・❥・prólogo・❥・

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La cara de Kamden se tornaba poco a poco de color blanco; su boca, pasaba de ser una radiante sonrisa a una mueca de pánico y horror. Después de esas últimas palabras, sus oídos parecían haberse cerrado, no dispuestos a escuchar y aceptar lo que creía haber oído segundos atrás. No sabía que era lo que decían, pero parecían estar felices por aquella noticia, especialmente Jay.

Su mejor amigo lo miró por encima del papel, y su sonrisa también se borró. Lo vio mover sus labios, pero no escuchó una sola palabra de la que había dicho. Volvió a mover sus labios de la misma forma, pero de nuevo, no oyó nada.
Pronto, todos los presentes notaron las miradas que se intercambiaban. De repente, ya nadie se movía; nadie felicitaba al cumpleañero; nadie decía nada. Solo se intercambiaron pequeñas miradas de complicidad.
Jay se levantó de su asiento y se acercó a él; Kamden no podía mover su cuerpo, así que solo se limitaba a seguirlo con la mirada. Cuando lo sacudió, parecía que su alma había vuelto a su cuerpo, porque sintió que ya todo funcionaba con normalidad.

—Kam, acompáñame a afuera —pidió, en un susurro para nada discreto.

Con un poco de delay, el menor aceptó y se levantó, siguiendo al chico hasta el patio. En una situación normal, estaría gritando de alegría al sentir como sus dedos se entrelazaban a la perfección, como si hubiesen sido hechos con el propósito de estar juntos siempre. Sin embargo, ahora tenía miedo; miedo de soltarlo y que desaparezca frente a sus ojos, sin que él pudiera hacer nada para impedirlo.
Se sentaron en las escaleras del patio. La brisa primaveral golpeaba sus caras y limpiaba las lágrimas que amenazaban con caer de sus ojos.
Notó que Jay lo miraba, esperando a que dijera algo, lo que sea. Suspiró, ganando valor, y habló.

—Te aceptaron... —fue lo único que salió de su boca. Con esa corta frase, ya sentía sus pulmones vacíos nuevamente.

—... Sí... —fue lo único que recibió como respuesta.

—... Felicidades... —balbuceó; no quería que su "amigo" pensase que no estaba feliz por él, ¡Claro que lo estaba! Después de todo, él fue testigo de lo mucho que se esforzó por la beca.

—... ¿Qué es lo que te molesta? —preguntó, acercándose a él un poco más.

El cuerpo entero de Kamden se sacudió. Cerró sus ojos y respiró profundamente, buscando las palabras correctas para expresar todo lo que sentía en ese instante.

—No lo sé... quizás el hecho de que te iras y estaremos a más de cinco mil kilómetros de distancia por cuatro años —ironizó, sin atreverse a mirarlo a los ojos.

Luego de ese comentario, el ambiente se puso tenso. El silencio incómodo se sentó junto a ambos y estuvo ahí por un buen par de minutos.

—Kamden... —lo llamó, despacio, como si tuviera miedo de que su voz lo rasguñase—... Si ya sabías que me iría, ¿Por qué te pones así? —cuestionó, sin entender muy bien su reacción.

—No es, ah... —se levantó de su lugar y se paró sobre el pasto, dándole la espalda unos segundos—... No es eso... —se dio la vuelta, para mirarlo a los ojos por primera vez desde que comenzaron la charla—... Es que... ¿Cómo quieres que me sienta sabiendo que una de las personas que más amo en este planeta va a estar al otro lado del mundo haciendo una nueva vida mientras yo sigo aquí, teniendo que seguir sin mi mayor apoyo a mi lado? —preguntó, en un tono más enojado, como si le estuviese reclamando.

—Kamden, cálmate —le pidió, parándose—. Solo no estaremos juntos físicamente; aún me seguiré comunicando contigo —aclaró, comenzando a caminar hacia él.

—... ¿Por qué lo haces ver tan fácil? —apretó sus puños, tratando de contener sus lágrimas—. ¿Por qué pareciera que... no te duele como a mí? —tuvo que luchar con su propia voz para que no se quebrara.

Observó al mayor suspirar, mientras daba un paso más en su dirección.

—Claro que me duele, Kamden —hizo una breve pausa antes de continuar—. ¿Piensas que no me va a doler saber que no podré verte? ¿Qué no podré abrazarte aunque no te guste? ¿Qué no podré agarrarte el brazo cuando tenga miedo de perderme entre la multitud? ¿Qué no podré pasar mis tardes contigo simplemente charlando? —ante cada pregunta, parecía que la distancia entre ambos se acortaba más y más—. Claro que me va a doler todo eso, Kamden. Pero estoy mentalizado en que esto servirá para mi futuro, y una vez logre mi objetivo me vas a ver de nuevo —aseguró.

Estuvo a punto de abrazarlo, pero Kamden se abrazó a sí mismo, cerrándose y alejándose.

—¿Lo prometes? —preguntó, con ojos brillosos.

Hubo un breve silencio, como si el mundo entero se hubiese detenido en ese mismo instante.

—... Lo prometo —respondió, esbozando una sonrisa.

Se volvió a acercar al menor y esta vez lo abrazó. Kamden no devolvió el abrazo; solo se quedó allí, quieto, tratando de contener todo lo que tenía en su interior. Todo era tan injusto... ¿Por qué debían separarlo de la persona que más ama en este mundo sin que él pudiera hacer nada para evitarlo?

—... ¿Cuando partirá tu avión? —consultó, aún en los brazos ajenos.

Jay levantó su cabeza y lo miró a los ojos.

—Kamden... —fue interrumpido por el nombrado.

—Quiero saber cuando te irás para mentalizarme y... tratar de aprovechar el tiempo —explicó, cortando el contacto visual.

Un suspiro entristecido escapó de los labios del más grande, mientras bajaba su mirada.

—Finales de Julio... creo que el 31 —contestó.

De nuevo quedaron en completo silencio, siendo acompañados únicamente por el sonido del viento y de algún que otro grillo perdido. El más alto inhaló profundamente, cerrando sus ojos.

—Si no vuelves, iré yo mismo hasta Estados Unidos y te traeré de vuelta de la oreja —lo amenazó en broma. Le encantaría hacerlo, pero no tiene la plata para eso.

Jay soltó un par de risitas y lo abrazó nuevamente, ahora con más fuerza.

—No te preocupes, ya te he dicho que volveré —repitió—. Pero cuando vuelva, más vale que me estés esperando —exigió.

—Te prometo que lo estaré... —hizo una breve pausa, mientras decidía qué hacer. Tímidamente, deslizó sus manos por los hombros del más bajo para abrazarlo suavemente, como si tuviera miedo de apretarlo de más—... Prométeme que no me cambiarás, Jay —pidió, en un susurro débil.

—Nunca lo haría, Kamden —aseguró, poniéndose de puntitas para dejarle un beso en su mejilla y soltar algunas risas.

Trató de no reaccionar, pero estaba seguro que en sus cachetes ya se podía notar el color rojo que delataba sus sentimientos hacia su mejor amigo... aquellos sentimientos de amor.

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Hola! Feliz domingo ah
Que les parece esta propuesta? Les interesa? Aprovecho para avisar que va a ser un mini fic, pero se compensa con un prólogo y un epílogo :3
Díganme que les parece!! También, y si todo sale bien, les recomiendo tener a mano pañuelitos para las lágrimas aaa

RED 𖦹 KAMJAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora