𝐓𝐖𝐎 𝐇𝐎𝐋𝐄𝐒; neteyam

CAPÍTULO CINCO

Namaoyi decidió que amaba a Tsireya. La niña era una apasionada de su hogar, al igual que Namaoyi, y parecía alegrarse por todo. Ella entendió por qué Lo'ak parecía tan enamorado al principio cuando sus ojos se posaron en la niña que caminaba por las aguas poco profundas, él y su hermano seguían a las dos niñas como pequeños cachorros perdidos.

"Eres como nosotros, ¿por qué estabas en el bosque?" Preguntó Tsireya mientras sus pies se guiaban fácilmente a través de las redes sobre el agua, Namaoyi intentaba concentrarse en sus palabras mientras planeaba con cautela su posición.

"No lo sé", dijo en voz baja, echando un vistazo a la familia Sully detrás de ella antes de volver a mirar a los ojos llenos de asombro de Tsireya. "En cierto modo aparecí allí".

Tsireya frunció el ceño con una suave sonrisa. "Eso es extraño... ¡pero genial! Es una historia increíble", vitoreó, girándose para rebotar hacia atrás en la fuerte red. "¡Pero, oh, Eywa, tu cabello! Es tan hermoso", dijo efusivamente, extendiendo la mano para pasar los dedos por las puntas de los mechones oscuros de Namaoyi que descansaban sobre sus hombros. "¡Oh, esto es para vosotros! Este es vuestro nuevo hogar".

Era una pequeña cabaña en las afueras del pueblo, asentada sobre las tranquilas aguas del mar. Mientras los demás entraban para tirar sus pertenencias al suelo, Namaoyi corrió hacia el borde de la valla para mirar el agua.

"Hermoso, ¿no?" Tsireya se rió y levantó la mano para cubrirse la boca. Namaoyi sonrió.

"Lo es", suspiró. Era nostálgico, ya que sabía que había estado aquí y visto todo antes, pero fue hace tanto tiempo que había niebla. Esperaba, ahora que habían volado a su pueblo natal, pudieran proporcionarle las respuestas que anhelaba.

"¡Namao!" Neteyam gritó desde el interior de la cabaña. Le lanzó una mirada de disculpa a Tsireya antes de entrar, admirando el mosaico a lo largo del techo y las paredes.

"Sullys, a formar. Y Nam, por supuesto", sonrió Jake, dirigiendo a la chica que acababa de cruzar la puerta hacia la familia con un atisbo de una sonrisa y un gesto de su mano. "Debéis tener un comportamiento ejemplar, va en serio. Aprender rápido, esforzaos. No os metáis en líos."

"Sí, señor", asintió Lo'ak, Namaoyi lo mira desde su lado con una sonrisa mientras le daba un codazo en el costado. Él miró a su lado, arrugando el rostro hacia ella, antes de volver a mirar a su padre.

"Quiero ir a casa", gritó Tuk al lado de Neytiri, la mujer instantáneamente suavizó su mirada firme mientras miraba a su hija menor.

"Oh, Tuk", suspiró, con tristeza evidente en su voz.

Jake miró hacia abajo y tomó las manos de su hija entre las suyas. "Tuk, ahora esta es nuestra casa", miró hacia arriba. "Vamos a superar esto. Vamos a salir adelante entre todos, ¿sí?"

"Ahora Nam", comenzó, dejando caer las manos de Tuk mientras se enderezaba para mirar a la chica a los ojos. Su mano aterrizó en la cabeza de Tuk, revolviendo su cabello mientras miraba a la chica Metkayina. "Aprenderás esto mucho más rápido que nosotros, así que tendrás que ayudar, ¿de acuerdo? Será tal como te enseñamos, pero... más difícil", hizo una mueca, frunciendo el ceño hacia la chica. "Lo siento."

"¡Está bien! No... no recuerdo mucho, así que no sé qué tan rápido aprenderé. Ayudaré tan pronto como pueda", sonrió, mirando entre los miembros de la familia Sully con amistosa expresión.

"Gracias, Mao", susurró Neteyam, extendiendo la mano para frotarle el hombro.

. . .

Más tarde esa noche, Namaoyi yacía sobre la alfombra desenrollada que llamaban camas. Observó el silencio de la tienda, la oscuridad del mundo exterior y el suave estruendo de los ronquidos provenientes del hombre que dormía al otro lado de la habitación. Ella pensó que todos estaban dormidos.