Ser un compositor joven no era fácil.
Nadie confiaba en sus escritos, en sus palabras y en su forma de ver las cosas de cierto modo para hacerlas canción.
A veces creía que su vida iba cuesta abajo.
Las pocas personas que le contrataban, comparaban sus letras con las de su padre. La gente no parecía notar la diferencia de un estilo romántico como el suyo con el abstracto de su padre.
A veces quería darse por vencido, pero el sueño de ser conocido se lo impedía.
Su mente parecía haberse cerrado, no había podido escribir nada desde hace una semana, y se sentía más abrumado que nunca. Simplemente no salía nada, ni una pizca de prosas o versos, nada.
Rezaba para que su inspiración llegara pronto, sin saber que pronto alguien daría paso a una fuente eterna de inspiración.
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Su día empezó igual, como siempre.
Se levantó y caminó hacia el baño, donde pudo ver unas pequeñas ojeras debajo de sus ojos verdes.
Maldita sea
Ni siquiera se había desvelado, no había razón aparente para tener ojeras. Tuvo que ir al refrigerador y sacar a sus mejores amigas últimamente.
Dos cucharas congeladas.
No lo malentiendan, el no es de las personas que se preocupa mucho por su aspecto físico. Solo no quería verse tan mal, y mucho menos parecer que lo habían golpeado en los ojos hasta el cansancio, si seguía con esa pinta de muerto lo despedirán de su trabajo. Ja, ja, ja que chiste
Terminó de asearse y salió de casa, no sin antes dejar una nota a su hermano donde le indicaba como prepararse un almuerzo, tomó sus auriculares y se encaminó a su trabajo en su bicicleta.
A estos hombres tristes de Almendra resonaba en sus oídos. Quizás piensen que es ridículo, pero a su parecer hasta las cosas más simples pueden convertirse en grandes cosas mientras escuchas música.
Estuvo tarareando un par de canciones más hasta llegar a la cafetería en donde trabajaba.
Abrió y esperó a que empezarán a llegar sus compañeros y clientes. Luego de un rato llegó Max, el se encargaba de hacer los cafés más deliciosos de todo Ámsterdam. Después llegó Pierre, el hacía los mejores panes del mundo, pero lo que más le gustaba a Charles era que luego de hornear los panes estos desprendían un olor delicioso, era muy hogareño y le terminaba de dar ese toque cálido a la cafetería.
El día parecía que no iba a ser muy concurrido, toda la cuidad estaba muy tranquila, consecuencia del invierno. La gente empezaba poco a poco a guardarse en sus casas para mantenerse cálidos.
O eso pensaba hasta que la campana de la puerta sonó, avisando que un nuevo cliente había llegado.
Era un hombre alto y robusto, con facciones afiladas, cabello denso y oscuro como la galaxia misma. Llevaba un abrigo negro y largo, además de un cuaderno y un lápiz en mano.
El hombre se sentó dejando su cuaderno en la mesa, para después empezar a leer la carta que ofrecía el lugar.
Charles esperó aproximadamente 5 minutos antes de acercarse a tomar su pedido.
Una vez el tiempo pasado se acercó, y oh Dios.
El era muchísimo más guapo de cerca, sus pómulos altos y sus cejas pobladas lo hicieron flaquear.
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Tus Ojos [Charlos]
Fanfic"Tus ojos volcán de tu alma Tanta es la belleza cuando calma Despreciado sol me iluminó en tu amor Princesita mía, siempre estoy con vos Será que sos un ángel, uoh-oh-oh Y no podés disimular" Charlos.