¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—« La sorpresa del séptimo hechicero más fuerte»—
Un buen día, siempre comienza con algunos tropiezos, un joven hechicero era el ejemplar perfecto, se había despertado tarde;su bicicleta no servía y como si fuera poco, casi se cae de esta. Llegando a la cafetería donde trabajaba pues aúnque fuese un hechizero no era un profesor de esto, bajo de su bicicleta y camino con esta para poderla poner en un lugar de bicis.
—¡Oi tu! ¡Llegaste tarde Ai-San! Una mujer de tes morena, sale chillando, traía consigo un trapo.
—Temari-San...¿Que te paso? La mira con cara de espanto y sorpresa a la vez, la azabache se resignó a simplemente a cruzarse de brazos y mirar a otro lado renegando y reprochando.
—Mesero-San por fin llegas... Mesera-San rego café en el menso por eso jefa-San Le pego
Una rubia apareció con una escoba en sus manos, apoyándose en esta con uno de sus brazos, la azabache con enojo se gira y la mira con unas pequeñas lágrimas en sus ojos, hizo un puchero mirando resignada a la rubia inexpresiva.
—Makota-San, Temari-San... ¿Qué opinan sobre salir mañana, en la noche a comer y pasear? La mujer de tes morena dejo de reprochar y miro con un brillo en sus ojos al chico, la rubia también lo miro mostrando una fina sonrisa suave.
—¡Si! La azabache da un pequeño brinquito con una sonrisa ancha.
La risa de la rubia y del azabeche se escucharon, la actitud infantil de su compañera era graciosa aparte de que trata a todos con mucha atención y de manera tierna aunque aveces es muy caprichosa. El azabache junto a las dos mujeres entraron a la cafetería para limpiar todo para abrirla. Así paso la mañana hasta la tarde, Temari se fue a poner el cartel de « Abierto » a « Cerrado ».
—¡Ya me tengo que ir! ¡Adiosito Temari-San, Makota-San! Resibio un "adiós" por parte de las dos mujeres, salió de la cafetería y agarro su bicicleta, se monto, y comenzó a pedalear pues parecía que se acercaba una tormenta.
Al llegar a un callejón dejó la bicicleta reposando en la pared camino hacia dentro al encontrar unas escaleras de incendio las subió para llegar a la azotea donde vivía. Busco sus llaves, y abrió cuando iba a entrar encontró una carta, no era cualquier tipo pues tenía un color blanco bien diseñado y con leves toques dorados, la recogió y entró.
