Todas las traducciones, explicaciones, anuncios y encuestas se encuentran al final del capítulo.
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A veces, tus amigos
son tus peores enemigos
_________________________Pedro echó un vistazo a todo el patio delantero de la casa, dándose cuenta de que había varias caras familiares. Sin embargo, no se veía rastro de Maritoña, lo cual le extrañó porque siempre estaba metida en todos lados dispuesta a ayudar en cualquier cosa.
Para ser honesto, él se la había imaginado sirviendo los cántaros de agua o repartiendo pan entre los presentes.
Dejando de lado el pensamiento, saludó brevemente a las personas que se reunieron a las orillas del pequeño patio, quienes a lo mejor platicaban sobre lo que pasó, y entró a la casa del fallecido Don Laureano.
Al observar el solitario comedor, no pudo evitar hacer memoria de los momentos que había compartido con aquel señor y pensó, igual que muchísimas ocasiones anteriores, que la vida tomaba caminos que nunca se esperan. ¿Cuándo se iba a imaginar el pobre Don Laureano que iba a terminar muerto ayer? El señor a lo mejor estaba planeando regresar a su casa y cenar junto a su esposa e hijo.
Hace apenas un año, cuando Pedro llegó al pueblo para establecerse, Don Laureano fue uno de los primeros en acercarse a él con la pura intención de recibirlo e incluirlo en la comunidad.
No fueron amigos íntimos. La diferencia de edad era bastante y a veces el modo de pensar también. Aunque eso no detuvo al Don a invitarlo a comer una que otra vez en su casa o incluso a convencerlo de ir dos veces a la cantina para tomarse un vasito de mezcal, cosa rara porque Pedro NUNCA tomaba ni una sola gota de alcohol.
Quizás no era demasiado para unos, pero para Pedro, que venía de un pueblo donde la gran mayoría le hacía el fuchi por chismes estúpidos, fue importante y lo aprecio de mil maneras.
... En verdad le pesaba la muerte de ese señor.
Les dedicó un saludo a los músicos que cantaban para el difunto y pasó a la habitación en donde se escuchaban a leguas unos sollozos. Lo primero que vio fue a la viuda, la señora Margarita, aferrándose en un abrazo a su hijo más pequeño, Pablo. El chamaco tenía 12 años y solía ser un rayo de luz cuando Pedro era invitado a la casa, pero ahora era todo lo contrario.
A continuación notó las presencias de dos mujeres que frecuentemente llegaban a las misas de los domingos tempranísimo y a Maritoña, que igual que diario, llevaba su bonito pelo hasta los hombros.
—Buenas noches...
Todos se voltearon y el corazón del azabache se apachurró al notar lo destrozada que se veía tanto la madre como su hijo.
—P-Padre. —Ella quiso levantarse, pero Pedro la detuvo rápido levantando la mano.
—No se moleste, señora. No es necesario que se pare.
La señora Margarita asintió mientras se esforzaba por quitarse las lágrimas con una mano muy temblorosa. Pablo se retiró del abrazo de su madre para pararse al lado de ella en un vano intento de verse fuerte, pero Pedro únicamente vio a un adolescente devastado en su máxima expresión.
—Señoras y señorita —se dirigió hacia las otras tres mujeres—. ¿Podrían dejarnos a solas?
Ellas desde luego aceptaron y se dispusieron a salir de la habitación. Cuando Maritoña pasó a su lado, ella le dio un ligero apretón en el brazo y le hizo una seña hacia la salida, avisándole en silencio que lo esperaría afuera.
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Te traigo en la mira | Pedro Infante y Jorge Negrete
FanfictionJorge Negrete quería vengar la muerte de sus padres a toda costa. Pero nunca planeó encontrarse con cierta persona. Por su parte, Pedro Infante siempre apartó el romance de su vida por seguir la vocación de sacerdote. Aunque sus esfuerzos se vuelven...