UNA NOCHE DE LLUVIA SILENCIOSA
Alessandra tirada en el suelo de su habitación con sus ojos hinchados de tanto llorar le pedía a un viejo hombre su ayuda.
- Por favor, por favor -
Sollozo la rubia entre lágrimas.
- Aún lo amo, ya no quiero amarlo...
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SUBÍA LAS ESCALERAS QUE LA LLEVABA a la oficina de su abuelo, Alessandra había recibido el mensaje que el director la buscaba a lo que se dirigió a su oficina, antes de la cena. Subía los escalones con rapidez, mientras más rápido saliera de ahí, mejor.
Cuando llegó encontró la puerta cerrada, supuso que estaba ocupado para no escucharla llegar, Alessandra se quedó segundos parada esperando la orden para pasar, después fueron minutos. La rubia desesperada se colocó detrás de la puerta para escuchar quién estaba dentro y mantenía tan ocupado a su abuelo y director.
— ¿Hermione? No, es muy lista, y — Escucho la voz de Harry decir. — somos amigos, pero no.
— Perdóname, era simple curiosidad. — Dijo Dumbledore — Como sabes, Venus acaba de terminar con su relación con el señor Malfoy...
— Con todo respeto, que estúpido debe ser Draco, para terminar con Ale... — Alessandra se sonrojó ante eso, ¿de que se había perdido?.
— Señorita Dumbledore, no creo que a su abuelo le agrade saber que su nieta escucha conversaciones privadas. — La voz de la profesora Mcgnagall asustó a Ale, causando que dejara de escuchar.
— Buenas noches, profesora, no hacía eso... — Mintió, pero nunca le salía bien.
— Bueno, cuénteme, ¿que hace aquí?
— me ha llamado mi abuelo, pero está ocupado... con Harry Potter. — Confesó la joven rubia. — ¿Y usted?
— Sin importancia querida.
Varios minutos después las puertas se abrieron, dejando a la vista la oficina, y a los que estaban dentro de ella. Dumbledore recibió a la rubia con una sonrisa, al igual que el castaño.
— Buenas noches — Dijo Alessandra cuando entro a la oficina, saludo a su abuelo con un beso en la mejilla — Hola Harry — Le sonrió.
— Alessandra, me alegro de verte, ¿como sigues? — Alessandra sabía a lo que se refería, y no había pensado en ello, mantenía su mente ocupada.
— Bien, gracias, me llamaste, ¿para que? — Alessandra no se sentía segura hablando del tema frente gente extraña a sus ojos.
— Me he enterado de la poción que has practicado, me dijeron que fue casi perfecta, casi como la del señor potter — Harry bajo la mirada, estaba sonriendo y eso Alessandra lo notó.
— Y eso fue gracias a él que me apoyó en lo que pudo, ¿cierto? — Alessandra miraba de reojo a Harry quien solo asentía.
La profesora Mcgnagall se metió a la conversación tocando el tema de las notas bajas de Harry, mencionando que necesitaría una tutora o tomar clases extracurriculares algo que se escuchaba tedioso. Albus no dudó en ofrecer a su nieta con la condición de que Harry la apoyaría en las pociones que fueran pesadas, Alessandra no se negó en ayudar a Harry, pero si a su ayuda, justificando que solo era falta de estudio pero que en cualquier momento volvería a sobresalir en sus notas. Harry no parecía nada disgustado en tomar asesorías con Alessandra quien era una de las mejores de su clase, al mismo nivel que Hermione, o en algunos momentos mejor que ella. Pero no quería imaginar el grito que daría la castaña al enterarse que tomaría tutorías con la rubia que la interrumpe seguidamente en clases.