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La cabeza me punzaba, pero no podía apartar la mirada del espejo, porque seguía evaluando que tan bien se veía la falda que vestía en ese momento. Iba a salir nuevamente con Beomgyu y sí o sí, debía verme bien para él y para el sitio a dónde iba a llevarme, mas estaba siendo tan torpe en ese momento que no podía decidir qué ponerme, como si hace un par de días no me importara usar pantalones flojos y una playera vieja de mi medio hermano.

Los toques suaves sonaron al otro lado de mi puerta y me sentí un tanto aturdida cuando mi madre se emocionó al entrar. Sus mejillas se inflaron y sus labios se formaron una linda curva.

—¿Vas a salir otra vez? —se interesó.

—Yeap, mi buen amigo me dijo que me dará un recorrido corto para cuando vuelva de nuevo por estos rumbos.

Mamá sonrió burlona y me empujó suavemente por el hombro, entrecerrando sus ojos en un gesto sugerente. Pero me tuve que abstener de cualquier comentario porque sabía que las cosas terminarán mal si se llegara a enterar de mi noviazgo exprés.

Me pasó de largo y se acercó a mi ropero, rebuscando entre las garras ahí dentro. El rostro de mi madre brillaba como nunca y hasta pude escuchar el tarareo suave desde aquí.

—Ponte esto —sugirió, mostrándome una falda larga de color azul cielo con botones al frente y un suéter de lana blanco.

Dudé por un instante, pero al final terminé aceptando porque ya empezaba a dolerme la cabeza. Le agradecí en un murmullo y tomé las ropas. Mamá se acercó al tocador y se perdió en el análisis de mi maquillaje, permitiéndome vestirme.

—Junwoo me habló de lo ocurrido —musitó de pronto.

Fue sosegada la voz de sus palabras. Detuve mi trabajo de abotonar la falda y me dediqué a mirarla en silencio para que pudiera seguir su discurso.

—... ¿Te sientes bien vistiendo esto? —inquirió.

Parpadeé un par de veces, mirando mi reflejo. Era una persona completamente distinta con esto puesto. Toda mi vida había siempre se había basado en ropas de niño y juguetes de acción que papá Park compraba para mí. Él decía que las ropas de niña no me iban y solía amenazarme, diciendo no jugaría más conmigo si llevaba una falda puesta.

El ambiente en la relación de mis padres biológicos no era agradable, papá Park solamente seguía con nosotras porque pensaba que podía acostumbrarse, pero nunca lo logró. Entonces ahora que lo pensaba bien, había renunciado a mi niñez libre en vano.

—Sí... Uh, la ropa es linda y..., parezco una chica —murmuré, sintiendo que la lengua me hormigueaba.

Mamá se giró con una mueca parecida a una sonrisa. Se acercó a mí y me ayudó a cerrar los últimos botones de la falda, luego acarició mi cabello, sin intenciones de enseriar el gesto.

—Entonces no permitiré que ese idiota se interponga en tu vida nunca más —acarició mi mejilla—. Regresando a casa, podemos conseguir el uniforme de la preparatoria —indicó.

—De acuerdo —le sonreí.

No pude evitar sentirme extraña pensando en una yo alterna que vestía con falda y blusa en la escuela. Desde que pisé ese sitio, no había momento alguno en el que no disfrutara de criticar a las crías con faldas rabonas, creer que me convertiría en una de ellas, fue suficiente para desatar una corriente eléctrica por mi espalda.

No se me olvidaba la promesa que había hecho con mi medio hermano. Sabía que le había dicho que no iba a cambiar a pesar de esto, sin embargo, ahora que me veía con los ojos definidos, envuelta en un lindo conjunto de ropa, me era más difícil tratar de renunciar a la promesa de recuperar la experiencia que papá Park me robó en su momento.

ONE OF THE BOYS || SEO CHANGBIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora