En la mañana:
-Buenos días, mi Vero... -La desperté acariciando su mejilla.
-Mierda Ana, esto no debió ocurrir. -se paró de la cama y empezó a vestirse-
-¿Pero qué tienes mujer? -me senté en la cama.
-No no, solo nos confundimos, es todo. -Salió con dirección al baño.
Ana fue detrás de ella y se recargó en el marco de la puerta.
-No pareció lo mismo cuando estabas gritando: "Ahh, si Ana, si, más rápido, más, ahhh"
Vero tocó encima de su braga.
-¿Ahora que tienes?
-Se me paró el clítoris.
-¿Y así dices estar confundida? Vero creo que ya hemos pasado por esto anteriormente.
-Si lo sé, pero no debíamos. -se iba a meter a bañar-
-¿Y por qué no? *La jala del brazo* si tú sabes que me amas, mujer.
-¿Pruebas?
-La tremenda cojida de a noche.
-No cuenta.
-Bueno en todo caso no me has olvidado.
-No tienes pruebas.
-Pero tampoco dudas, si me hubieras olvidado, no te hubieras acostado conmigo, ni te hubieras ido con Joe.
-¿Que tiene que ver esa vieja acá?
-Tu sabías que ella era mi familia.
-la familia lejana no cuenta como familia.
-Tu aprovechaste eso para reemplazarme por ella, porque sabías que ella es como yo. Solo tenemos algo en lo que no nos parecemos.
-¿A ver, en qué según tú?
-En que ella no te satisfacía, yo si.
-sin comentarios.
-Tengo razón, y lo sabes.
-Será mejor que te vayas, Ana.
-Conozco la puerta.
Ana se acercó a Vero y la tomó de la cintura, pegando a Vero hacia ella.
-Y también conozco perfectamente a la dueña. Todavía no me olvidas, chiquita.
Ana le plantó un beso a Ana.
-Solo llámame cuando te sientas sola.
Ana me soltó, cogió su chaqueta de cuero y se marchó.
Sin duda esa mujer no había perdido su toque seductor. Y aunque me seguía provocando, sentía que hice algo que no debí, por eso le dije que se fuera. Sentí que me aproveché de que había terminado con David. Tal vez, solo tal vez si tuviéramos la misma relación clandestina de antes, tal vez así, estaríamos más calmadas...
En la otra vida será.
Fin