Divergencia Canonica

165 11 6
                                    

¿Quién lo diría? El episodio pasado ya habían estado extraviados en el frío que los consumió, con esa neblina que arremetió en la Amarga Suecia que obligó a fabricar un bote con tal de obtener la victoria

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¿Quién lo diría? El episodio pasado ya habían estado extraviados en el frío que los consumió, con esa neblina que arremetió en la Amarga Suecia que obligó a fabricar un bote con tal de obtener la victoria.

No le agradaban sus acompañantes en absoluto debido a sus extrañas costumbres que poseían, era un disgusto en su paladar que no podía negar; pese a que Owen era el único bueno de su equipo desde la llegada de Duncan, le abrumó la colaboración con él para eliminar a Alejandro el cual solo se encargaba de sus embelecos emblemáticos por Courtney.

Eso era un sucio plan más de él, lo reconocía. Ni siquiera le propinó una sorpresa los celos de Heather por la galleta que le otorgaba la pecosa, era más que obvio que ambos estaban involucrados en un amor-odio.

Activando su errabunda respiración se alejó rápidamente, aunque le haya afectado la salida de la gótica a su mejor amigo; Cody, a él no le interesaba. Esa Gwen le frustraba por sus idioteces románticas con el de cresta verde, agradece el puñetazo del castaño a este mismo en Grecia ya que erradicó un peso más de su espalda... Al igual que Tyler.

Ni siquiera se entrometió en la lucha libre de la aspirante a abogada y la azabache el capítulo transmitido en el que construyeron la cara de esa mujer a la que repudiaba justo cómo Sierra... Su canto, su horrible voz. La detestaba. Gracias a Dios se había retirado en el desafío de Londres, aunque si no fuera por los amazónicos, el delincuente ni siquiera afirmaría su presencia. El triunfo fue de la pandilla de Chris al haber capturado al verdadero criminal.

Oh, ¡Hablando de eso! Ni su caída del cielo le molestó más que cuando en los cisnes, se aproximaban a la cascada que conllevaría la muerte, ni el estrellar que provocó el rescate del anfitrión. Le alegraba que la de cabellera ciruela ni se presentara para besuquearse con el ojiazul.

La información de las cataratas del Niágara no lo inmutó más que los susurros de Anderson en su tez, agachándose levemente para escuchar su parloteo.

El casino tampoco se lo creyó, sin embargo. Era un atajo a destrozar su estabilidad, en especial por esa anciana que ejecutó su canción rancia.

Se cruzó de brazos por la denominada 'Blaineley' que repetía su nombre y parecía haber captado la atención de su grandulón simpático. Era horripilante ese complejo de superioridad de la fémina que corrió enojada hacia el joven de prendas amarillentas que simplemente cuestionó un '¿Quién era ella?'

"¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo...? ¿QUIÉN ERES TÚ?" el alarido de la rubia a su amistad lo amenazó, acercándose con frustración mientras tapaba con su extremidad al de estatura inferior que se aferraba con temor a su complexión, murmurando un 'aléjate'. La mención de todos los premios de esa lunática lo agobiaron, era símil a Izzy sin duda y sería un dolor de cabeza.

Aceleró el tiempo por los arreglos matrimoniales, más por cómo la máquina le protestaba una pareja prominente que le espantaba.

Los candidatos a escoger de ese dispositivo eran el hispano, el punk, el de peso excesivo y su amado pequeño de cándido roce. El oso era repugnante, claro y si estaría impregnado con él era enfermizo debido a los traumas.

NocovemberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora