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Un mes después de aquella cita, Soobin se sentía en las nubes. Había tenido unas cuantas citas más con el alfa, a veces se llegaba a quedar en su casa, incluso, dormía en la misma cama que él y se despertaba a su lado.

Si pudiera flotar de felicidad ya estaría en la luna, ya todos en la guardería sabían que él estaba saliendo con el papá de Yuna y la verdad se alegraba por él, y por la pequeña, haciendo la labor de su madre, entendía que para ella era esencial.

Más bien, estaba un poco orgullosos de él, pues se había encariñado mucho con la pequeña y la amaba como propia, no muchos omegas podían hacer eso, la mayoría querían pequeños propios, no de otro omega.

Pero quizás se debió a que Yuna estaba lavada, es decir, no tenía ningún aroma de omega y estaba necesitada, él también lo estaba, lo más que quería era tener cachorros y un alfa, ser amado y amar.

No sabe si fue un ángel quien escuchó su deseo y envió a dos personas para que fuese cumplido. Un alfa necesitando ayuda y amor, y una pequeña necesitando atención y cuidados.

Soobin estaba más que dispuesto a dárselos, tenía mucho amor para los tres. Su Junnie era un alfa atento, quizás aprendió eso por tener que hacerse cargo de un pequeña él solo, pues los cachorros necesitaban de mucha atención.

Le gustaba mucho eso, no, le encantaba ver su celular y encontrar pequeños mensajes de Yeonjun, le respondía cuando podía, pues tampoco descuidaba a los cachorros, antes muerto que eso.

El omega quería dar otro paso, mudarse con el pelinegro, así podría estar a tiempo completo con pequeña Yuna, pero no sabía si era muy pronto para hacer algo como eso, podría ser un intruso en el territorio del pelinegro, sin embargo, ya había estado varias veces en la casa del alfa, y en su cama, éste no mostró ningún signo de molestia.

Ansioso, nervioso e inseguro, esos eran sus defectos, tenía que lidiar constantemente con ellos, pero hacia lo mejor que podía para enfrentarlos, aún cuando las cosas parecían en su contra.

Siempre estaba allí con una sonrisa tratando de ver el lado positivo de las cosas. Nunca se arrepentiría de trabajar en esa guardería y estar a cargo de la cachorra, menos de querer ser su madre.

Un día en particular, estaba en su trabajo en la guardería, Yuna jugaba en el suelo con algunos peluches, eran las cuatro y media, los padres iban llegando poco a poco por los pequeños.

Todo iba bien, hasta que vió llegar a un señor mayor, su cabello castaño y rizado, parecía al del Yuna, tenía los ojos grises. No le dio buena espina.

- Buenas tardes señor, ¿puedo ayudarle en algo, se perdió? – preguntó cortésmente, tratando de impedir que entrara en el salón a su cuidado, no sabía quién era, no podía dejarlo entrar con los cachorros.

- Vengo por mi nieta. – dijo con simpleza y trató de entrar al salón, pero Soobin se atravesó.

- ¿Su nieta?, disculpe señor, pero nadie dijo que vendría, ni siquiera sé quién es usted. No puede entrar, si me da más detalles puedo ayudarle. – lo único que quería era que se fuera, podía sentir la tensión en el aíre, incluso algunos de los otros padres le miraban curiosos por la situación.

- Yuna, ese es el nombre de mi nieta, vengo por ella. – el corazón de Soobin dio un vuelco, y sus nervios se encendieron como pólvora.

- No puede llevársela señor, Yeonjun no dijo que usted vendría, él es su padre y no puedo dejarla salir sin su autorización. - Soobin solo quería que él se fuera, Yeonjun le había mencionado que no se llevaba con la familia de la madre de Yuna, nunca lo hizo y eso que solo los había visto un par de veces.

¿Mamá? // YeonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora