Again & again.

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Los rayos de sol que entraban por la ventana del comedor eran lo suficiente para mantener un calor en tu cuerpo, disfrutando de la taza de café que tenías frente a ti con una porción de huevos que habían estado dando allí. Estabas algo más calmada luego de todo el ajetreo de la semana pero lo más cierto es que estabas cansada de todo, de los constantes mandados del Coronel, de los susurros y rumores que habían estado esparciendo de ti desde entonces. La gente sin duda era demasiado chismosa, aunque lo mejor era no darle importancia a esos tipos de comentarios. La vida seguía sin importar las cosas que decía la gente. Ellos no sabían nada.

Decidiste ir a entrenar un poco luego de tomar desayuno, para vaciar tu cabeza de tantos pensamientos que no te dejaban ni respirar. Pero también buscabas vaciar tu cuerpo de la extraña sensación. Estuviste mínimo dos horas entrenando y corriendo por la cancha antes de que te fueses a dar una ducha para quitar todo el sudor de encima, te encontraste con Sarah de camino allá. Ella te sonrió y ofreció acompañarte, también debía tomar una ducha.

"¿Qué tal tu entrenamiento? Vi cómo te esforzabas al máximo. Lo hiciste bien."

Habló ella en un tono animado, colocando una mano sobre tu espalda sudorosa que te hizo sentir avergonzada, estabas demasiado sudada y ella te había tocado. No pareció molestarle.

"Todo estuvo bien, gracias. ¿Qué tal estuvo el tuyo? No pude verte, perdón."

Hablaste avergonzada en voz baja, tus mejillas sonrojadas al sentir tanta intimidad con una compañera. Era bueno. Una amiga. La escuchaste reír cuando pediste perdón, explicó cómo estuvo su día y qué hizo durante él, la charla se vio interrumpida cuando ambas habían llegado ya a las duchas y se adentraron.

Incontables veces habías visto cuerpos desnudos de mujeres, pero el de ella era algo más allá. Te preguntaste sin querer cómo se vería el coronel sin nada puesto. Tuviste que abstenerte de ese pensamiento. No podías pensar tanto en tu compañera como en él, qué extraño.

La ducha estuvo relajante, sentiste tus músculos alivianarse cuando el agua caliente recorrió tu cuerpo entero, suspiraste bajito mientras enjuagabas tu cuerpo. Demoraste un montón allí.

Al fin estabas en tu habitación, Sarah no estaba, había salido a no sabías qué. Al menos tenías un poco de tiempo a solas y decidiste aprovecharlo al máximo. Te tiraste y luego estiraste en la cama, con la mirada perdida mientras pensabas en ese hombre de nuevo, tus mejillas entraron en calor al igual que todo tu cuerpo por solo pensar, haciéndote estremecer mientras una sonrisa traicionera se dibuja en tus labios.

Decidiste que ya había sido mucho de pensamientos extraños, preferiste dormir un par de horas antes de volver a la misma rutina aburrida de todos los días. Pensaste que así sería. No dormiste mucho, máximo fueron unos treinta minutos en los que fuiste despertada cuando la puerta se abrió con fuerza violenta y tus ojos aún intentando adaptarse a la luz se encontraron con una molesta Sarah. Te incorporaste en la cama cuando cerró la puerta de la misma forma detrás de ella.

"¿Sucedió algo?.."

Preguntaste, frotándote los ojos con suavidad esperando a por una respuesta de su parte. Solo escuchaste como se quejaba en pura frustración, la miraste en silencio.

"Puedo darte tu espacio si es lo que necesitas."

Ella accedió, pidiéndolo casi por favor después de que saliste de la habitación y fuiste a caminar por la base. Todo estaba bien, hasta que te encontraste al dueño de tus insomnios y pensamientos raros. Al coronel. Antes de que pudieses decir algo él habló.

"Te había estado buscando. Necesito hablar contigo."

Entrecerraste ligeramente los ojos, encogiéndote de hombre y asintiendo antes de seguirlo hacia la oficina donde pasaron un largo rato. No pudiste pensar que podría ser peor, estabas cansada ya, con ganas de dormir y tomarte el día entero.

Te tenía haciendo papeleo, ayudándolo a completar el maldito papeleo que le habían mandado. Mierda, pensaste que sería algo más serio pero solo era un estúpido papeleo.

"¿No tenía algo más para hacer? Es decir..Coronel, esto es muy.."

Te dió una pura mirada de advertencia para que mantuvieses silencio. Te encogiste de hombros, rodando los ojos y suspirando irritada.

"Deja de quejarte, mujer. Haz lo que te ordené y ya."

Ese acento haría que en cualquier momento te derritieras. No podías decir que no, no podías negarte a tus tareas y a la pequeña vocecita de tu cabeza que te decía lo bien que se sentía escuchar esa voz. Demonios, era todo tan extraño, tan raro como creíste que sería.

Colonel's pet | König  (EN EDICIÓNNNN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora