· Al llegar a mi casa, noté que alguien estaba dentro de ella. No esperaba a nadie, por lo que me preocupé bastante. Con el mayor cuidado, entré a revisar todo; para segundos después ser asustada por mi amiga, Riri.
— Sabía que ibas a asustalte' — Dijo aún entre carcajadas
— Obvio, hasta pensé que me habían entrado a robar, pelotuda
— Qué exagerada eres... Yo sólo venía a buscarte para ir de party
— Me voy cambiando — Exclamé para luego ir a mí habitación
· Claramente, me puse la mejor ropa de todo mi clóset, ir de fiesta es algo importante.
Subí al auto con Riri y nos dirigimos hacia una casa; o bueno, prácticamente no le faltaba mucho para ser una mansión.
— Llegamos, Milu. — Riri tocó mi hombro para tratar de despertarme
— ¿Eh? ¿Llegamos? — Dije mientras me acomodaba un poco, los viajes en auto me dan sueño
— Sí. Vamos. — Bajó del auto y me acompañó hacia la casa
· En sí, tampoco me encantaban las fiestas. Lo único que me gustaba de ella era encontrarme con amigos, porque nunca he encontrado al amor de mi vida en ellas, por mala suerte.
Como de costumbre, bebí hasta casi causarme un coma etílico; al parecer es la única manera en la que puedo disfrutar las fiestas.
Aunque las disfrute, siempre paso la vergüenza de mi vida en ellas, pero por lo menos tengo anécdotas que contar... ¿No?
Hoy claramente no iba a ser la excepción. Comencé a buscar chicas para ligarme, hasta que me topé con un pelo liso y castaño.
— Hola linda... — Dije cerca de su oído, la música iba a dejarme sorda en cualquier momento.
— Hol... — Antes de terminar hizo una gran pausa, la cual yo no comprendí.
— ¿Eres la de la tienda? Acho, la mala suelte' me pelsigue'
— ¿Eh? — Obviamente no entendí nada, el alcohol no me deja razonar.
— Nada, pareces muy borracha pa' seguir explicandote. Ven, no te dejaré sola. — Me tomó de la mano y me guió hacia una habitación.
— Tienes un baño, mójate un poco que yo iré a buscar algo. — Se retiró de la habitación rápidamente, yo fui a mojarme un poco la cara.
· Luego de un rato, me recosté en la cama que contenía esa habitación, supongo que al final de cuentas, esa chica no era tan mala.
Volvió luego de unos cinco minutos, con bastante agua y paños húmedos.
— Toma, póntelos en la cabeza, te ayudarán. — Yo correspondí a los paños, para luego colocarmelos en la cabeza.
— Al final no sos tan mala... — Dije mientras toda la habitación daba vueltas, al parecer sí estuve al borde de un coma etílico.
— Ajá. — Rodó los ojos, al parecer mi comentario no le encantó.
· Luego de eso no pude evitar dormirme. No creo que ella siga conmigo luego de tanto tiempo, así que sólo me queda desear que el destino nos cruce de nuevo.