La última sonrisa

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Me mudé con mi familia a las afueras de la ciudad para empezar una nueva vida tras un despido inesperado. En la nueva casa aún quedaban muebles de los antiguos propietarios que decidimos conservar para empezar en nuestro nuevo hogar.

Una madrugada, me desperté al escuchar unos leves golpes que se oían desde el pasillo de la segunda planta, al llegar encontré algo colgado de la pared, tapado con una sábana polvorienta.

Hasta entonces, no me había fijado en que ese objeto estuviera ahí y me resultaba raro ya que había pasado más de una vez por ese pasillo y no recordaba haberlo visto. Agarré la sábana con mis dos manos y tiré fuerte de ella, al hacerlo descubrí un espejo victoriano que parecía muy antiguo.

Me sorprendió lo impoluto que estaba, en su superficie no hallé ni un ápice de polvo, a diferencia del resto de los muebles de la casa, que mostraban el paso del tiempo.

Al mirarme en él, noté una sensación extraña, como si el reflejo no fuera completamente el mío.

Fue entonces cuando vi, reflejada detrás de mí, una figura oscura, una presencia inquietante con una enorme sonrisa y unos ojos diminutos de color rojo intenso. Antes de poder reaccionar, sus brazos me rodearon, cubriéndome la boca y arrastrándome hacia el espejo.

Sin poder resistirme, fui absorbido al otro lado del espejo, observando cómo esa figura atravesaba el umbral hacia mi mundo.

Después de haber traspasado por completo hacia el otro lado vi como el monstruo con una sonrisa macabra tapaba el espejo con la misma sábana polvorienta que lo cubría minutos antes.

Unos días después, mi familia, sin tener noticias mías, decidió abandonar la casa, convencidos de que los había abandonado.

Desde entonces, permanezco atrapado en este mundo, esperando ansiosamente a que alguien se mude a esta casa y pueda escuchar mis golpes y con suerte descubra el espejo.



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