Érase una vez...

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—Érase una vez, en la gran ciudad de Zootopia, un guapo, elegante, inteligente y astuto zorro que enamoró, con su irresistible personalidad, a la más hermosa hembra de la ciudad…

—Nicholas…

—Ok, Ok… fue ella quien lo enamoró, con su irresistible personalidad. Bueno… todo en ella era irresistible; el pobre zorro estaba destinado a caer a sus pies. desde el día que la conoció…

— ¡Nick!, no digas esas cosas, es vergonzoso.

—Oye, déjame seguir el cuento, ¿sí?

—Está bien… zorro astuto.

—Torpe coneja. Como decía: fueron destinados a estar juntos, aunque él no lo sabía; la verdad es, que él no era precisamente el más honesto de los mamíferos… ni ella la mas lista; luego de tropiezos y algunas heridas, por fin empezaron su camino juntos como defensores de la ley… pero, esa historia ya la conoces. El tiempo hizo a aquel par más unido que cualquier otra pareja en la ciudad; Fue hace mucho, muchísimo tiempo atrás…

—Fue hace solo ocho años.

—Zanahorias, ya no le quites la magia a mi cuento, ¿quieres?

—Ok, ok… ya me callo.

—¿En que estaba?… Ah, sí: El zorro y la coneja eran los mejores amigos, pero su relación tomó un rumbo diferente. Y todo ocurrió, en la víspera de navidad…

Tundratown ya no tenía el monopolio de la nieve por aquellos días; el blanco manto se extendía por toda la gran metrópoli; era una hermosa vista. Las parejas más jóvenes se abrazaban y acurrucaban tiernamente, con la excusa de evitar el frio, aun avergonzados de admitir que simplemente querían estar cerca el uno del otro. Aquellos que habían superado esa etapa hace ya tiempo también se acurrucaban, pero sin pudor alguno; la nieve les daba un paisaje romántico y perfecto para disfrutar juntos.
Igual de cercanos pasaban aquella tarde, ya casi convertida en noche, la coneja y el zorro, dentro de su patrulla; sin embargo… el amor nada tenía que ver en ello (al menos no del todo). Era verdad que la confianza que se tenían hacía nada incomodo gestos de esa intimidad; pero, este era un abrazo causado por la calefacción averiada, estar cubiertos hasta el tope de nieve y por ser la única fuente de calor que evita tu muerte, el mamífero a tu lado…

—Nick… apenas siento… mis pies—La voz de la coneja temblaba, al igual que todo su cuerpo; el frio era insoportable.

—Resiste zanahorias; la ayuda vendrá en cualquier momento.

—Agradezco… lo que haces N-Nick, pero han pasado casi d-dos horas; nadie vendrá hasta que atrapen a esos traficantes.

—¡Por favor! Dudo que el haber esperado cinco años por la oportunidad de atrapar a la banda y que su jefe haya escapado, con una docena de mujeres, como rehenes les impida venir a buscar la patrulla que cayó por una ladera y terminó enterrada bajo una avalancha, en mitad del área más fría y desierta de la maldita Tundratown; en la época más helada del año… debo agregar—El tono irónico del zorro, apenas logró el noble objetivo de relajar a su compañera.

—Serás así hasta el final ¿eh?; de verdad eres un torpe zorro—dijo ella, riendo débilmente.

—Ey, no hables del "final" en esta situación ¿quieres?, es de mala suerte.

El silencio se extendió por un largo rato, mientras el tiempo y el frio avanzaban…

— ¿Nick, tienes… miedo de morir?—Soltó como si nada, la coneja.

—No me parece el mejor tema de conversación, rabo de algodón.

—Lo sé, lo sé; pero no se me ocurre nada mas de que hablar ahora mismo, Nick. ¿Entonces…?

Érase una vez en Zootopia (One-shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora