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Hoy sería mi segundo día trabajando.
Ayer fue un día peculiar. ¿Verdad que sí?
Hoy me tocaba ir más temprano, pues era fin de semana y no tenía que asistir a clases. También, según me comentó Seungmin, hoy asistía más gente que los días anteriores y lo más probable es que estaríamos atareados.
Así que apenas terminé de desayunar y cambiarme, llamé a Seungmin para preguntar si podríamos ir juntos hacia la cafetería.
Tomé mi mochila, empaqué lo necesario. Y bajé hasta el primer piso para salir de mi casa.
— ¿Te fue bien el día de ayer hijo?
— Mmm. Podría decir que sí.
— ¿Sucedió algo?
— Sí, pero no fue nada malo. De hecho fue una buena experiencia.
— Genial Felix. Ves, no será tan malo trabajar... Ahora yo tengo que ir a hacer unos trámites. ¿Tú ya vas a salir?
— Si papá. Voy a ir con Seungmin.
Salimos de la casa y nos despedimos para ir cada uno por nuestra parte.
— Ok niño, nos vemos más tarde.
— Hasta luego papá.
Mi padre tenía razón. Quizá trabajar como mesero no sería algo tan malo.
Me dirigí hacia la esquina de mi cuadra y me senté en el paradero. Saqué mi celular para ver si recibí algún mensaje de Seungmin. Aunque también una notificación extra.
— ¡Hey! ¿Con quién hablas?
Seungmin me dio un susto tremendo. Repito. ¿Es mi amigo?
— Te estaba por llamar.
— ¿No estabas hablando con alguien más?
Por suerte llegó el autobús.
— Hay que subir.
Llegamos.
En verdad si había muchas cosas por hacer.
Todos estábamos trabajando. Así fue toda la mañana. Y ya estaba cansándome.
Por suerte, llegó la hora del descanso. Con el suficiente tiempo para almorzar.
Nos sentamos en una de las mesas.
— Parece que estás muy cansado.
— Sip.
— Y sin ánimos.
— Ajá.
— ¿Felix qué te pasa?
— Es sólo que hoy hubo mucho trabajo.
— Pues sí, así son los fines de semana aquí. Pero lo bueno es que tu papá nos paga un poco más.
