The beginning

5.4K 291 3
                                    

Ser una nueva recluta en un lugar totalmente nuevo y lejanos a tu hogar era extraño, sentir las constantes miradas de todos, tener que presentarte una y otra vez ante un montón de hombres y mujeres desconocidos para ti había sido un ajetreo total, pero con el pasar de un par de meses ya te habías acostumbrado. La compañía en la que estabas se llamaba 'KorTac', las personas a pesar de tratarte como una desconocida al principio fue amable, rápidamente lograste moldearte a ellos, a los cambios de horario en tu vida y sobre todo a tus superiores con los que no te llevabas extrañamente mal. Ah, sobre todo con tu coronel, al que habías conocido hace pocas semanas ya.

Era un hombre que cabía en la palabra..extraño. Su mirada era pesada, pero de un bonito color que le daba aún más ese toque de pesadez, era la única parte visible de su rostro porque todo lo demás estaba cubierto por una máscara de tela. Siempre lo veías solo, lo analizabas de pies a cabeza y podías sentir que él hacía lo mismo contigo en el campo de entrenamiento, quizás lo hacía con todas las demás personas allí para analizar su rendimiento. No querías hacerte malas ideas.

A pesar de ser tan 'extraño' como creías que era, notorio era que la mayoría de reclutas femeninas allí habían intentado llamar su atención, varias veces te tocó ver cómo eran ignoradas, mandadas a hacer sus quehaceres y verlas irse entre refunfuñidos. Escuchaste conversaciones de cómo decían que él era alguien que se hacía el difícil, que le gustaba que le rogaran pero, bueno, es un coronel después de todo, no es como si él fuese prestándole atención a cada una de las reclutas femeninas y jóvenes que pasaban por la puerta para presentarse y comenzar su entrenamiento. El coronel tenía sus principios, uno de todos esos era que no debía involucrarse con ninguna o ningún recluta. Sin importar qué sucediera, eso era lo único que debía respetar, y seguiría cumpliendo eso, o eso pensó.

Era hora de entrenamiento en la tarde, como de costumbre estabas estirando antes de dar vueltas por la amplia cancha que tenían en la instalación por lo menos unos veinte minutos en los que ya estabas completamente destruida, pero no podías dejar ver debilidad frente a los ojos de ninguno de estos personajes que tenían tus ojos sobre ti. Menos frente a él. Tu coronel presenciaba todo en silencio, ojos analizadores que detonaban frialdad. Era un hombre extraño. Demasiado.

Estaba analizando tu nivel de rendimiento, la forma en la que tomabas aire por la nariz y exhalabas por la boca repetidas veces, una buena técnica si no querías perder totalmente el aliento. Tus mejillas ya estaban completamente rojas, pensabas que no tenías buena resistencia, hace mucho no hacías este tipo de entrenamiento y te estaba matando. Era otra nueva rutina que se había incorporado cuando presentaron a este coronel.

Al ya estar terminado una vuelta más tus ojos se encontraron con los suyos, mantuviste los tuyos fijos sobre los ajenos hasta que terminaste de dar la última vuelta y paraste a descansar junto a los demás. Te preguntaste porqué el hombre se vería tan curioso hacia ti, necesitabas no hacerte ningún tipo de ilusión o algún malentendido, qué extraño era.

Después de un par de horas de haber entrenado te llamaron a su oficina, con tu mente rondando con pensamientos de aquí y allá te dirigiste al lugar, luego de haber cenado y haber terminado de hacer cualquier tarea que tuvieses pendiente.

Golpeaste la puerta antes de entrar, en silencio, con una expresión neutra en tu rostro que cambió ligeramente cuando viste que el coronel sostenía entre sus manos tu hoja de vida, expediente que se le había dado del lugar de donde te habían transferido. En silencio estuvo leyendo, hasta que sus ojos subieron a ver los tuyos.

"Soldado. Es un gusto tenerla aquí, déjeme presentarme de manera adecuada."

Lo escuchaste decir mientras dejaba con tranquilidad tu ficha sobre la mesa y se levantaba de donde estaba para acercarse a ti, ofreciéndote su mano para un saludo cordial que le aceptaste. Apretó con suavidad tu mano antes de soltarla.

"Tengo entendido que tu nombre es (N) (A)..¿No es así?"

