22. ¡¡HUYE!!

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Santa Biblia Reina Valera 1960 - 2 Samuel 2
18 Estaban allí los tres hijos de Sarvia: Joab, Abisai y Asael. Este Asael era ligero de pies como una gacela del campo.

19 Y siguió Asael tras de Abner, sin apartarse ni a derecha ni a izquierda.

20 Y miró atrás Abner, y dijo: ¿No eres tú Asael? Y él respondió: Sí.

21 Entonces Abner le dijo: Apártate a la derecha o a la izquierda, y echa mano de alguno de los hombres, y toma para ti sus despojos. Pero Asael no quiso apartarse de en pos de él.

22 Y Abner volvió a decir a Asael: Apártate de en pos de mí; ¿por qué he de herirte hasta derribarte? ¿Cómo levantaría yo entonces mi rostro delante de Joab tu hermano?

23 Y no queriendo él irse, lo hirió Abner con el regatón de la lanza por la quinta costilla, y le salió la lanza por la espalda, y cayó allí, y murió en aquel mismo sitio. Y todos los que venían por aquel lugar donde Asael había caído y estaba muerto, se detenían.

30 Joab también volvió de perseguir a Abner, y juntando a todo el pueblo, faltaron de los siervos de David diecinueve hombres y Asael.




«Soy yo o es que me están echando del club».

Hay gente que cuando ve el peligro huyen de él y aún así terminan muriendo como unos cobardes.

Otros ven el peligro y corren hacia el y también mueren haciendo de valientes, pero creamen esos sobreviven más que los que se la pasan escondiéndose.

Tarde que temprano la muerte los va a encontrar y ¿A donde huirán?.

Yo soy el grupo número dos, me gusta correr al peligro, no le tengo miedo a la muerte ya que de todas formas voy a morir, entonces que más da.

Por ejemplo en estos momentos acabo de escapar de la muerte, me están diciendo que me vaya, en pocas palabras me están librando el pellejo, pero a mí no se me da la gana de largarme.

¿Y saben por qué?.

Porque se metieron con mi hermano y quiero vengarme, además ya estoy cansada de esperar a que caigan los malos por si solos.

Quiero que esa vieja Úrsula pague por destruir a mi familia y por todo el daño que me ha hecho.

Miro fijamente a los guardias y les dedicó una de mis mejores sonrisas.

—¿Perdón? —me hago la desentendida —¿Ustedes me están echando?.

Los guardias, aquellos que hace unos cuantos segundos atrás estaban siendo agresivos conmigo, ahora me miran con la sonrisa más amable nunca vista y a leguas se nota que están a punto de orinarse del miedo, solo porque oyeron la voz de mi hermano por teléfono.

—lo sentimos —hablan igual que mis escoltas —pero son órdenes de Bestia.

Suspiro con cansancio.

De aquí no me pienso ir hasta que no haya arreglado cuentas con los hombres de Úrsula.

—¿Que pasa sino quiero irme? —los desafío.

Los guardias se miran entre ellos, luego me dedican una sonrisa de boca cerrada.

—entonces nos veremos en la obligación de sacarla —responde uno de ellos entregándome el teléfono.

Lo tomo y Mibsan todavía está en la llamada, lo acerco a mi oreja.

—será mejor que te largues de ahí ahora mismo —me ordena —sin crear más escándalos.

Corto la llamada.

Al ver los guardias que no me muevo de mi lugar, se acercan con la intención de sacarme.

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