ONE OF THE BOYS || SEO CHANGBIN

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La silla frente a mí se recorrió y una mano se encargó de arrebatarme el lápiz. Mamá Kyu-young me miró sin decir nada y recargó su mentón sobre su puño, con sus enormes ojos mirando a los míos.

—¿Qué pasa? —preguntó.

—¿Eh?

—Llegaste a casa como un zombie y ahora sigues suspirando como si fueras una anciana de cincuenta años con preocupaciones hasta el cuello.

Sonreí ante su exageración. Mamá Kyu-young curvó los labios y tiró su mano hasta alcanzar la mía para dejar unas suaves caricias en mi dorso.

—¿Perdieron el juego?

—No, no, lo ganamos cuando le pasé el balón a Jeongin.

—Entonces son problemas de amor —atinó con sorna.

—¡Mamá!

Escondí mi vergüenza entre mis manos mientras escuchaba la risa de mamá Kyu-young. Sentí las mejillas ardientes y el peso de las palabras recibidas fueron todavía más agobiantes para mi pobre corazón. El alboroto poco a poco fue bajando su intensidad y sólo pude dejar de cubrirme los ojos cuando ya no la escuché. Sus labios seguían mostrándome una suave sonrisa, pero podía sentir un poco de presión en el ambiente, que me exigía dar respuestas de una pregunta invisible.

—¿Quieres salir a despejarte? Quizá necesites aire fresco.

—Estoy bien, es sólo que.. —bajé la mirada a mis dedos, evitando su reacción—... Habría querido no interesarme en nadie.

—Taeyeon me contó que eres muy enamoradiza, ahora lo puedo confirmar.

—¡¿Hablaste con mi mamá?!

Recibí una sonrisa, seguida de un asentido. Mamá Kyu-young me tomó las manos de nuevo y dejó un sutil apretón.

—Intercambiamos números cuando llamó a la casa —explicó—. Estabas en la escuela, pero le dije que podríamos reunirnos en el sauna el viernes, ¿te parece bien?

Mi corazón me dolió. Me levanté de la silla y rodeé la mesa para atraparla en un abrazo empalagoso. Papá Park no quería que me viera con mamá y por un momento creí que mamá Kyu-young se volvería su malvada cómplice sin embargo, ahora mismo sentía más a mi propio padre como un malvado padrastro.

—Me alegra saber que las dos se llevan bien.

La voz de papá Park se introdujo sin una pizca de felicidad en mis oídos. Mamá Kyu-young me dio un apretón corto, haciéndome sentir segura antes de liberarme. Entonces pude ver la mueca leve en los labios de mi padre, como si no tuviera las piernas magulladas gracias a él.

—_____ tiene el sentimentalismo y el carisma de su madre —le sonrió mamá Kyu-young—. Es imposible no adorarla.

La risa de papá Park me puso nerviosa. La mención de mi mamá siempre lo hacía enojar y la valentía de mamá Kyu-young fue suficiente para marearme. No obstante, papá Park se acercó a su esposa, dejándole un beso en la frente, justo como lo hacía con mamá cuando parecían estar en paz.

—¿Cómo estuvo el juego? —me preguntó—. ¿Ya has replanteado tus decisiones?

Sus simples palabras me hicieron sentir punzadas en los muslos. Los dolores en pleno juego llegaron como un recordatorio vívido y sentí una oleada de ira que me estaba rogando para lograr insultarlo y largarme de ahí. Pero no podía hacerlo porque papá Han había sido muy específico cuando me dijo que no debía desafiarlo para evitarme problemas.

—Ganamos —le miré—. Y, uh, el entrenador me dijo que debía usar el uniforme la próxima vez.

Entendí que sabía a lo que me refería porque su comisura se tambaleó. Caminó hacia mí con la sonrisa de vuelta, y dio un par de palmadas en mi coronilla.