Asentiste, emitiendo un pequeño sonido de afirmación. Asintió de la misma forma antes de volver a su antigua posición.

Tus ojos en todo momento estuvieron sobre él, en silencio, observando sus movimientos que se notaban tensos por tu presencia, siempre se veía tenso.

"Leí tu ficha, según tu antigua empresa eres una persona un tanto conflictiva pero con buenos rendimientos, capacidades y habilidades que sirven en combate."

Empezó a hablar, algo mal para tu gusto por el acento austriaco que tenía pero que de todos modos no pasaba de ser un tono neutral.

"Te asignaré en mi unidad, soldado."

Te estaban sacando de la unidad a la que tanto te había costado acostumbrarte, tus hombros cayeron en una demostración de pura decepción y te contuviste el suspiro que quería abandonar tu boca pero el ceño fruncido no te lo quitó nadie. Él lo notó, a pesar de verse incómodo por eso seguía imponiendo ese aire dominante que debía dar.

"Soldado. No puede darme una mala cara, y tampoco puede no responderme. Responda que entendió. Ahora."

Elevó ligeramente su voz, logrando sacarte una expresión de sorpresa que rápidamente volvió a la neutral que había tenido antes y te obligó a asentir. Sin decir ninguna palabra.

"Quiero que me des una respuesta que puedo oír. No me sirve que hagas un estúpido movimiento con tu cabeza."

¿El coronel estaba siendo grosero contigo?Te sorprendiste, pero no ibas a decir nada en su contra, era tu coronel, no podías quejarte con él. Era un problema pero no tuviste más remedio que obedecer en lo que se te había ordenado.

"Sí, coronel. Entendí."

Dijiste con el mismo tono neutro que usabas con todos tus superiores, pero ese ceño fruncido y mala cara no te la quitaba absolutamente nadie. Estabas molesta por ser quitada de tu lugar que ya había sido asignado, solo porque al inteligente coronel le habían dado ganas de tenerte en su equipo por tus habilidades.

No sabías que este sería el comienzo de un infierno interminable, desde el primer día en que te incorporaste en su unidad todo había sido un caos total. Eran soldados de mucho más nivel, que tenían más experiencia, más grados, más medallas, más de todo lo que tú no tenías y ni siquiera le llegabas a los talones a alguno de ellos. Era humillante que el coronel te hubiese puesto en este lugar. Era un hombre frío, estúpido, que no lograba capacitar a sus soldados con buenos modales.

Y era insoportable cuando sentías su pesada mirada sobre ti cuando ejercitabas, porque sabías que si hacías algo mínimamente mal te haría repetir los ejercicios una y otra y otra vez hasta que salieran perfectos, porque claro, eras nueva en su unidad, él quería que todo saliera bien, a la perfección, mientras oías como los demás susurraban cosas entre ellos y risillas escapaban cuando te veían sola haciendo ejercicios.

Habías escuchado muchas cosas de él, demasiado malas, ninguna buena, o bueno, escasamente buenas. Escuchaste que debajo de esa máscara se encontraba un horrible rostro que nadie desearía ver nunca, pero que a pesar de eso todas las reclutas se derretían por pasar una noche entre los brazos de ese gran coronel. Las sensaciones extrañas en tu cuerpo no tardaron en aparecer sin embargo, cuando pensabas en qué sería lo tan horrible que se encontraba por debajo de esa máscara. Te sentías atraída hacia él de alguna forma que no querías, la necesidad de saber que era lo que escondía te comía por dentro y te hacía sentir completamente frustrada sin embargo. Odiaste la sensación.

De noche se hacían más presentes las sensaciones; Calor, humedad, cosquilleos. No podías conciliar el sueño por estar pensando mucho, por pensar en cómo harás para seguir encajando en la unidad en la que estabas ahora, no conocías a nadie más que a la chica con la que compartías habitación. Era alguien amable que se había ofrecido varias veces en quedarse por las noches a entablar una conversación contigo, Sarah, se llamaba ella. Estaba en tu misma unidad.

Caíste bajísimo por sentirte intoxicada de este hombre en el poco tiempo que ya llevabas trabajando con él. Todo en ti se había intoxicado de él. Pero no de una buena forma. De una muy mala forma.

Colonel's pet | König  (EN EDICIÓNNNN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora