le mauvais cuisinier - deux

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le mauvais cuisinier

la mala cocinera

the bad cook

the bad cook

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— ¿Qué hiciste? — la voz le salió como un siseo apresurado al llegar al lado de su cómplice. Sanji intentaba no verse enojado cuando le sonrió pero aún la frente se le arrugaba contra las cejas y la mandíbula estaba congelada en una apretada movida. Bajando la mirada a la mesada se encontró un plato de comida, supo que era de Sanji al instante por la manera delicada de posicionar el pescado y los adornos suaves a los costados. —. Eso se ve bien.

Pareció que el simple halago arrullo el enojo de Sanji, la mandíbula se ablando y las manos, antes golpeando con los nudillos la mesa de entregas, se realizaron.

— ¿Quieres contarme cómo lo lograste? — entonces lo perdió. La simple pregunta le iluminó el rostro al rubio y una sonrisa le relleno el rostro. Se inclinó hacia ella ahora con una de las palmas frente a Lind mientras acercaba su rostro a su hombro para contarle la receta como si fuera su secreto.

Lind sabía que Sanji no era ese tipo de chef que no comparte sus recetas porque se la pasaba tratando cosas nuevas en voz alta además de que todos los chef en la cocina,al contrario de los camareros, habían estado al lado de ambos desde pequeños. Todos en algún momento piratas o bandidos cambiaron bajo la dictadura de Zeff.

Clack Pum Clack el reconocible sonido de la pata de palo hizo que la explicación al respecto de la salsa agria que abría el estómago con suavidad y combinaba el sabor dulzón del pescado haciendo que desde la primera mordida valiera una explosión de sabores.

— ¡Zeff! Viejo querido, Sanji, ya sabes tu mejor cocinero, estaba explicándole este encantador plato y me imagino, porque sabes cómo me gusta imaginarme una ampliación del menú, que esté debe ser un nuevo, exquisito, renovado...

— Para — la orden fue directa y sin más cabida a las tonterías de Lind la cual puede o no haberse encogido en su lugar.

Bueno, por lo visto no iba a librarse de esto de la manera fácil.

— Esto, a lo que le llamas maravilla, no es el plato que el cliente pidió — Zeff señaló el plato mientras Sanji se pasaba la palma por la cara aún cerca del hombro de Lind que miraba con recelo a otro lado evadiendo el malhumor en el aire. Entonces Zeff les chasqueó los dedos. — ¿Que se supone que es esta cosa?

— Saute de aleta azul — Sanji casi sonaba ilusionado si no fuera porque el amargo rostro de Zeff lo miraba como si esto se hubiera repetido más veces de las que él aguantaba. Lind no lo entendía, esa era la verdad, nadie moriría por un plato distinto y seguramente variar el menú haría que el lugar se sienta en constante cambio pero, desde que empezó, se estancaba en las mismas listas, gastos y necesidades. Nunca excediéndose pero jamás con faltas. —. Es atún de elefante con espárragos sellados y reducción de soya...

— Dulce — Lind murmuró el final. Sanji ya se lo había dicho antes de que Zeff apareciera y ella, manteniendo su memoria de camarera en práctica, pudo entender lo que Sanji le dijo y recordarlo. Nadie se perdió como Sanji extendía su mano por la espalda de Lind y se aferraba a su delantal.

Zeff melodía una risa sarcástica mientras extendía la mano al plato y lo arrancaba de la sección de entregas. — Pues lo llamo basura y cuando el dia que el Baratie tenga que servir platillos como ese, berenjena, es el dia que el infierno se congelara.

Sanji tiró su cabeza al techo, ojos cerrados y dejando salir un silbido de disgusto mientras Lind veía como uno de los camareros, sus camareros, se llevaba el plato junto a la pila de platos sucios. No perdió de vista el plato. Un golpe, justo al costado de la mano de la mujer, resonó entre ellos.

Manos extendidas, casi inclinándose sobre la mesa, con la luz roja golpeándole la cara Sanji gruño. — Si tengo que servir un prime rib término medio ¡Me vas a mandar al maldito infiernos antes que se congele esa mierda!

— ¡Esto es a lo que servimos!

Un dedo golpeando la mesa y los dientes apretados. — Es un insulto a la pobre carne

Lind, dándose cuenta que tenía la oportunidad de oro para desaparecer nuevamente al restaurante, empezó a desplazarse como un cangrejo. Pasos lentos y de costado dejando al par de hombres discutir entre ellos.

— ¿No te gusta lo que servimos? Bien. Porque será un placer darte otro trabajo en otro lugar — Zeff señaló a Sanji pero, como si lo reconsiderada, se volvió a Lind que estaba cerca de la puerta para irse — ¡Tú empezaste esto! Lind está dentro de la línea y Sanji, fuera, ocupa su lugar.

— ¿Qué? — Lind chillo. Había nacido, sido criada y aún era una consumidora nata. Había sido siempre el ratoncito de pruebas para Sanji, ella no sabía cocinar, ni siquiera sabía cómo utilizar un cuchillo apropiadamente. — ¿Disculpa? ¿Puedes repetir eso?

— ¡No me hagas repetirlo! ¡A la maldita línea! — pasó a su lado estrellando un delantal azul marino y una camisa blanca demasiado grande para ella. Todos en la cocina, desde el lava platos de turno hasta Sanji la miraron.

Era extraño, Lind nunca era castigada y ahora tenía las manos sudorosas, las mejillas calientes y le dolía el estómago. Se mantuvo de pie unos segundos aun mirando la camisa con ojos extrañados como si aún no reconociera lo que pasaba, entonces Sanji entró en acción.

— Déjame ayudarte con eso — se apresuró a decirle sacándole de las manos el uniforme y empezando a desabotonar la camisa para ella.

— ¿Me acaba de sacar? — farfulló Lind por fin entrenado en conciencia y, como si ella volviera a la vida, todos los cocineros detenidos suspiraron y siguieron con sus propios platos dejando que Sanji se encargue de la bola de fuego que próximamente será su amiga. — Hijo de pu...

— Todas las recetas están acá — sacó un pequeño libro de su bolsillo, ella lo reconocería dónde fuera él coleccionaba una variedad colorida de esos dónde anotaba recetas, ideas y a veces listas de la compra. —. No te apresures.

Lind miró el librito cuando quedó en sus manos. Era el más viejo que tenía donde las recetas originales se habían escrito, en algún momento perteneció a Zeff y ahora estaba en sus manos por un tiempo. Era una responsabilidad extraña.

— No creo...

— No te preocupes — le pasó los brazos por la camisa, ellos estaban tan cerca el uno del otro que mientras él le abotonaba la camisa ella podía sentirlo hablar contra su nariz. —. Solo sigue las instrucciones ¿Si, belle?

Le acunó el rostro con las manos y la miro a los ojos. Lind arrugó el rostro pero, con el delantal puesto y el librito entre las manos, asintió para alejarse y, ante su terrible pena, no dio un paso atrás hacia la puerta sino una adelante a la cocina. 

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⏰ Última actualización: Dec 07, 2023 ⏰

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SIMPLE CROISSANT - vinsmoke sanjiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora