré la luz proveniente de la pantalla de mi celular: Kov.

Kov es Un chico del internado. Un chico de ratos. No ha dejado de llamarme desde que me fui, no he respondido ninguna de sus llamadas.

Los primeros días auto-excusé mi indiferencia con un "acabo de llegar", "estoy cansada por el viaje", "estoy ocupada", "hay cosas más importantes sucediendo". Pero ya van diez días desde el incidente en el bosque, dos semanas desde que llegué, y aún no encuentro las ganas de responder sus mensajes.

¿Soy una mala persona?

Kov.
Estás viva?  (Leído 7:06 am)

Sabes, me estoy cansando de que me ignores. (Leído, 11:34 am)

¿Qué se supone que debo decir cada vez que preguntan por ti? Te extrañan, Riley. (Leído 2:00 pm)

Inocencia InterrumpidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora